En el siglo XIX, instalada la República, el Perú “importó” una figura de rasgos foráneos para encarnar el sentimiento patrio en monedas, sellos y demás iconografía oficial. Se trataba de una mujer sentada de lado, por lo general con una corona de laureles, el perfil griego y larga túnica blanca. Y quienes tenían oportunidad de observarla en detalle terminaban confundiéndola con otras alegorías de la época: la justicia, la libertad, la victoria.
Con el paso del tiempo, esa representación inicial ha cedido terreno y, a cuatro años del bicentenario de la independencia –más allá de símbolos patrios, como la Bandera y el Escudo–, son otras las imágenes que predominan a la hora de pensar y proyectar el sentimiento de nación, especialmente en coyunturas de “patriotismo” temporal exacerbado. El reciente mundial de fútbol, por ejemplo.
“¿Quién es la madre patria y cómo la represen-tamos? Cincuenta y tres artistas aceptaron contestar esta pregunta”.
¿Quién es la madre patria y cómo la representamos? Cincuenta y tres artistas aceptaron contestar esta pregunta, formulada –palabras más, palabras menos– por la pintora Patricia Alor, curadora de la muestra El arte de hacer patria: cuerpo e identidad.
El resultado es un conjunto de obras en fotografía, escultura, pintura, grabado, poesía, dibujo e intervención gráfica que resumen una mirada diversa sobre un personaje aparentemente perdido en los vericuetos de la historia.
El rango de edad de los convocados para esta exposición colectiva es un dato interesante: hay artistas que apenas llegan a los 25 años y otros que ya pasaron los 60. Como en un collage bien ensamblado, la diferencia alimenta la diversidad de una propuesta firme, con visiones optimistas, pero también críticas, no sobre la madre patria en sí, sino sobre lo que los peruanos hemos hecho con ella.
En su dibujo digital titulado Humillante realidad, por ejemplo, el artista José Hugo García muestra una madre patria con una túnica ensangrentada a la altura de la vagina, con la fachada de la Casa de Pizarro como telón de fondo y detrás de él una montaña de pelotas de fútbol.
La madre patria de Arturo Quispe, en cambio, es una chola de músculos firmes, ataviada esplendorosamente con los símbolos de la autoridad inca y pisando el casco emplumado de un conquistador español. Todo un discurso desde la gráfica sencilla del dibujo. Y la de Renato Rosado es una anciana que muestra en sus manos la fotografía de un hijo desaparecido. Que cada quien lea la obra a su manera.
“La muestra El arte de hacer patria pretende identificar qué es este personaje –la madre patria– y cómo lo ven los peruanos según el conocimiento de la historia, pero sin olvidar la simbología que la envuelve”, afirma Patricia Alor en el texto curatorial que esta vez se entregará al público a manera de carta personal.
En algún momento del pasado reciente se discutió la pertinencia de crear una suerte de Marianne andina, una figura que sintetizara el espíritu de una nación pujante y progresista, pero la idea quedó descartada porque el nuestro no es un país completamente andino. La república de los mil valles es también la de todas las sangres, con la evidente complejidad que esa referencia implica en tiempos de globalidad.
En cualquier caso, la muestra que se inaugurará el jueves 26 en el auditorio Icpna de San Miguel será una buena oportunidad para mirarnos en ese espejo de reflejos potentes que ha sido, es y será el arte.