Solo en Lima, son más de tres millones de compatriotas, mujeres y hombres de todas las edades que generan ellos mismos sus medios de subsistencia. Sin embargo, en su mayoría no tienen acceso a la seguridad social ni posibilidades de acceder a una pensión jubilatoria.
AQUELLO ESTÁ LIGADO A LA VISIÓN QUE TENGA LA MUNICIPALIDAD. SI REALMENTE QUIEREN TRABAJAR DE LA MANO CON ESAS PERSONAS, PUES DESDE QUE SE LES REGULE Y SE LES OTORGUE UNA LICENCIA DEBEN ENTRAN A UN PROGRAMA DE FORMALIZACIÓN.
Una mirada más profunda nos puede ayudar a entender este tema. Por ejemplo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), de las cuatro millones 920,400 personas ocupadas en el Perú, el 33.1% (un millón 629,300 personas) no cuentan con algún tipo de seguro de salud; mientras que el 66.9% (tres millones 291,100 personas) sí acceden a este servicio.
El empleo informal es mayoritario en nuestro país y representa un tercio de la población de Lima, la ciudad que genera la mitad del producto bruto interno (PBI) del país.
La coordinadora para América Latina de la red de ONG e investigadores Wiego, Carmen Roca, consideró que, para analizar el tema, debemos diferenciar entre el sector informal y el empleo informal.
“Siempre hay una confusión entre ambos. Nosotros nos ocupamos del empleo informal, el cual tiene que ver con aquellas personas que trabajan, pero no están reguladas por leyes laborales ni tienen la protección social que da el trabajo formal; es decir, tener acceso a la salud o contar con un programa de pensiones, así como acceso al cuidado infantil”, aseveró.
Hasta agosto de este año, los datos del INEI refieren que los ocupados en el territorio nacional con seguro privado de salud disminuyeron en 34.5%, es decir, 38,100 personas.
También se reportó una merma entre los que tienen Seguro Integral de Salud (SIS) en 3.5%; mientras que la disminución entre los que cuentan con seguro de Essalud fue de 2.4%, equivalente a 51,300 personas (INEI: Situación del Mercado Laboral en Lima Metropolitana - Trimestre móvil: Junio-Julio-Agosto 2018).
QUIEN ESTÁ EN UN MERCADO TIENE LA ASPIRACIÓN DE CONVERTIRSE EN EL DUEÑO DE ESE MERCADO O, AL MENOS, DE TENER SU PROPIO PUESTO. TODO ELLO IMPLICA MEJORAR LOS INGRESOS DE LAS PERSONAS, ACRECENTAR SU PRODUCTIVIDAD Y HACER DE LOS TRABAJADORES INFORMALES PERSONAS MÁS COMPETITIVAS.
¿Qué papel pueden jugar las municipalidades en este escenario? Aunque a primera vista no parece haber una relación muy estrecha, los gobiernos locales pueden ser una herramienta muy útil para mejorar los estándares de vida y seguridad de los trabajadores informales.
Por ejemplo, muchos trabajadores tienen mecanismos de ahorro colectivo que, con la asesoría adecuada, podría redituar en mecanismos de seguridad.
Según Roca, en cualquier distrito del Perú son las municipalidades las que pueden dar permiso de trabajar en las calles o pueden negar el mismo.
“Las municipalidades pueden confiscar la mercadería, inclusive pueden quitarles sus vehículos y, en algunos casos, les cobran cupos por trabajar en los lugares en los que se encuentran, como lo vimos recientemente en el distrito de La Victoria. Y pese a que pagan tarifas, los trabajadores no reciben nada a cambio, pues la limpieza y la seguridad la ponen ellos mismos”, comentó.
De hecho, agregó, la municipalidad no facilita el trabajo de quien está en la vía pública ni colocando un sitio para los servicios higiénicos.
“Sin embargo, los propios trabajadores informales han ido construyendo sus mecanismos de seguridad con mucho ingenio”, precisó la ejecutiva. Dijo que ellos pueden ahorrar porque lo hacen de manera colectiva.
“Por ejemplo, una asociación de comerciantes de 200 personas puede aportar con entre dos y tres soles diarios de sus ventas. Si ello se multiplica por el número de miembros en un período de 300 días al año, se genera una capacidad de ahorro”, asegura Roca.
La especialista sostiene que trabajando junto con la municipalidad se puede traer a la empresa privada para que asesore y brinde servicios. La representante de Wiego cree que todo depende de la visión que tenga el gobierno local.
“Pueden verlo como un problema o como una fuente de ingresos diarios, y que cuando les toque salir de las calles lo hagan para mejorar, dentro de un local que reúna las condiciones para trabajar”, puntualizó.