El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 580 // Viernes 1 de marzo de 2019
POESÍA
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LOS VERSOS VOLCÁNICOS

Dos jóvenes poetas animan la actividad literaria de Arequipa. Con ambiciones y estilos distintos, coinciden en la influencia de su ciudad dentro de su obra y en la importancia de valorar la diversidad cultural del Perú. escribe: luis francisco palomino # #
Hace un par de años aproveché una visita a Cusco para buscar material de Mario Guevara Paredes, prosista incaico, cuyo cuento ‘Cazador de gringas’ había llamado mi atención. Fui a varias librerías y no encontré nada de su obra, pero compré una novela de Karina Pacheco Medrano, con la curiosidad de que una mujer cusqueña fuera la recomendada por los libreros de su región.

En Arequipa, cerca de la Ciudad Imperial, la situación es parecida: los nombres de escritoras destacan en el ambiente literario que circunda al Misti. No en vano se nace al pie de un volcán, dicen. Katherine Medina Rondón y Ana Carolina Zegarra están en erupción. Solo que, a diferencia de Pacheco, ellas trabajan con los versos. “La poesía es un acto de resistencia, es el artefacto más incómodo y cuestionador para el sistema. No genera un récord en ventas”, se presenta Katherine, autora de dedos prolíficos: a sus casi veinticinco años ya ha publicado cuatro poemarios.

Quizá esa velocidad la estimularon sus padres, quienes le leían cuentos de los hermanos Grimm a la niña que fue. Luego, ella buscaría su ruta entre los libros, y a los ocho se citaría a solas con ‘El príncipe feliz’, de Oscar Wilde. A ese ritmo vertiginoso tramitó su DNI con un poemario editado: Murmullos y volantes (2012).

AL MARGEN DE TODO

“En ese libro mi ciudad se presenta como un animal enfermo y maquillado por sus pobladores para ser visto desde afuera como un pequeño oasis. Mi poesía se sitúa al margen de todo basamento regionalista. Mi única patria es el corazón humano. No obstante, no puedo negarme a contemplar mi pueblo desde el placer estético: caminar a las 4 de la mañana por el centro. Me conmueve la belleza del paisaje urbano solitario”, comenta la poeta.

El año pasado, sus palabras retornaron a las imprentas con Disidencia, un título que podría ser parte de su apellido. Aquí algunas estrofas: “Me postro al devenir / desapareciendo entre la oscilación / de la gente que piensa en generar / los bienes que no tengo / Debí fundirme en aquel escenario / donde imploran los futuros nombres olvidados / Pero no puedo / Yo tan solo canto en la acera / con mi paraguas roto / sin darme cuenta de que sobrevivo”.

HIPERVÍNCULOS

“Arequipa es fundamental en mi obra, es mi lugar, mi cajón. Aquí he ejercido todo tipo de movimientos vivenciales, es cumbre de lo que he escrito. No hay una parte de mi corazón que no esté cargada con mi ciudad”, dice Ana Carolina Zegarra, quien publicó el poemario La Vida después de la Supervida en el 2018.

La fragmentación y la dispersión son características de sus párrafos, que están salpicados de neuronas en delirantes sinapsis, como si fuesen un cuadro del más visceral Jackson Pollock. En la sucesión de oraciones el pensamiento se desarticula, se bifurca y enrumba por otras corrientes. Es un lenguaje que dialoga con el surrealismo, con los hipervínculos de Internet: “Me dijiste que partir era sacarme el vientre / pienso que es la molleja que he reciclado la que se va contigo / mis alcoholes esos polos fétidos / la tremenda caravana de choclos con queso / Mientras tanto tus ojos planifican quimera constitucional / que todo esté en orden –por favor– que no baile la abuela / (aquí la cerveza es una piscina de Tingo) / tengo que agradecer que tú seas mi cónyuge / y tus nubes floten en las verbenas de mi saliva / dices que partir es partirme / pero mis huesos carecen de código civil / el buen acto sería doblar”.

ARRAIGO Y DISIDENCIA
El arraigo de Ana Carolina Zegarra con Arequipa se manifiesta mediante la fe. Ella cree que es posible forjar una carrera literaria desde su tierra. “No quiero pensar que Lima es capital, que Arequipa es provincia, porque eso genera escisión, una suerte de jerarquía… Aquí hay cierto distanciamiento con la lectura, pero también hay grupos que están creando espacios, que colaboran con la difusión del arte”, indica. A Katherine Medina no le interesa hacer una carrera.
PERÚ DIVERSO

Aunque sus ambiciones y propuestas estilísticas difieran, Medina y Zegarra coinciden en la urgencia de asumirnos como una nación pluricultural. “Lima no es el Perú. Necesitamos fondos para publicar a jóvenes de diferentes regiones… y no solo libros de narrativa, sino de otros géneros que no se someten al sistema capitalista contable, como la poesía y el ensayo”, manifiesta la primera.

De hecho, esa petición se satisfizo parcialmente el año pasado con los Estímulos económicos para el Libro y el fomento de la Lectura y la Escritura, que desembolsó cerca de 1.3 millones de soles entre sus beneficiados. ¡Esta iniciativa estatal debería continuar este 2019! Y, como sugiere Zegarra, no olvidar un detalle de gran importancia: “No hay que homogeneizar, sino mezclar. Lo diverso y lo único harán que tengamos una cosa más que interesante… muy nutritiva”.