El Peruano
Año 4. Edición Nº 256. Miércoles 23 de mayo de 2018

ESPECIAL
VAMOS A CAJAMARCA
CAJAMARCA

Destino de talla mundial

El colorido de esta región no solo se circunscribe al carnaval de febrero. Todo el año, este apacible rincón que albergó los últimos ímpetus del inca está lleno de tonalidades: verde campiña, cielo azul, blanco fervor religioso, dorada arquitectura colonial y más. Descúbrelo. Texto y fotos: Rolly Valdivia.
Pizarro, Francisco; no Claudio… lo aclaramos desde el saque para evitar confusiones, sobre todo y especialmente en estos tiempos de acaloradas polémicas futboleras y apasionados debates premundialistas en que varios colegas y uno que otro hincha nostálgico piden, exigen y hasta imploran para que el llamado ‘bombardero de los Andes’ sea incluido en la lista viajera a Rusia 2018.

Pizarro, Claudio; no Francisco… y aquí ya no aclaramos nada porque, cediendo a la tentación de los goles por venir, nos referimos directamente al ‘capitán genial’, como lo llamó un técnico que perdió su magia dirigiendo al Perú.

El mencionado jugador todavía no pierde la esperanza de ser convocado a la Copa del Mundo, para reencontrar en canchas rusas su fama de invasor y conquistador de las áreas rivales, que hace mucho tiempo no conquista con la eficacia que en algún momento logró. Otros tiempos, sin duda, lejanos, pero que no bastan.


El frito con ceviche es una curiosidad gastronómica. Une el ceviche clásico, papa y vísceras de chancho

Solo en las áreas rivales. Jamás de territorios o de imperios desconocidos. En eso sí era un experto el otro Pizarro, Francisco, el personaje histórico que, en combinación con el padre Valverde, dejó en fuera de juego a Atahualpa, si nos permiten las alusiones y el lenguaje deportivo de los cuales es difícil escapar cuando falta menos de un mes para el retorno de la Blanquirroja a la mayor fiesta del balompié internacional.

Tan difícil como escapar de la evocación de Pizarro –de Francisco– cuando se visita Cajamarca, la soleada ciudad en la que atraparía, encarcelaría al inca que festejaba su victoria en la lucha fratricida con su hermano Huáscar. Imperio dividido, enfrentado, en crisis tras la muerte de Huayna Capac, el padre de ambos contendientes.

Dominio efímero, fugaz, engañoso. De la placidez de los Baños del Inca –con sus pozas de aguas humeantes– a la incertidumbre en el Cuarto del Rescate –el recinto de piedra que se convirtió en su prisión–. De gobernante del Tawantinsuyu a rehén de esos hombres extraños que creían en otro dios, que no hablaban el runasimi, que tenían barba y otro color de piel. Ellos venían de un lugar desconocido.

Qué hacer, cómo escapar. ¿Con oro y plata negociaría su libertad? Aquellos foráneos eran ambiciosos. Querían gloria, buscaban riquezas en el Nuevo Mundo, en el continente llamado América, en los cuatro suyus (regiones) de la mayor organización social, política, económica y militar de esta parte del planeta que, los venidos desde España, empezarían a conocer como Perú.

Fiesta del Corpus Christi
  • El Corpus Christi, una de las mayores muestras de fe de Cajamarca, es una razón adicional para visitar la ciudad a finales de mayo.
  • El día central de la celebración es el jueves 31 y, como es costumbre, los representantes y trabajadores de distintas instituciones públicas y privadas se valen del aserrín para ‘tejer’ vistosas alfombras, mientras los clarineros hacen sonar sus instrumentos, manteniendo con sus soplidos una añeja tradición.
  • No solo hay alfombras y clarines. En la Catedral se oficia una misa y el Santísimo es sacado luego en procesión por la plaza de Armas.
  • La fiesta es tan intensa, que el 31 será feriado en Cajamarca.
¡Vale un Perú!

El inca jugó su última carta. Se dice que alzó una de sus manos. Se cuenta que hizo una marca y que prometió llenar el cuarto dos veces de plata y una vez con oro. Le dijeron que sí. Que recuperaría su libertad, entonces, el mensaje de salvación fue transmitido por los chasquis. La orden se cumplió. En los caminos las llamas cargueras transportaban la valiosa carga. Atahualpa esperaba. Lo engañaron. El inca fue ejecutado el 26 de julio de 1533. Pizarro –el venido de España– no cumplió con su parte del trato, que supo driblear a su cautivo, con una habilidad que dejaría boquiabierto al otro Pizarro.

Pero, siendo sinceros, cuando se está en Cajamarca y se habla de gambetas, es necesario mencionar los quiebres verbales y musicales de los incansables carnavaleros de esta tierra de verdes campiñas. Sus coplas, ingeniosas, osadas y pícaras, alegran las almas y los corazones. También sirven para ‘picar’ a las festivas tropas de los barrios rivales y, por supuesto, para galantear y enamorar.

Las coplas son una de las tantas razones por las que Cajamarca es la ‘Capital del Carnaval Peruano’, una fiesta que se hace sentir todo el año, porque tarde o temprano alguien te habla de la resurrección y muerte del Rey Momo, de los coloridos clones que son el alma de la celebración o te sorprende con esa copla que dice que a todas las suegras las botarán al mar, y mi suegra que es tan viva, ya está aprendiendo a nadar.

Tome nota
  • Cajamarca está a 865 km de Lima. se llega por carretera y vía aérea, todos los días.
  • El santuario de la Virgen del Rosario de Polloc sorprende por su belleza artística, fruto de la creatividad de los estudiantes de la Operación Mato Grosso.
  • Los Baños del Inca es el complejo de aguas termales. Se ubica a 6 km de Cajamarca.

Y es que aquí no solo hay que pensar en Francisco Pizarro, quien cambiaría la historia andina al capturar a Atahualpa el 15 de noviembre de 1532. Si fue para bien o para mal, es una discusión de siglos, con bandos a favor y en contra, tal como ocurre con el otro Pizarro, Claudio. Querido y resistido, muchos confían en que, si lo convocan a la cita planetaria, al fin anotará los goles que se olvidó marcar en las eliminatorias.

Algo que –con Pizarro o sin Pizarro– no ocurre en Cajamarca, un destino que jamás se olvida y en donde todos los viajeros marcan goles turísticos de diferentes facturas, desde acrobáticas anotaciones de cucharita –probando y degustando frito con ceviche, queso de todos los tipos y adictivas rosquitas con manjarblanco– hasta espectaculares bicicletas, digamos pedaleando en los caminos de la granja Porcón.

Esos tantos se festejan con el trinar de las guitarras que se fabrican en el distrito de Namora o con la vibrante sonoridad de los típicos clarines cajamarquinos. Hechos de carrizo, estos magníficos instrumentos tienen de 3 a 4 metros de largo, dejando chicas a las torturantes vuvuzelas.

Después del triunfo, lo que sigue es alzar la copa o varias copas con el famoso yonque cajamarquino. Pero no hay que exagerar. La bebida es poderosa, como la fe de aquellos que erigieron la Catedral barroca de la ciudad o el complejo monumental de Belén, donde hubo un hospital de varones y mujeres, donde hay un templo abovedado que data del siglo XVIII.

Del rezo y las plegarias a la ¿penitencia por los excesos cometidos? Eso es lo que los viajeros pueden pensar en el ascenso al cerro y mirador de Santa Apolonia. Cajamarca a tus pies. Visión panorámica: las casas, las cúpulas, las ganas de quedarse, aunque el partido andariego haya terminado…

Tal vez no, aún faltan los suplementarios y, finalmente, la vuelta olímpica. Y ya piensas en la laguna de San Nicolás, en el cañón de Sangal con su cometa ventigris (un picaflor endémico), en las vacas de la hacienda La Collpa que saben reconocer sus nombres, también en Cumbemayo, Kuntur Wasi y las ventanillas de Otuzco, vestigios de un pasado y un tiempo sin Pizarro, ni Francisco, ni Claudio.