Año 4. Edición Nº 245. Miércoles 7 de marzo de 2018

SOMOS VIAJEROS
RESERVA DE VIDA

Illescas al natural

Bajo el calor del prodigioso clima norteño fluye la vida en la Zona Reservada de Illescas, una enorme área de más de 37,000 hectáreas donde la belleza del paisaje le otorga un enorme potencial al turismo ecológico, recreacional y a la investigación.

Paraíso. La zona Reservada de Illescas, en Piura, reúne múltiples atractivos para el turista.

Texto y fotos: Luis Yupanqui

Eran casi las siete de la mañana y el chofer del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) nos esperaba bajo la sombra de un algarrobo. Nos mira con el ceño fruncido y nos increpa una supuesta tardanza: ¿Son ustedes los que van a viajar?... ya es tarde – nos dice–, la idea era aprovechar la mañana. Ni modo, con un reclamo así, ¿cómo le explico que nos citaron a las siete y que aún faltan unos minutos? Quizá sean los 29 grados de calor que se sienten en Piura a esta hora, pero no importa, lo bueno es que ya estamos en la camioneta, listos para partir.
Don Amador, quien al parecer es dueño de un singular carácter, vuelve otra vez a la carga, alza la voz, como un padre que recrimina a sus hijos: “¿Habrán traído para su fiambre, no? porque donde vamos no hay nada. Supongo que desayunaron”. En el fondo es un buen hombre. Fue cuestión de iniciar una conversación, de decirle que éramos periodistas y que veníamos a poner en valor los atractivos de Sechura para que su rostro serio se torne de un brinco en uno más amigable.

Tome nota

  • El Sernanp ha declarado incompatible la pesca con chinchorro, esta es una gran red que se amarra entre dos puntos fijos en el mar, de manera que los peces se enredan en ella.
  • Este método atrapa indiscriminadamente a toda especie, de todo tamaño, lo que desencadena una reducción significativa de sus poblaciones.
  • El desierto de Sechura ofrece atractivos para el turismo de naturaleza como los Manglares de San Pedro, a 30 minutos al norte de la ciudad de Sechura.


Bondades del valle
Salimos de la ciudad siguiendo el cauce del río Piura, atravesamos pequeños poblados con parcelas agrícolas, dejamos atrás nuestro Catacaos y La Arena. En ambos lados de la vía se ven cultivos de arroz. Don Amador nos cuenta que antes se cultivaba algodón pima, pero que la tierra se volvió salitrosa y se sembró arroz con la idea de lavarla. Ahora, a pesar de que este cultivo demanda mucha agua y en Piura hace falta, es el principal sembrío.
El último distrito de la provincia de Piura es La Unión, se encuentra más cerca de Sechura, pero estos no quisieron pertenecer a dicha provincia. A La Unión le dicen “el corazón del Bajo Piura” y debe ser por su palpitante comercio. El chofer, convertido ahora en amigo, cuenta que en esta zona hay gente de mucho dinero, producto del acopio, de la venta y el comercio. Paramos, al grupo debe sumarse el guardaparques que irá con nosotros hasta la reserva de Illescas. Hace algunos años, vi un reportaje sobre Illescas y siempre quise conocerlo. Desde el 2010 es una zona reservada y en ella encontramos playas hermosas, lobos marinos, aves guaneras y un indescriptible paisaje resguardado por el desierto de Sechura, el más grande del Perú.
Ya en el desierto, antes de llegar a la reserva, atravesamos la zona de amortiguamiento. Antes había una carretera, pero El Niño Costero prácticamente la desapareció. La camioneta hace las veces de tubular para atravesar los bosques de zapote, algarrobo y palo santo que albergan a burros y cabras que viven de forma silvestre en estos campos. Luego de tres horas, llegamos a la caseta de control. Se baja el guardabosque que recogimos en La Unión y sube Ronald Timaná Ávalos. Él es piurano, vive en Tumbes y el será nuestro guía. Hace tres años trabaja en el Sernanp.

Vista al mal
Ronald cuenta que solo son tres los guardaparques que cuidan las 37,542 ha del lugar, cuyo principal problema es el uso del chinchorro, un estilo de pesca que utiliza una red de arrastre muy pequeña. Está prohibida porque depreda, pero son los pescadores de Mórrope (Lambayeque) las que la usan. Ronald divisa a lo lejos a unos ‘pinteros’. Hace que se detenga la camioneta. “Vas a conocer a Tineo”. Es la primera vez que bajamos de la camioneta y la primera que nos acercaremos a la playa. Existen ocho grupos de pinteros; están presentes hace más de 20 años. Usan cordel y su pesca está permitida. Natividad Tineo tiene 65 años y desde hace 40 años captura lizas, chitas, chulas, meros y tramboyos, presentes en su pesca del día. Se quedarán cuatro días y se llevarán un promedio de 20 a 30 kilos.
La próxima parada será donde ‘La negra’. La presencia de unos cigarros y una botella de chicha en un altar es testimonio de la presencia de otros visitantes. Todos dejan ofrendas en esta formación rocosa llamada ‘La negra’, ella toma sol echada, con su cabello largo volando al viento, con las rodillas en cuclillas, ligeramente levantada contemplando el mar de Illescas, el mar de Sechura, el mar de Grau.
Illescas tiene muchas sorpresas: en la punta ‘Mal Nombre’ anida el cóndor andino y se ha llegado a fotografiar a 28 ejemplares de los 35 vistos. Abundan también los lobos marinos, pero las condiciones del viento nos impidieron, esta vez, ver volar al cóndor. Para otra vez será. La camioneta debe continuar el viaje y, sin duda, habrá una segunda oportunidad para recorrer la bahía y las playas. “Eso quedará pendiente, don Amador”.