El Peruano

Año 107 // 3ª etapa // 542 // Viernes 13 de abril de 2018
LEGADOS

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CADENA DE SABERES

Lenguas originarias en peligro de extinción, saberes que abogan por una relación armoniosa con la naturaleza y prácticas culturales que se transmiten mediante una cadena intergeneracional a punto de romperse son rescatados como parte de un esfuerzo para mejorar la situación del adulto mayor.
ESCRIBE: ELOY JÁUREGUI
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Enriqueta Shumpate Patiancuri tiene 105 años y por primera vez en su vida llega a la agencia del Banco de la Nación de Satipo para cobrar una pensión. Doña Enriqueta también estrena su flamante DNI y recibe los 250 soles que otorga el programa Pensión 65 a los adultos mayores que superan los 65 años y que viven en situación de extrema pobreza.

Doña Enriqueta es asháninka, se comunica en lengua machiguenga y habla poco castellano. Hace uno días acudió a la agencia bancaria vestida con su tradicional cushma, bien conservada. Ella es la mujer más longeva del distrito de Coviriali, en el departamento de Junín, y la conocen como ‘Natomancha’. Desde joven tejía canastas y tapetes, además de trabajar en la chacra, donde sembraba arroz, pituca y mauna. También era experta en la pesca de río y llevaba para su casa bagres, carachamas, chupadoras y barbones.

Así como ella, el programa del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) ampara a 540,000 usuarios repartidos en los 1,874 distritos de todo el país. Hasta hace unos años, los adultos mayores que vivían en extrema pobreza eran marginales para la sociedad e invisibles para el Estado. Así, Pensión 65 surge como una respuesta del Estado ante la necesidad de brindar protección a un sector especialmente vulnerable de la población, y les entrega una subvención económica de 250 soles bimestrales por persona.

Estos peruanos marginales hoy pueden paliar sus necesidades básicas y, de esta manera, son revalorados por sus familias y su comunidad.

Gracias a las transferencias económicas, ellos contribuyen también a dinamizar los pequeños mercados y ferias locales. Pensión 65 se originó el 1 de enero de 2012 y fue asignado al Midis, encargado de diseñar y conducir las políticas y estrategias encaminadas a reducir la pobreza y la vulnerabilidad de diversos sectores poblacionales.

Con Saberes Productivos se ha iniciado también el rescate de lenguas indígenas en extinción
ACCIÓN DIRECTA
Pensión 65 atiende a adultos mayores que superan los 65 años y que viven en situación de pobreza extrema pobreza en alguno de los 1,874 distritos de todo el país. Según el INEI, en el Perú existen 15’887,000 mujeres y representan el 49.9% de la población total del país. Al año 2016, 7’439,600 mujeres (de 14 y más años de edad) son parte de la Población Económicamente Activa (PEA).
SABER PRODUCTIVO

Otro de los logros obtenidos en este campo es el plan Saberes Productivos, destinado a contribuir con la protección integral de las personas adultas mayores en pobreza extrema. Mediante la iniciativa, los usuarios del programa son reconocidos como portadores de conocimientos y prácticas ancestrales y revalorados en sus comunidades. A su vez, los saberes son identificados, registrados y difundidos, y permiten procesos de desarrollo local que favorecen a toda la comunidad. El registro de los saberes tradicionales y su difusión es el aporte de los usuarios de Pensión 65 a las nuevas generaciones de peruanos. Otro de los aportes de Pensión 65 es que no solo se encarga de entregar una subvención económica, sino que el programa trabaja con otras entidades para fortalecer las redes de protección social hacia sus usuarias y usuarios. Eso ocurre con Saberes Productivos, que se iniciara en los distritos ayacuchanos Los Morochucos y Sarhua. En el primero, los adultos mayores transmitieron a los niños y jóvenes, sus secretos para montar a caballo (a la usanza de los vaqueros del Ande o morochucos); como para trenzar sogas y lazos de cuero con el fin de cabalgar y fabricar el cocobolo (accesorio para defensa personal). En Sarhua, les enseñaron a fabricar las tradicionales tablas de Sarhua.

Con Saberes Productivos se ha iniciado también el rescate de lenguas indígenas en extinción, una experiencia en la que cumplen un papel fundamental los adultos mayores, quienes interactúan con los niños y jóvenes para preservar su lengua materna y su identidad como comunidad. Hay intervenciones de Saberes Productivos con enfoque centrado en la revitalización de lenguas como el jaqaru y el kukama.

POR GENERACIONES

Las actividades del programa Saberes Productivos se ejecutan de manera permanente en cada distrito, asegurando la sostenibilidad de la intervención desde tres fases o niveles. Primero, los encuentros semanales de intercambio a nivel generacional para establecer redes de apoyo entre adultos mayores, mediante la recuperación colectiva de prácticas y conocimientos tradicionales. Segundo, las transmisiones intergeneracionales en colegios: las personas adultas mayores se relacionan con otras generaciones para visibilizar su importancia para la comunidad. Y, tercero, los gobiernos locales –con la asistencia técnica de Pensión 65– organizan anualmente un Encuentro de Saberes Productivos, donde los adultos mayores muestran a toda la comunidad sus trabajos, lo que permite que la intervención sea reconocida también fuera del distrito.

El programa es sumamente ambicioso en sus diferentes tipologías y abarca los planos de las lenguas y tradiciones orales, la música y danza, las fiestas y celebraciones rituales y las fiestas religiosas, los indicadores climáticos, las técnicas artesanales tradicionales que contemplan desde la textilería hasta la elaboración de joyas, la medicina tradicional y las plantas medicinales, las prácticas y tecnologías para la producción y comercialización.

De todas estas experiencias, queda como enseñanza que mientras Pensión 65 diseña, capacita y monitorea la intervención, los municipios ceden los espacios para las reuniones y brinda el personal necesario. A la fecha, en los 24 departamentos del país, el programa ha firmado acuerdos con 573 municipios, donde 65,489 usuarios (57% mujeres y 43% varones) participan en Saberes Productivos.

Asimismo, 35,251 escolares (de 382 colegios) asisten a 6,336 Diálogos de Saberes. También se realizaron 1,693 sesiones de intercambio intergeneracional y 292 Encuentros de Saberes Productivos.

GENTE CON HISTORIA

Los peruanos de la tercera edad han experimentado con el programa Saberes Productivos que sus vidas tienen valor. Una valía que resalta el rol activo de los adultos mayores en la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial de cada localidad.

Cuentos y leyendas, música y danza, técnicas textiles, alfarería, medicina tradicional, son transmitidos a las nuevas generaciones. Hoy se estima que son más de 9,000 los saberes que han sido rescatados como parte de este esfuerzo.

Si los 105 años de doña Enriqueta Shumpate Patiancuri, de la nación asháninka, eran ya una historia ejemplar, muchos otros peruanos tienen una nueva oportunidad para vivir de manera digna su tercera edad, no obstante los extremos a los que empuja la pobreza. En ese grupo está el veterano Esteban Carrillo Dioses, conocido como “El Señor de los Manglares” en las costas de Tumbes. Con la pensión que recibe, don Esteban cubre sus gastos menores en los manglares. Esa confianza le da fuerzas, ni bien amanece, para agarrar una balsa y atravesar el río, antes de internarse en el manglar para extraer conchas negras y cangrejos con una destreza envidiable.

Igual experiencia vive hoy Nicolasa Villalta, de Zarumilla, Tumbes, con 89 años; o Rosalbina Valerio, de Tupe, Yauyos, Lima; o don Gumercindo Carbajal, de Ichupampa, Arequipa. Todos ellos, como otros peruanos, han mejorado en su calidad de vida. Finalmente, hoy se conoce la historia de José Mishaja Shajao, natural de Infierno, en Madre de Dios.

¿Infierno? Sí, la comunidad ubicada a 19 kilómetros de Puerto Maldonado donde vive José. Cierto, el lugar tiene un nombre injusto, no obstante que está instalado en medio del bosque y suele ser una ruta atractiva para los turistas. José es un reconocido chamán que ahora se dedica a la enseñanza del idioma ese eja (uno de los 47 que se hablan en Perú, 43 de ellos en la Amazonía), hoy utilizado por no más de 500 hablantes.

Padre de seis hijos, dos de ellos guías de turismo como él, don José se dedicó a la enseñanza del ese eja desde 2014, en la escuela integrada de Infierno. “Me siento muy satisfecho porque creo que lograré dar a los niños la enseñanza de que deben mantener nuestro idioma. No hablarlo sería negarnos. Hay que impedir ese destino. Nosotros tenemos un pasado, una historia y una memoria que conservar. Es lo que les digo. La selva es nuestra riqueza y nos da vida.”