El Peruano
Año 4. Edición Nº 260. Jueves 21 de junio de 2018

ESPECIAL
PACAYA SAMIRIA
RETORNO A LO NATURAL

Explore la Selva de los Espejos

Toda experiencia de viaje es única e imborrable; no obstante, aquella que nos enfrenta a la naturaleza en su estado más puro activa en nuestras conciencias ese compromiso de conservación y de respeto por la Amazonía. En Pacaya Samiria, en este paraíso verde inmenso, eso queda claro. Texto y fotos: Juan Puelles
Son cerca de las 7:00 de la mañana. Navegamos por un canal de aguas negras como el azabache que reflejan el entorno. De pronto, una oscura figura que se mueve frenética en el bosque advierte nuestra presencia. Es un mono tití que salta y chilla rompiendo por un momento la solemnidad de la naturaleza. Ha llovido mucho y el ambiente es sombrío, pero al ser una reserva natural, la vida aparecerá en todo su esplendor. Estamos en la Reserva Nacional Pacaya Samiria, en esta selva indómita que se expresa en cada uno de sus extremos y a la que se le llama, sin discusión, La Selva de los Espejos.
El guía aparece en cada vuelta con una peluda tarántula, un murciélago, o una ranita de llamativos colores.

En cada viaje no solo descubro una ruta o un destino, sino también, lo principal, amigos a los que recurro cada vez que vuelvo de visita. Como ahora, que retorno emocionado a Loreto, región donde se enseñorea el mítico Amazonas, padre de todos los ríos.

Rosa Panaifo, Yuri Verano y Daniela Arréstegui, insustituibles en la oficina de turismo del distrito loretano de San Juan Bautista, nos contactan con el Pacaya Samiria Amazon Lodge. La promesa es realizar un espectacular periplo natural.

María Elena Lao nos espera. Ella es nuestra alegre anfitriona y gerente del lodge; deja de lado acartonados protocolos y nos da la bienvenida a ese paraíso lleno de vida.

Iquitos es la capital amazónica del Perú. Prácticamente es una isla en medio del inmenso océano verde formado por árboles gigantes. Y es en este escenario donde viviremos una experiencia de conservación y desarrollo sostenible que ellos proponen.

En la Reserva Nacional Pacaya Samiria, de más de dos millones de hectáreas, hay varios emprendimientos que conjugan la labor empresarial, conservacionista y de turismo comunitario. Este que visitamos es uno de ellos y podríamos asegurar que es pionero en estas tareas. Debemos ir primero a Nauta, poblado a casi dos horas al sur de Iquitos, a orillas del Marañón, otro de los grandes ríos amazónicos.

En la Amazonía, los ríos son las carreteras que conectan cada poblado. Esta vez, el caudaloso Marañón será la carretera en nuestra travesía y lo navegaremos río arriba. El recorrido tomará algún tiempo, de modo que al ser las 3:00 de la tarde, el almuerzo se sirve a bordo, en plena selva, mientras unas mesitas plegables convierten la embarcación en un improvisado restaurante flotante, en el que degustamos un tradicional juane.

Caminata intensa

Ya en la zona de amortiguamiento de la reserva, hacemos una escala en el fundo Casual, por lo que la caminata por estos recovecos selváticos no puede improvisarse. Euclides Canallo, de la comunidad San José de Sarapanga, es quien nos guía por este interesante circuito que conoce a la perfección.

Eso le ha dado ojo y olfato para detectar los riesgos que presenta el camino. ¿Una boa! Exclama de pronto. Su vista, entrenada, ha descubierto un hermoso ejemplar de una constrictora, agazapada entre los troncos, dentro de un riachuelo. Más allá, un viejo renaco, árbol propio de estas tierras, nos deja boquiabiertos debido a su enormidad. El guía aparece y desaparece, y en cada vuelta retorna con una peluda tarántula, un atemorizante murciélago y una ranita de llamativos colores.

En los alrededores
  • Visite las antiguas casonas de Iquitos y admire la opulencia en que se vivía en la época de la explotación del caucho. En su smartphone descargue el aplicativo Iquitos Cultural y obtendrá más información.
  • El distrito de San Juan Bautista, a minutos de Iquitos, prepara un interesante programa para la fiesta de San Juan, el 24 de junio, con conciertos, ferias gastronómicas y artesanales.
  • A partir de julio empezará la temporada de playas. Sí, playas en plena selva amazónica, específicamente en el distrito de San Juan.

El atardecer despunta en medio de mi estado absorto. La belleza pierde color y la intensidad de la noche aumenta. Euclides se ha quedado en su bosque. Nosotros, en el hospedaje, donde ahora la bienvenida cobra forma de un voluptuoso chuchuhuasi sour. “Buscamos explotar el turismo de naturaleza, pero también colaborar con las comunidades. Estamos convencidos de que el turismo sostenible es posible”, nos dice.

Cómo llegar
  • De Lima a Iquitos hay una hora y 45 minutos de vuelo y numerosas ofertas.
  • Tenga en cuenta que el clima es muy caluroso en esta época, por lo que debe llevar ropa ligera, bloqueador solar y una loción contra los insectos.
  • Es recomendable también llevar una prenda impermeable, por si aparece la lluvia.
  • El acogedor lodge visitado en este espectacular periplo amazónico tiene numerosos servicios. Ingrese a www.pacayasamiria.com.pe.

El lugar que ella gestiona tiene quince años en la reserva y en todo ese tiempo el apoyo a la comunidad kukama kukamiria ha sido constante. Nos quedamos en este paraje inmenso con ella y las historias, hasta que los sonidos nocturnos de la noche nos inducen al descanso.

Selva de vida

Amanece brumoso, y ese olor a tierra mojada que impregna el ambiente invita a seguir descubriendo la jungla. Son algo más de las 6:00 de la mañana, navegamos al suroeste, hasta Nauta Caño, un canal acuático que permite entrar en un rinconcito del área protegida. Una irrupción repentina en el agua delata lo que es para muchos la razón principal de visita a este paraíso: ver al delfín rosado, curioso, juguetón.

A Pacaya Samiria también la conocen como La Selva de los Espejos, pues todo se refleja en las aguas oscuras y quietas. Y todo sorprende. En una rama solitaria, una mamavieja, especie de halcón, espera paciente que sequen sus plumas. Bajo ella, sobre unas hojas flotantes, un par de jacanas buscan algún insecto para su desayuno. Entre tanto, bandadas de garzas cruzan los cielos, y entre las ramas de un árbol, chilla y salta un grupo de monitos titís, como celebrando nuestra visita.

A las 10:00 de la mañana nos dirigimos a La Posada, un otrora albergue privado que tiene como atractivo los puentes colgantes del bosque tropical. La sensación de encaramarse casi en las copas de los árboles es inolvidable.

Llega la tarde y de vuelta al lodge. Cecina, patacones y patarashca para disfrutar el almuerzo y preparar el retorno a Iquitos,oxigenados, satisfechos con esta iniciativa empresarial sostenible y comprometida con la comunidad. Gracias, María Elena. Prometemos volver.