El Peruano
Año 4. Edición Nº 257. Miércoles 30 de mayo de 2018

LEGADOS
PUEBLO DE HUAMBOCANCHA

Artistas de la piedra

La especial magia que tienen los artesanos peruanos para crear piezas de arte cobra una connotación mayor en la localidad de Huambocancha, Cajamarca, donde 20 familias han hecho del tallado de la piedra una forma de expresión única y vital. TEXTO Y FOTOS: LUIS YUPANQUI
Cuentan que en 1910 se construía la carretera que va de Cajamarca a Bambamarca y la necesidad de mano de obra hizo que a ocho kilómetros de la capital de la región se asentara el caserío de Huambocancha, muy cerca del río Porcón, donde familias enteras se dedicarían a trabajar las piedras de cantería, marmolina y granito.

El tema evolucionó en el tiempo y ya con los años, la localidad de Huambocancha Alta, ubicada a 8.5 kilómetros de la ciudad de Cajamarca, alberga a familias enteras que se dedican a esculpir formas en la piedra. Les dan vida y las convierten en magistrales obras de arte. Hasta aquí se puede llegar tomando una combi que se dirija a Porcón Bajo, pero hay que advertirle al cobrador que nos pase la voz porque estos artesanos están en ambos márgenes de la carretera.

Granja y más
  • Si está en el lugar, no deje de visitar la Granja Porcón. En sus más de 12, 000 hectáreas puede hacer caminatas, paseos a caballo, rapel, ciclismo y canotaje.
  • También puede disfrutar del turismo rural comunitario que se practica aquí: alimentar a los animales, ser parte de las actividades agrícolas y, en especial, de la vida diaria de la comunidad.
  • La granja funciona como una cooperativa y en ella se disfruta de la naturaleza y el intercambio cultural.

Cuando llegamos, Segundo Vargas trabaja la marmolina. Elabora un pequeño inca en la puerta de su taller. Tiene 40 años y desde hace ocho años es artesano. Era chofer cuando se casó con Julia Terán, quien es artesana desde niñita. Julia es hija de Alejandro, quien junto con Rodolfo son los mejores exponentes de este arte. Segundo acepta conversar conmigo, pero en ningún momento abandona su trabajo, le da forma a un Atahualpa de marmolina que será comprado por uno de los turistas que llegan con los tours que llevan a Porcón.

Marca reconocida

En Huambocancha, el apellido Terán significa una marca registrada y Rodolfo es su máximo exponente. Tres casas más adelante de la vivienda de Segundo, encontramos el taller de Rodolfo. Un techo liviano hace sombra a su taller al aire libre, un montón de piedras espera tener forma, junto a ellas, una mesa donde están los cinceles de todo tamaño, un esmeril y tres sillas, donde unos jóvenes comparten el trabajo con Rodolfo, son sus empleados, sus alumnos. Nos da la bienvenida. Nos sonríe y muestra sus dientes, engastados en oro. Del fondo emana una canción cristiana que suena en la radio. “Esa música acompaña mi trabajo todos los días”, me dice mientras busca el cincel adecuado para materializar su pequeña escultura.

Todas las lápidas talladas en granito lucen llenas de adornos. Hay armonía y belleza.

Rodolfo Terán tiene 58 años y aprendió de su padre, Daniel Terán Murrugarra, quien fue uno de los primeros trabajadores que se ubicó en esta zona. En aquel tiempo no había pueblo y la gente hacía las alcantarillas de la carretera. Luego llegaría Yanacocha a requerir personal y el día a día de la población se convirtió en un desfile de camiones, volquetes y varios tipos de maquinaria pesada. Por eso una parte de sus artesanías son maquinaria a escala, esculpidas en piedra. Aunque también hay buhos, elefantes, sirenas e incas de excelente calidad y gran detalle.

Cuando saludé al maestro Rodolfo, una retroexcavadora de marmolina tomaba forma en sus manos. Me muestra su trabajo, “todavía no está concluido, me falta poco”, sostiene, mientras coloca la hermosa piedra sobre la mesa para conversar. “Antes existía acá el río Porcón” refiere, señalando hacia la parte posterior de su taller. “De ahí se sacaban las piedras de granito para trabajar. Ahora el río ya no existe, la minera Yanacocha desvió las aguas del río y solo quedaron las piedras que nos sirven de cantera”.

Alta demanda

Una pieza grande de granito puede costar hasta 8,000 soles, pero son las otras piedras, las marmolina o piedra jabón, las que tienen más salida, porque con ellas se realizan artesanías. Una pequeña obra de marmolina puede costar desde 50 soles. “Acá uno es su propio jefe, por eso el horario puede cambiar, pero yo les digo a los jóvenes que no se relajen, que las labores empiezan a las ocho de la mañana y se extienden hasta las cinco o cinco y media de la tarde”.

Rodolfo tiene siete hijos, todos son artesanos. “Tengo seis nietos, mi nieta mayor ya tiene 18 años y hasta la más chiquita ya trabaja la piedra”, me cuenta. La gente pasa por aquí y saluda a Rodolfo con mucho respeto. Todos están de acuerdo en que él es responsable de que consideren a Huambocancha un pueblo de artesanos. Él le enseñó a sus hijos, a su familia, a sus vecinos.

Caminamos hacia la tienda y no deja de conversar durante el trayecto. Al llegar me muestra fotos antiguas donde figuran su padre y él, de niño, trabajando la piedra. Me muestra diplomas y reconocimientos del Estado y se siente orgulloso de lo que ha logrado. Me cuenta de sus contactos en Lima, de sus ventas al extranjero y de su nombramiento como presidente de la Asociación de Artesanos de Huambocancha Alta, y que están asociados desde 1985.

Apuntes del lugar
  • Desde Cajamarca se puede llegar a Huambocancha en combi, hay que tomar las que van a Porcón, ubicado a 30 minutos.
  • Existen varios tipos de piedras. Se usan de acuerdo a su maleabilidad y resistencia: granito, cantería, piedra azul, piedra laja, marmolina, mármol, cuarzo, traquita y alaymosca. Hacen desde carritos y llaveros, que cuestan un sol, hasta esculturas y piletas de 10,000 soles.
  • Las 20 familias artesanas exportan a Francia, España, Argentina y EE. UU., a costos que pueden llegar a 40,000 soles.
  • El cementerio San Francisco es visitado la noche del primero de noviembre. Es una tradición.
Cementerio de piedra

Antes de irnos, le pregunto al maestro por el cementerio San Francisco. Me han hablado tanto de este lugar y no puedo regresar sin visitarlo. Contemplarlo es tal cual me lo había imaginado; es que al ser este un pueblo de picapedreros, todas las lápidas están talladas en este material, lucen llenas de adornos. En ellas hay detalle, armonía y belleza. Además de las lápidas, nichos y cruces están tallados en granito, algunos están pintados y los que no, llevan flores de papel cometa, que tienen la forma de lágrimas y coronas. Esto me hace pensar que se trata del camposanto más vistoso y colorido que he visitado.

La piedra es un material noble, tan noble como el maestro Rodolfo Terán, quien se ha dedicado a enseñar su arte desde que tenía quince años de edad, con el único propósito de que esta tradición se mantega vigente vigente por siempre. Partimos con la certeza de que así será.