El Peruano
Año 4. Edición Nº 258. Jueves 7 de junio de 2018

AVENTURA
LLANO AMAZÓNICO

Ucayali, destino seductor

El paraíso queda también en la Tierra, y se aprecia en fechas festivas en las que se alcanza la gloria y hay que visitarla. Todo motivo es válido entonces para llegar hasta el departamento de Ucayali y disfrutar de su generosa propuesta turística. Texto y fotos: Walter Hupiu
Creía conocer Pucallpa. Vine muchas veces para fotografiar los partidos que jugaba La Loretana –la oncena local– cuando se medía con los tradicionales equipos limeños de la primera división. No tenía idea de los encantos salvajes que tiene esta llanura, que se extiende al lado oeste del caudaloso río Ucayali y que tiene como protagonista a su estadio tutelar, el Aliardo Soria, ubicado a la vuelta de la esquina.

Pucallpa gusta mucho de danzar en sus calles y en sus riveras, durante carnavales y en la fiesta de San Juan. Es el rito sincrético del culto al agua madre y al bautista de la fe, que se celebra cada 24 de junio, incluso en su comida tradicional como son sus exquisitos juanes.

En el caserío los niños juegan con los ‘pelejos’ (osos perezosos) y las mujeres tejen con fibra vegetal.

Entonces, danza altiva, joven, amante de su cultura, celebra en medio de flautas y cantos ancestrales; festeja en multitud la vida misma, el equilibrio con la naturaleza. Para mí fue el comienzo de un amor loco e inesperado que se declaró el mismo día de ingreso, por la puerta grande, a la Amazonía.

A Pucallpa se llega por tierra. El viaje tarda 18 horas desde Lima siguiendo por una carretera que cruza la selva alta sin sobresaltos. También se llega en avión y en ambas modalidades, hay variedad de horarios de salida diaria y de empresas que la tienen como destino preferencial. Quienes organizan sus viajes con anticipación encontrarán ineludibles ofertas en los pasajes aéreos.

De clima muy cálido, todas las temporadas son propicias para visitarla, pero son los meses de abril a octubre cuando disminuyen las lluvias y el sol asoma los termómetros a los 40°, y se hace de rigor llegar hasta este destino para disfrutar la frescura de sus riveras, sus lagos y cataratas, además de su extraordinaria variedad de frutas exóticas.

Yarinacocha

En la misma Plaza de Armas, moderna y estéticamente bien lograda, comienza la aventura. A solo 15 minutos se encuentra la laguna Yarinacocha, antiguo meandro, como un codo gigantesco, que se separó del río. Sus aguas tibias invitan a practicar moto acuática, o el más familiar paseo en pedalón.

En el malecón principal y en puerto San José se encuentran restaurantes y bares de creativa inspiración localista y los embarcaderos para ir, en cómodos botes fluviales, en busca de las poblaciones que moran alrededor de la orilla.

En la Plaza de Armas se inicia la aventura. A 15 minutos se encuentra la laguna de Yarinacocha.
Fiesta de la fe
  • La Fiesta de San Juan rompe fuegos el sábado 23 de junio. Se celebra en todos los pueblos amazónicos. Es tradicional preparar el juane y reunirse cerca de los ríos.
  • El día central de la celebración es el 24 de junio cuando se conmemora el nacimiento de San Juan Bautista.
  • Indispensables: Gorro, lentes para sol, ropa holgada y fresca, calzado para caminar, ropa de baño, repelente y bloqueador solar.
  • El Tahuampero tours y Viridis tour brindan servicio y buen precio para visitar la laguna de Yarinacocha (bote) y al Velo de la Novia.

Al llegar al caserío de artesanas 11 de Agosto, los niños jugaban con los ‘pelejos’ (osos perezosos), mientras habilidosas mujeres tejían a mano sus afamados productos hechos con fibra vegetal. Carteras, abanicos, sombreros, todos adquiribles a precios especiales.

El recorrido puede acomodarse a la inquietud del grupo para visitar el Jardín Botánico y la Comunidad Nativa San Francisco de la etnia shipibo-conibo, la más antigua y numerosa de la zona que conserva intacta su cultura.

Su alfarería y tejidos muestran el lienzo del Kené, cuyos diseños geométricos enlazan el mundo de lo visible con lo invisible, y que han sido declarados Patrimonio Cultural del Perú y son célebres por su intrincada belleza.

Lugar mágico, Yarinacocha no solo es grande –más de 30 kilómetros entre sus extremos– es imponente como su puesta de Sol.

El Velo de la Novia

Las 7 de la mañana es buena hora para salir de la ciudad, desayunar frutas en la misma carretera Federico Basadre y cruzar la llanura hacia el oeste, a la provincia de Padre Abad, hacia la Cordillera Azul. En el trayecto, que toma alrededor de 3 horas, asoman claros indicios de una economía en expansión. Aquí los campos de cacao reemplazan a los que ocupaban los cultivos de hoja de coca (ver recuadro). Seguimos la ruta, Aguaytía nos espera. Es la población, el río y los puentes colgantes, anteriormente más largos del Perú. De visión majestuosa, el conjunto invita a cruzar a pie.

Turismo vivencial y cacao
La tienda de don Freddy Chávez Añazco está en el kilómetro 111 de la carretera Federico Basadre en la provincia de Padre Abad y ofrece los productos de su siembra. Pasta pura y licor de cacao, chocolates de leche y semidulces en barra. Sus marcas San Alejandro y Piri Piris son ya de calidad reconocida. Exporta grano seco y está proyectando el ‘turismo de cacao’, estadía vivencial en torno a las labores y filosofía del fruto. Hoy, si bien se siente satisfecho, aclara que no siempre fue así: “Nací en Huánuco, vine a la selva buscando estabilidad económica. Ingresé al cultivo de la hoja de coca, pero fue un periodo de incertidumbre y temor, pero encontré que el Gobierno regional y las Naciones Unidas impulsaban el desarrollo del cultivo de cacao”.

En el kilómetro 183 la naturaleza se hace montañosa y la carretera se adentra siguiendo el curso del Yuracyacu, el río que rompe la Cordillera Azul en el Boquerón del Padre Abad. De sus paredes se precipitan 70 caídas de agua, la más caudalosa de ellas motivó este encuentro.

Una esmerada vía peatonal nos integra a la selva sin interferir con ella. Un puente colgante, un restaurante bueno y módico completan el complejo. Luego de un recodo, el Velo de la Novia embelesa como una aparición añorada. Un primer salto de 40 metros cobra fuerza para lanzarse, sobre un muro de roca y abrirse en forma de velo, a una piscina natural 60 metros más abajo, que alivia de todo calor, al tiempo que sobrecoge al bañista al pie de la cascada.

Cuenta la leyenda que “hubo una vez una novia que lloraba inconsolable por la muerte de su amado en el campo de batalla, el mismo día de su boda. Conmovida, la madre naturaleza la convirtió en caída de agua.

Jessica Nava, responsable de la Dircetur Ucayali que nos acompaña en este periplo, me dice que “la instalación hotelera ha crecido mucho, y varias e importantes cadenas han inaugurado sus sedes en Pucallpa. También se ha entregado el embarcadero en el caserío 11 de Agosto y se está apoyando a la casa artesanal, como parte del proyecto del gran Bulevar de Yarinacocha, que se encuentra en construcción. Recientemente, también, se inauguraron vuelos directos desde Lima a Atalaya…”. Le comento acerca de la leyenda y ella me aclara que también dice que aquel soltero que beba del Velo de la Novia, se casa y se queda”. Y yo, en calidad de divorciado, que equivale a soltero, pero con experiencia, apresuro un cuenco con las manos para recoger el agua del velo, que cristalina, a la selva misma me sabe.