Aquella noche no tenía aún claro lo que buscaba para magnificar el género. Fueron las semanas y los meses siguientes los que le brindaron la claridad necesaria para armar, como una pieza de filigrana, lo que este fin de semana veremos en el estreno de lo que hoy es bautizado como Perú mágico: Jean Pierre Magnet y Serenata de los Andes.
Esta propuesta reúne, por primera vez en un solo escenario, diversas artes con el fin de mostrarle al público no solo el nacimiento de los instrumentos musicales, sino también todo lo que esconde en sus sonidos y manifestaciones el mundo telúrico mediante temas emblemáticos del cancionero vernacular.
“Magnificar la música andina, con el respeto a sus raíces, es lo que busco. Es música del ande, pero también es mía porque soy peruano”.
Para tamaña aventura, Magnet tomó la mano de Miguel Rubio, fundador y esencia de Yuyachkani, quien ha diseñado los aspectos teatrales del show para que, junto a las luces y el concepto de imágenes especialmente trabajadas para la puesta, sean un todo; mientras se escucha ininterrumpidamente a 21 músicos en escena.
“Fue una idea que me salió luego de tocar en un concierto formal. Me dije a mí mismo voy a crear algo continuo sobre el escenario, una obra que tenga una historia, una hilación, es decir, que tenga sentido. Fíjate que el tema es cómo alucino el nacimiento de los instrumentos que se usan en Serenata de los Andes y tengo el apoyo de Yitzhak Fowks en el mapping, con imágenes especialmente trabajadas para este espectáculo. Es alucinante”.
“Vamos a presentar zampoñas, cinco saxofones, seis violines eléctricos, dos cellos, arpa, una guitarra eléctrica implementada, charango y percusión. Y así se sentirá que los violines salen de un nevado, el arpa brota de un diálogo con el agua, los saxofones emergen del centro de la tierra y la percusión aparece como una tormenta”.
Para Jean Pierre, esta exposición de los instrumentos busca mostrar el origen de cada sonido y, por medio de ellos, repintar temas de siempre, revalorizados en todo sentido, “por ejemplo, Princesita Huanca, que es el tema de la Marca Perú, se presentará de una manera nunca antes vista. No quiero decir la palabra sinfónico para explicarlo porque siento que está muy trillado el término; solo que será espectacular”.
No siempre Magnet enarboló, así tan decididamente, su pasión por la música del ande. Décadas atrás, cuando decidió que lo suyo sería la música, exploró las notas y “comencé en la música con el rock. He sido, soy y seré roquero porque es el idioma que sale puro del alma. Con esta propuesta aplico el sonido frontal del rock, junto a la música clásica, que no tiene límites en la composición. El jazz también es de la partida como la llave de la libertad porque es un género te da mucho conocimiento musical, mucha apertura en la gama de notas, que puede adornar mejor lo que pretendo mostrar”.
Para quien ha transitado, como pez en el agua, en grupos como Perú Jazz o Serenata de los Andes, su misión, desde hace 20 años, es “magnificar la música andina, desde mi punto de vista, respetando sus raíces. Es su música, pero también es mía, porque soy peruano”, enfatiza.
La propuesta de este músico peruano fácilmente podría convertirse en una clase obligatoria para los escolares. ¿Qué piensa él de esto? “Ahora vamos a presentarlo en un teatro, pero mi misión es compartirlo de manera gratuita con el pueblo. Lo hice una vez en el templo de Korikancha con otro espectáculo y fue alucinante”.
Él asegura que la música que hace con Serenata de los Andes llega a todos los estratos económicos. “Tengo admiradores que trabajan en limpieza en una municipalidad, así como personas de gran poder adquisitivo. En las calles me felicitan y son sinceros. Y creo que con el arte sí puedo llegar, por ejemplo, a San Juan de Lurigancho, a Villa María del Triunfo, Comas, donde todos sentimos igual. Esto es música evolucionada. Con el arte no hay barreras”.
No todo es auspicioso. Para Robiglio, uno de los errores más grandes es que la llamada “industria del patrimonio” monopolice los centros históricos, dejando de lado otras actividades, sobre todo la vivienda. “Sin habitantes, el centro histórico se convierte en una escenografía vacía y pierde su sentido profundo”.
El arquitecto italiano expone el caso de Venecia. Explica que aquí la población se redujo sustancialmente después de las guerras, mientras el turismo crecía hasta el punto que el gobierno de la ciudad coloca hoy contadores de personas y, al parecer pronto cobrará entradas, con el propósito de controlar el flujo del turismo global veloz que poco conoce y entiende la ciudad, pero sí la deteriora.
La belleza del centro histórico –una contribución más de la cultura italiana a la conservación– es una dialéctica entre el monumento y el tejido social, entre la vida cotidiana y la obra de arte. Sin la primera, la segunda cambia de sentido. “No se entiende a Dante o Giotto sin comprender la ciudad –conflictuada, mercantil, productiva, densamente habitada– de la que sus obras son expresiones”.
El investigador insiste en la importancia de la presencia de la población en los proyectos. “Ningún proyecto de regeneración que no sea un embellecimiento superficial puede hacerse sin involucrar a los habitantes en el proceso de transformación del pasado al futuro. El papel de la autoridad es clave”. Por ello, propone construir un espacio de diálogo, de participación, de ciudadanía activa, para garantizar una dirección que dé sentido al trabajo conjunto y que no se reduzca a intervenciones sin coordinación.