El Peruano
Año 107 // 3ª etapa // 545 // Viernes 4 de mayo de 2018

DIÁLOGOS
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COSAS DE FOTÓGRAFOS

Los cambios en la producción y consumo de información obligan al periodismo a buscar herramientas novedosas para el desarrollo de su labor. La fotoperiodista Yanina Patricio, autora de un blog sobre fotografía, explica los claroscuros de esta especialidad y sus posibilidades de reinvención. ENTREVISTA: MICHAEL LEÓN # #
U sted tiene experiencia como fotoperiodista. ¿Qué es, para usted, contar una historia?

–Contar es llevar una historia hacia los demás, hacer que la gente sepa que existen otras realidades. Hace 8 años trabajaba como fotoperiodista y traía historias todos los días: las noticias de la jornada. Pero esa es solo una parte de esta especialidad; la otra es la fotografía documental, en la que trabajas una historia a largo plazo para que los demás tengan una reflexión mucho más profunda acerca del tema planteado. En general, son temas sociales o de denuncia. Contar una historia es eso: acercar a la gente a espacios, realidades, personas y lugares a los que, de otro modo, no podrían llegar.

–En su blog, afirma que muchos fotógrafos se sienten comprometidos con diversos temas por afinidad o experiencia personal. ¿Con qué se compromete usted?

–Me siento comprometida con ayudar. Lastimosamente, no siempre es posible ayudar a alguien con una cámara fotográfica. Quizá lo único que logramos con nuestras imágenes es que la gente conozca la realidad, pero mi objetivo es ese: ayudar, mostrar por ejemplo la negligencia de un médico, las injusticias de una empresa con sus trabajadores, la difícil situación de los campesinos en la Sierra del Perú. No siempre se logra, pero es lo que tenemos.

–¿Cree que la fotografía puede subvertir el orden establecido o, por lo menos, modificar lo socialmente impuesto?

–Ese es un tema que tengo presente desde hace muchos años. Y de tanto reflexionar, he llegado a la conclusión de que no, no puede hacerlo. Por ejemplo, los fotógrafos de guerra, muchos de ellos muertos en pleno trabajo, tratan de acercarnos sus imágenes para que la gente vea lo terrible de un conflicto. Muchos han logrado premios; y la gente alrededor del mundo se entera del drama de los inocentes, de los niños, de las mujeres. Pero sigue habiendo guerra. Quizá con las nuevas tecnologías y con la mentalidad renovada de los jóvenes que se están formando para el fotoperiodismo encontremos la manera de generar un cambio entre la gente y los políticos. Pero hoy, digamos que mi visión es pesimista.

–¿Cuáles son los obstáculos más frecuentes que encuentra un fotoperiodista?

–Los obstáculos que ponen las autoridades, la seguridad interna y la particular, que muchas veces no nos dejan entrar en lugares donde necesitamos tomar una foto. No estoy hablando de la escena de un crimen, sino de lugares donde se presentan realidades complejas que la gente merece conocer. Hay que ingeniárselas para conseguir el reportaje y la imagen por medio de contactos; pero, sí, algunos sectores aún esconden información.

–A propósito de la polémica sobre el fin del fotoperiodismo, en su blog usted plantea “empezar a adquirir herramientas para enfrentar los cambios”. ¿A qué se refiere?

–Mencioné a cinco o seis fotógrafos, la mayoría extranjeros, que opinaban sobre el fin del fotoperiodismo por diversas razones. La principal era la disminución de medios tradicionales debido al alcance que tienen ahora los medios digitales. Lógicamente, eso genera despidos de fotógrafos. Entonces, la pregunta para muchos es directa: ¿El fin del periodismo ya llegó?, ¿va a llegar?, ¿o ya estamos en la posfotografía? Estoy enseñando un curso de fotografía y lo que hago es dar a los alumnos herramientas que he ido descubriendo después de dejar la prensa diaria: herramientas de innovación, design thinking, pensar distinto, claves de negocio, cosas que te ayuden no solo como fotógrafo, sino también en hacer empresa. Lo primero que uno tiene que aprender son las herramientas digitales básicas, el manejo de una cámara digital. Y entender cómo funciona el mundo digital.

–¿Cómo observa la evolución de la narrativa transmedia?

–A mí me ocurrió algo muy curioso: desde hace varios años, ya veía a la fotografía muy repetitiva y no hallaba la manera de apasionarme nuevamente con ella, porque ya había hecho de todo. Pero en ese momento conocí a una persona que buscaba gente para participar en una comunidad, para organizar debates sobre las nuevas narrativas y la transmedia, y fue allí que entendí que la fotografía sola, por sí misma, ya no va a tener el impacto que alcanzaba hace tres o cuatro décadas. Hoy la fotografía tiene que aliarse con el video, el audio y los textos para generar un proyecto distinto; esas son las nuevas narrativas. Es otra manera de informar, de dar un mensaje.

En algún caso, ¿hay fotos que no deberían publicarse?

–Sí, creo que hay fotos que no deberían ser publicadas. Por ejemplo, no es necesario mostrar más de una imagen de un accidente: si quieres registrar la noticia, basta con una. Pero eso nunca se hace. Yo he tenido fotos terribles y algunas de ellas simplemente las he borrado. Después de un terremoto, yo no puedo ir a tomarle fotos a una madre junto a su hijo muerto: “Señora, llore, llore más para yo tener mi gran foto y mi premio”. Creo que los fotógrafos tenemos que apelar a nuestra conciencia, a la sensibilidad. Habría que ser bien salvaje para usar la muerte de una persona y beneficiarse de ello.