El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 578 // Viernes 15 de febrero de 2019
ESCENARIOS
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UNIVERSOS INFINITOS

Rodrigo Falla, director de Constelaciones, toma la complejidad de su nuevo proyecto como punto de partida para hablar de ficciones realistas y de corrientes teóricas que pueden aplicarse tanto a la vida cotidiana como al teatro. ESCRIBE: luis m. santa cruz # #
En el escenario del Teatro de Lucía, Gisela Ponce de León y Jesús Neyra forman una pareja que comete un error. Y, en automático, ahora son una pareja que realiza una equivocación similar, para luego hacer las cosas aparentemente bien. La explicación no es sencilla, pero solo basta con conversarlo un poco.

EN TEMPORADA
Jesús Neyra, uno de los protagonistas, descubrió el texto de Constelaciones hace cuatro años, gracias a la recomendación de un amigo. Desde entonces, junto a Gisela Ponce de León, intentó sacar adelante el montaje. Y al enterarse de que Rodrigo Falla también quería traer el proyecto a Lima, no dudaron en juntarse. La temporada de Constelaciones va hasta el lunes 4 de marzo en el Teatro de Lucía (Bellavista 512, Miraflores).
NUEVO UNIVERSO

La idea de los “multiversos” viene fascinando a los autores en los últimos años. Ya sea con los términos científicos de Stephen Hawking o con el impacto visual de propuestas cinematográficas como Spider-Man Into the Spiderverse, la posibilidad de mundos infinitos, en los que existen infinitas versiones nuestras, es más real de lo que parece. Y hoy el teatro pone su ficha sobre la mesa.

Rodrigo Falla, director de esta versión de Constelaciones, se encontró con el texto durante un viaje a Nueva York. Más que el tema, lo que lo acercó a la historia fue que en la autoría estaba una joven leyenda del teatro, ese dramaturgo conocido como Nick Payne, creador de clásicos automáticos como The Same Deep Water As Me y Wanderlust.

La primera impresión de Falla es que el guion era extraño, entreverado e intimidante. La analogía exacta es que se sintió como un niño ante un rompecabezas de mil piezas, pero sin una imagen como guía para armarlo. Al mismo tiempo, pudo empatizar con esa crudeza y humor que siempre está presente en las historias del británico.

Lo siguiente fue proyectar las imágenes en su cabeza, no siempre de forma concreta ya que obras de este tipo requieren de material más abstracto. Tuvo que volver a leerla, traducirla varias veces, para que todo se fuera armando de forma coherente, repitiéndose en voz alta que aquí hay mucha responsabilidad de por medio. La principal, con el honor del dramaturgo, pero también con los otros montajes de la historia, que no son pocos. Es más, hay un par realizándose en países vecinos.

La analogía exacta es que se sintió como un niño ante un rompecabezas de mil piezas, pero sin una imagen como guía para armarlo
CUESTIÓN DE TIEMPO

En Constelaciones, vemos todas las posibilidades en una relación de pareja, todas las versiones sucediendo en paralelo en el multiverso. Siempre rondaba la posibilidad de que fuera difícil de entender para la audiencia, pero Rodrigo confió en que su interés en el tema diera frutos ante las masas. Y es que el universo, la realidad y, sobre todo, el tiempo, son elementos que fascinan al director.

Falla vive pensando en que nuestro tiempo es lineal y en la maldición de que no podemos retroceder el tiempo para corregir nuestros errores o ir hacia adelante para entender la repercusión de nuestras acciones. Observa al tiempo como un recurso no renovable, así que no se pierde en la nebulosa de la duda al momento de aceptar un trabajo o armar una obra.

Con ese plan, decidió no perder el tiempo en tener miedo a que la complejidad de Constelaciones fuera un problema y se dedicó a profundizar en la humanidad de unos personajes que, a la larga, somos todos los que hemos estado en una relación.

Su amor/odio con el tiempo se ve representado en el valor de cada decisión que ha tomado, ya que todo lo ha llevado a una vida dedicada al teatro. Todos los caminos lo apuntaron hacia cumplir sus sueños, como lo que sucedió el año pasado al conocer al gran Nick Payne en una de sus raras visitas a Lima.

Rodrigo pasó de ser “ese director tan formal” a sentirse como una adolescente frente a Beyoncé. Se puso en modo fan y se tomó selfies con él, aunque no tuvo el valor para pedirle que firmara el guion inicial de Constelaciones en el que ya estaba trabajando. Como si fuera poco, terminó acompañándolo a un supermercado para buscar una cafetera. Me cuenta la anécdota y se pellizca los brazos, preguntándose si tal vez está en una especie de coma en el que imagina todas las cosas buenas que le vienen pasando.

Ve a sus actores sobre el escenario vivir más de una vida a la vez y descubre que todo es verdad. Esa sensación de realidad que le da el teatro es imposible de repetir y nada es un sueño. Solamente son las constelaciones brillando a su favor en este y otros universos.