El Peruano

Año 4. Edición Nº 247. Miércoles 28 de marzo de 2018


ZORRITOS Y PUNTA SAL

Litoral de ensueño

El verano se termina, lpero se queda en el norte peruano. Es hora de hacer un recorrido por algunas playas paradisiacas. Iniciamos en Zorritos, ubicada a 28 km al sur de Tumbes, para luego planificar el viaje hasta las fabulosas Punta Sal, Máncora, Órganos, El Ñuro y Cabo Blanco.


Texto y fotos: Claudia Ugarte

A la carta. Botes y pesca son protagonistas de la celebrada gastronomía marina norteña.

Escojo a Tumbes como el punto de partida de una corta expedición playera. Mientras divago sobre las contradicciones que presenta la costa peruana, el vehículo en el que viajo se interna hacia el oeste y aparece el mar para abarcarlo todo. Una interminable franja azul turquesa proporciona un placer a la vista que más tarde se trasladará a la piel.

Color y calor
Sombrillas de todos los colores anuncian que ya estoy en Zorritos, uno de los balnearios más conocidos de Tumbes. Busco mi primer cebiche norteño en el mercado de esta pequeña ciudad de pescadores. Ya luego descubriré la enorme variedad de restaurantes que se encuentran a lo largo del balneario y de su avenida principal, donde llama la atención un barco de madera que sirve de monumento central.
Las olas de Zorritos son como una mecedora cuando se abandona el cuerpo en sus aguas cristalinas. El sol es duro, pero el mar refresca con temperatura perfecta. Incluso en la tarde o noche, sus aguas serán como tibias caricias que relajan. Esto se debe a la corriente marina El Niño, que mantiene caliente el mar de Tumbes y ha hecho que a toda esa zona se le conozca también como ‘El Caribe Peruano’.

En Punta Sal las olas son suaves y desde el fondo del mar se disfruta la panorámica del balneario.

Pesca del día
Después de nadar un poco, busco una sombra y observo el permanente movimiento de los pescadores. Algunas embarcaciones se tardan horas en equiparse para la pesca del día y, finalmente, ingresan al mar cuando los cangrejos comienzan a llenar la arena blanca de puntos anaranjados. El atardecer de Zorritos, como en todos los cielos despejados de la costa, es supremo y, ciertamente, inolvidable.
Me quedo frente a la costa hasta la noche. La luna llena me acompaña mientras decido dar un paseo nocturno. En la calle principal la comida sigue siendo protagonista, con todas sus variantes y precios. ¡Es difícil, casi imposible, dejar de comer en Zorritos!
Elijo un cebiche con tollo como desayuno muy temprano en la mañana. Antes de abandonar este balneario para seguir hacia Punta Sal (también en la región Tumbes), hago un último recorrido por la playa.
Una concentración de gaviotas y fragatas en la zona de pescadores llama mi atención. Me acerco hacia unos puestos de madera que parecen vacíos. Algunos botes varados dificultan mi visión, pero sigo caminando hasta que finalmente descubro que lo que atrae a tantas aves son los restos de peces que desecha un pescador, mientras prepara el insumo principal del cebiche que venderá en unas horas.
Tiene sus preferidas. Son los piqueros de pata azul, hermosas aves exclusivas del norte peruano y de Ecuador, muy populares sobre todo en Galápagos. A estas aves el pescador les lanza las pieles, cabezas e intestinos, pero son las gaviotas las que se acercan por decenas y se llevan, al vuelo, gran parte de este alimento.
Es difícil no detenerse a mirar las acrobacias aéreas que las gaviotas realizan para quitarse los trozos de carne que una y otra alternan en su pico. A pesar de la intensidad de la persecución, es raro que se lastimen entre ellas. Cada resto desechado genera una divertida danza que puede durar varios minutos.

Cómo llegar y dónde dormir


  • De Lima a Tumbes se puede ir en avión o bus. El viaje terrestre es de 20 horas aproximadamente. De Tumbes a Zorritos tomar ómnibus (5 soles) o colectivos (10 soles). El viaje tarda 30 minutos.
  • De Zorritos a Punta Sal tomar los ómnibus o minibús-van que pasan por la Panamericana Norte (de 10 a 15 soles). El viaje toma una hora. La mototaxi a la playa cuesta 2 soles.
  • El precios de un almuerzo varía entre 6 y 30 soles en Zorritos y a partir de 15 soles en Punta Sal. Los hospedajes o cuartos en casas oscilan entre 30 y 200 soles por persona.
Postal. Dar un paseo a caballo por la orilla del mar es parte de este periplo inolvidable.

Mar amable
Llegar a Punta Sal no es difícil. Solo debo tomar algún bus o colectivo en ruta hacia el sur. La movilización entre una y otra playa es constante y todos los vehículos pasan necesariamente por esta localidad.
Cuando llego a este balneario, entiendo por qué es una de las favoritos de los turistas más exigentes. Hay enormes resorts y bungalós instalados en este pequeño, pero lujoso derstino costero. También restaurantes cercanos con una carta selecta y costosa. Sin embargo, encontrar alojamientos y platos marinos a precios asequibles es también posible en Punta Sal, lo que hace más democrática su oferta.
Al probar sus aguas, descubro que la calidez de Zorritos se repite aquí en la misma intensidad. Las olas son suaves y tibias, perfectas para nadar hasta tarde y sin temor a un revolcón. Además, desde el fondo del mar se disfruta mejor la vista panorámica de este bello balneario.
Cuando el sol se pone, el cielo estalla en un naranja de muchos matices. Camino hacia una punta solitaria llena de rocas. Me siento en una de ellas y recuerdo que este prodigioso espectáculo se repite una y otra vez durante todo el año en el norte.
Lo único que distingue el invierno en Punta Sal –me dijo uno de los pobladores– es que se pueden avistar ballenas desde las embarcaciones que salen de su costa. Por ahora los bañistas pueden practicar buceo, surf o pesca deportiva. Es hora de partir. En la noche dormiré en Máncora, a solo 15 minutos hacia el sur.
La costa norte tiene una belleza infinita que invita a seguir explorando. Los Órganos, el Ñuro y Cabo Blanco son otros puntos de referencia de los cuales hablaremos en la siguiente crónica. ●