Año 107 / Viernes 16 de febrero de 2018
Celebración popular. Las festividades de origen chino en el centro de Lima contagian su colorido y entusiasmo a propios y extraños.
MESTIZAJES

TODAS LAS SANGRES

El advenimiento del Año Nuevo Chino y sus coloridas celebraciones constituyen una nueva oportunidad para valorar el notable aporte de la colectividad asiática a la configuración de la cultura peruana.


ESCRIBE: RICHARD CHUHUE / HISTORIADOR

El mundo festeja hoy, 16 de febrero, el advenimiento del Año Nuevo Chino –el número 4716 en el calendario oriental–, que en esta ocasión es representado por el Perro de Tierra. Las celebraciones que se darán en diversos espacios del Perú donde existen inmigrantes chinos y sus descendientes, los tusanes, serán variopintas y conservan, además, una raigambre que el resto de la sociedad se ha acostumbrado a percibir.
En Lima, es habitual el hecho de asociar la presencia china con el nombre de Capón, que es la calle donde está nuestro barrio chino. Más esta no es una palabra oriental ni tampoco debe esta denominación (como de manera continua y errónea se ha venido sosteniendo) al supuesto hecho de haberse situado cerca de un espacio donde antiguamente se solían castrar (o ‘caponar’) animales para engordarlos y beneficiarlos luego.

HETEROGENEIDAD
La calle Capón es una vía que existe desde tiempo virreinal y en ella vivieron tanto aristócratas como población popular. Tenía también en esa época movimiento comercial, pues existían, al lado de las casas solariegas, algunas pulperías (tiendas), casas de platería e incluso un callejón. Como ha señalado Gabriel Ramón, era una característica de la Lima colonial su “heterogeneidad social intraurbana”. Esto quiere decir que al lado de encumbradas casas aristocráticas podían existir viviendas populares, haciendo del espacio urbano limeño un constante intercambio de socialización.
En Capón tuvieron su residencia el marqués de Villafuerte, la condesa de Casa Saavedra. Los condes de San Juan de Lurigancho y el de Montemira también poseían fincas. En el cruce de Capón con Anticona (hoy jirón Paruro) tenía su casa el conde de San Carlos, espacio que ocupa desde 1886 la Sociedad de Beneficencia China.
El nombre de Capón se debe a un clérigo limeño avecindado también en dicha arteria: Manuel de Loayza, cantor reconocido en la Catedral limeña. En 1750, el satírico limeño Francisco del Castillo Andraca y Tamayo, en un romance titulado Conversación de un ciego y un cojo en la esquina del Capón, hace referencia a este cantante ‘capón’ (o castrato, como también se les conocía): En la esquina del Capón /cuya voz, por más que cante, / a muchas que yo conozco / le basta para azorarse.
Otro poeta satírico limeño, Juan del Valle Caviedes, también escribe –a fines del siglo XVIII– sobre él, llamándolo “el canónigo capón”.
Después de tan solo dos años del inicio de la gran oleada inmigratoria china de 1849, podemos identificar la presencia de algunos asiáticos en las inmediaciones, cuestión que se consolidará con la inauguración del Mercado Central de Lima. Mas el proceso para la consolidación de este espacio como lugar representativo de su vivienda y negocios tomaría aún un tiempo, pues su presencia se puede percibir en toda la extensión de los Barrios Altos y también en el Rímac.

PRESENCIA CHINA
Hacia fines de 1861, un diario local citaba la concurrencia continua de chinos que se reunían en las calles Zamudio y Bravo (hoy cuadra 6 del jirón Cusco y cuadra 7 del jirón Rufino Torrico, respectivamente) para jugar y divertirse, generando alguna alarma entre los vecinos. En dichos espacios los chinos también practicaban su religión, pues tenían colocados cuadros y figuras de sus divinidades en “especie de pagodas”.
Años antes, una crónica periodística da cuenta cómo a inicios de 1856 una reunión (sin duda, debido a las celebraciones por el Año Nuevo Chino) había sido desbaratada por las fuerzas del orden en la calle de Santa María (hoy cuadra 6 de la avenida Abancay), pues los chinos hicieron una “fiesta religiosa con mucha algazara; y con muchos cohetecillos”.
Otra crónica, en enero de 1860, da referencias de la reunión de más de 1,000 chinos en la calle del Pozo, en el Rímac, también con la quema de muchos pirotécnicos y toda la comunidad vestida con sus más elegantes vestidos, tanto a la usanza occidental como oriental.
Poco a poco los inmigrantes chinos hicieron que la población local compartiera sus costumbres e incluso uno de los principales dioses cantoneses, el guerrero Kuang Kung, fue incorporado al santoral popular como San Acón. De esa misma forma, hoy las actividades por el Año Nuevo Chino son esperadas con alegría no solo por la comunidad china local, sino por toda la sociedad peruana en general.



"El nombre de Capón se debe a un clérigo limeño avecindado en dicha arteria: Manuel de Loayza, cantor reconocido en la Catedral."