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juniode2017
LoNuestro
El Peruano
5
Qué visitamos
Atractivosurba-
nos: Iglesiacolonialde
SanMiguelArcángel,
SantuariodelSeñor
deCayac, ríoPativila,
cerroJerusalény las
queseríasdelpueblo.
Fiestas:Señorde
Cayac(3demayo),
SanMiguelArcángel
(27desetiembreal
3deoctubre),Santa
RosadeLima(2de
setiembre).
Lapoblaciónde
Aquiasuma3,000ha-
bitantes. Cuentacon
serviciosde luz,agua,
desagüe, telefonía
celulareinternet.
TurismoCavassa lo
llevadeLimaaAquia
ensietehorasdeviaje.
Laviejasincorona
A diferencia de lo ocurrido
con el an itrión y guía de
Santa Rosa, la carcajada
de Magdalena no deja ni un
resquiciodeduda.Ellaestáfeliz
por su divertida ocurrencia y
la jocosa equivocación que la
llevó a etiquetar con el ‘mote’
de ‘vieja aventurera’ al autor
de estas líneas, incapaz de
defendersetrascasidoshoras
de ascenso demoledor desde
el cascourbanodeAquia, con
su iglesia colonial, su entorno
montañoso y sus callecitas
transitadas por burritos que
llevaban porongos de leche.
Peroelatrevimientodeesa
madre, pastora y campesina
que interrumpió sus queha-
ceres para conversar alegre
con losrecién llegadosnoter-
minaría ahí. Elladescargaría
otro misil verbal contra esa
extraña ‘vieja’ debarbitades-
prolijaycrecientepelada. “Ah,
yo pensaba que era la esposa
de Jaime”, dijo con ironía.
Lo que estaba fuera de
“Aquiase luce
consuiglesia
colonial, su
aireserrano,
suscallesy
susburrosque
llevan la leche
queproducen”.
doa lonuestro’.
Las visiones de
hoy no coin-
ciden con las
imágenes a l-
macenadas en
sumemoria, es-
pecialmente en
la de Eddy, que
nació y creció
en este distrito.
Aquí están sus
raíces, sus afec-
tos y recuerdos.
Pero no hay
quedejarseganar
por lanostalgia.Mejores reír
con la dicharachera Magda-
lena o imaginar con Jaime
Palmiro y Alan Barrenechea
–unvoluntariosoaquinoque
seunióal ascenso–quéhabía
sidoCoronaPuntaenel tiem-
podelosantiguos. ¿Unaforta-
leza, unpuntoestratégicode
vigilancia, un rosario de col-
cascircularesparaalmacenar
las cosechas de las cercanas
andenerías de Jerusalén?
Imaginación desatada
entre las piedras vencidas
deuncomplejoarqueológico
abandonado. Entonces, Eddy
se convierte en un guardia
que otea la cimbreante geo-
gra ía. Lo hace con una son-
risa, no con el gesto adusto y
preocupado que moldeó su
rostro en la tensa espera de
eseviajeroperdidoquesigue
jurandoque jamás seperdió.
Calorhumano
“Solo me fui por arriba
cuando tenía que irme para
abajo”, espeta con tonito
inocente en la casa de las
señorasCeciliayBetyOnofre,
un remansode cordialidady
calorenPachapaqui.Nadie le
cree.Élsehabíadesorientado
por separarse del grupo en
la agotadora jornada de
sol, lluvia y granizo en la
que visitaron las lagunas
Yanacocha y Carhuacocha.
Y, aunque lo niegue, de
puro chiripazo apareció en
lacimadeuncerrosinrutade
bajada. De allí fue rescatado
porel intrépidoIsaíasChávez.
“No, salvadono, acompañado
por él”, retruca antes de des-
viar la conversación hacia la
jornadaanteriorenelbosque
de puyas y en las quebradas
connevadoslejanosdePacha-
paqui.YalláestáBurroPunta,
una montaña con forma de
borrico…
¿Con o sin porongos? Na-
die responde. Tendrá que
averiguarlo en otra expedi-
ción y revelarlo en su próxi-
ma crónica y otra vez no
sabrá por donde comenzar.
Y es que Aquia jamás dejará
de sorprenderlo.
O
dudas es que esa vieja (o)
era una auténtica aventure-
ra (o), que se había atrevido
a remontar hasta los más de
4,000m.s.n.m.deCoronaPun-
ta,unmiradordequebradasy
valles, de pueblos y caseríos,
de andenes y chacras, y tam-
bién del nevado Quicash, el
apu omnipresente que pro-
tegeAquia y refulge enSanta
Rosa y en Ogopampa, en la
ruta a Lacllash.
Antes su ponchito blanco
eramás largo, escucharonre-
petidamente los miembros
de la expedición ‘Retornan-
on los burritos que transportanenporongos la leche fresca de vaca que se produce en toda la localidad.