El Peruano
Año 107 // 3ª etapa // 549 // Viernes 1 de junio de 2018
ACERVOS
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VESTIMENTAS LITÚRGICAS

Una importante colección de vestimentas litúrgicas que se conserva en el Convento de San Francisco iniciará el programa de exposiciones temporales, que busca mostrar los tesoros que alberga la Orden Franciscana del Perú, que no se circunscriben únicamente a las lúgubres galerías de sus famosas catacumbas. ESCRIBE: CARINA MORENO # #
En el 2014, un grupo de restauradores e historiadores de arte inició un proceso de inventario y catalogación, trabajo que desde el 9 de junio podremos ver en la sala de la penitenciaría de la iglesia, referida a las vestimentas litúrgicas.

Plata, seda y lino: revestimientos sagrados del convento de San Francisco de Jesús está dedicada al revestimiento sagrado o vestimenta litúrgica, término utilizado para denominar a las prendas con las que los ministros celebran la misa. Así, la exposición muestra parte de la vestimenta de uso litúrgico de sacerdotes y diáconos franciscanos, confeccionada entre los siglos XVIII y XX y custodiada en la sacristía.

“Entre los muchos tesoros que posee la Orden Franciscana del Perú se encuentran los que registran los antiguos inventarios de la sacristía, que hacían referencia a la riqueza y gran inversión que realizaron los frailes desde el siglo XVII para la confección de estos ornamentos de seda, bordados con hilos de plata y oro”.

Ya el cronista del siglo XVII Bernabé Cobo mencionaba que el convento franciscano guardaba el mejor ornamento de la ciudad. “[…] capa, casulla y dalmática… la más rica que ha pasado a este reino”, nos dice Carlos Ponce, historiador de arte y curador de esta exposición.

En la sala se encuentra el terno sagrado (conjunto de prendas que engloban una casulla, dos dalmáticas, una estola y un manípulo) que se mandó confeccionar para conmemorar la canonización de San Francisco Solano en 1734. También se exhibe el terno dedicado a la Inmaculada Concepción, confeccionado en seda y bordado con hilos de plata a mediados del siglo XIX.

Los antiguos inventarios de la sacristía aluden a la gran inversión que realizaron los frailes para diseñar sus ornamentos de seda, oro y plata.

Otras prendas que destacan por su riqueza y colores son las estolas, manípulos, casullas y dalmáticas, que son reflejo del esplendor de lo que alguna vez fue “el mejor ornamento de la ciudad de Lima y el Perú, […] admiración de todo aquel que venía de Europa”, como expresaban los cronistas en la Colonia.

Ponce revela que “la pieza más valiosa de la colección de vestimentas litúrgicas que forma parte de la muestra es el conjunto o terno confeccionado en seda e hilos de plata que lleva bordada la imagen del santo y los emblemas franciscanos. Fue encargado en 1734 para celebrar la canonización de San Francisco Solano, que si bien se realizó en 1726, se celebró en Lima ocho años después debido a unas obras de construcción”.

Nos explica el curador: “La vestimenta litúrgica como manifiesto del oficio religioso refleja los principios comunes de diferenciación y jerarquía según el estamento eclesiástico al servicio de Dios. A su vez, responde a un programa iconográfico, el cual conducía al fiel en su comprensión de la misa como centro de vida cristiana.

Las vestiduras litúrgicas son reflejo de la sacralidad y fastuosidad religiosas determinadas por su lenguaje simbólico representado en el trabajo de bordados y aplicaciones que determinan su valor excepcional”.

OTROS TESOROS

“A partir del inventario y la catalogación –afirma Ponce– logramos identificar las obras que posee el museo convento, la mayoría dispersas en antiguos depósitos. El trabajo de identificación, limpieza y puesta en valor nos permitió organizar diversas propuestas de exposiciones temporales con las distintas colecciones, es decir, pintura, escultura, mobiliario y vestimenta litúrgica.

El estado de conservación era diverso, algunas, por su calidad e importancia, habían sido restauradas, como es el caso de los ternos conmemorativos de San Francisco Solano y la Inmaculada Concepción. Otros se conservaron por su almacenamiento fuera de la luz. En general poseen un estado de conservación regular, al tratarse de algodón y seda, metales como plata y cobre, que expuestos a la humedad sufren deterioro y requieren sistemas de almacenamiento controlado que aún no se han implementado”.

PIEZAS ÚNICAS
Esta es la primera de una serie de exposiciones para que el visitante conozca obras almacenadas en depósitos o antiguas cajonerías y que han sido recuperadas y restauradas. El museo, conocido por sus famosas catacumbas o su biblioteca, conserva obras que se mantuvieron ocultas, muchas de las cuales han pasado por un largo proceso de restauración. Igualmente, dará a conocer cada tres meses ‘La pieza del mes’, a fin de exhibir parte de la riqueza artística que los franciscanos adquirieron durante siglos.

“La diferencia entre el poema y el ensayo es que en el ensayo uno tiene una idea y, luego, trata de expresarla verbalmente; en el poema uno no tiene una idea, tiene una forma de expresión que va desplegando un pensamiento. Se hace como ‘desde adentro’. Por eso es que un poema no se puede resumir, no tiene la visión ‘desde afuera’. En el poema se desarrolla una idea que no existía antes de ser expresada, mientras que en un ensayo hay una idea sobre la cual uno trabaja. En este caso es un poema.”

¿Y dónde va la crítica?, pregunto. Notas... es una fiesta para el lenguaje, juega entre los territorios límites de la razón, pregunta y hace dudar al lector.

En una de las primeras “sesiones”, el poeta se pregunta en qué lugar situar la interpretación de una obra de arte, ¿en la esfera pública o privada? ¿Acaso hay interpretación pública?, ¿tú y yo tenemos la misma interpretación?, ¿entonces qué valor le damos a la interpretación?

“Es un tema que Wittgenstein trató, si existe un lenguaje privado. Pero el tema de la interpretación privada va al costado y es exactamente lo mismo”, dice Montalbetti, deja la duda flotando, en el sentido de si es ese el territorio del lenguaje.

El libro tiene un apéndice, “anotaciones” en su ficción, que terminan de escribirse el 31 de diciembre de 2017, pero son actuales. Son reflexiones breves pero profundas en torno al contexto difícil del país y de nuestro lenguaje.