El Peruano
Año 107 // 3ª etapa // 549 // Viernes 1 de junio de 2018
VOCACIONES
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ESPACIO SIN EXPLORAR

¿Cómo sobrevive la movida cultural en las provincias? El crecimiento en la pintura de Mar Luque nos permite hablar de los problemas para encontrar y consumir arte fuera de la capital. ESCRIBE: LUIS M. SANTA CRUZ # #
Piura duerme hasta tarde los domingos, lo que chocaba con las intenciones de una chica como Mar Luque. Ella necesitaba salir a la calle y perderse consumiendo cultura en un plan que involucraba desaparecer en medio de una canción de rock o una pintura abstracta. Sin embargo, la ciudad le dijo que no podía.

Llevaba dos años viviendo allí de forma continua y todavía no se acostumbraba a la ausencia de espacios artísticos y culturales. La joven pintora no pedía la variedad de alternativas que hoy se pueden encontrar en Lima –desde microteatro en las calles hasta las pomposas galerías de arte–, pero tampoco estaba aspirando a una fantasía delirante.

“Hasta el Teatro Municipal paraba cerrado”, dice con cierto fastidio al hacer memoria y entender que tuvo la casualidad de llegar a una de las tantas provincias que, al no ser tan observada por los turistas, no recibe apoyo de las instituciones privadas y las autoridades para promover la cultura y las artes. Tuvo que seguir a su familia de sangre piurana a esa tierra natal y no a Cusco, por ejemplo, donde la situación hubiera sido probablemente diferente.

BÚSQUEDA PROPIA

Lejos del conformismo, Mar decidió crear un micro-mundo cultural a solas con la música, películas y libros que encontraba por internet. En un principio, esa realidad era habitada solo por ella, pero en el camino fue encontrando nuevos territorios. Huecos en la ciudad que se amoldaban a la búsqueda de la artista.

“Mantiene una frustración por los amigos que mantienen una lucha perdida. Vallejos y Palmas en potencia que no serán reconocidos”.

Ese es el caso de Clandestino, un bar pequeño y sin muchas pretensiones que, haciendo comparaciones lejanas, sería un equivalente a lo que en Lima conocemos como el Sargento o el Dragón. En ese espacio había cabida para música alternativa y bandas que intentaban sobrevivir en un circuito inexistente.

ZONA DE CONVERSA

Luego descubriría que la Plazuela Merino, ese típico parque que adorna todas las provincias y los barrios, era el centro de reunión de poetas y guitarristas que, como rebeldes contra el imperio, intercambiaban sus dotes entre conversaciones que duraban horas.

Pero antes que escribir o afinar la guitarra, Mar Luque quería pintar y sentía que sus impulsos autodidactas no bastaban. Observaba dibujos de los grandes nombres como Van Gogh y su voz interior susurraba “Quiero intentarlo”, mientras que Piura le gritaba “No te va a salir, no lo intentes”.

El ambiente le decía que no había otra opción que regresar a Lima e intentar algo de cero, cargando con sus pocas pertenencias físicas y sus tres gatos: Anaís, Ana y Facundo.

Volver no fue extraño. No hubo un jet lag con la Ciudad de los Reyes y la joven se terminó de readaptar rápido en este retorno que tuvo lugar hace un año y medio. Además del movimiento cultural que ahora sí puede devorar, la pintora en crecimiento extrañaba ese anonimato que te da las grandes ciudades y no los pueblos chicos donde “todos se conocen”.

Esta nueva inspiración geográfica y emocional trajo consigo una serie de retratos que hoy comparte en redes sociales luego de vencer una timidez que la caracteriza. “No te puedes imaginar lo difícil que es compartir mi trabajo porque chocan mi autocrítica, mi vergüenza y mis nulas aspiraciones de perfección”.

Ha traído también una frustración ajena por los que se han quedado, por los amigos que dejó atrás y que mantienen una lucha que parece perdida. Posibles Vallejos y Palmas que jamás serán reconocidos porque la historia no lo quiso así. Una tristeza porque también tuvo que dejar a su familia en el cálido norte porque entiende que seguir su sueño requiere perder cosas en el proceso.

“Si no hay sacrificio, no estás haciendo nada”, se repite al crear retratos de gente que le fascina, conocidos e imaginarios. Su mantra va y viene mientras traza historias en el lienzo y en su mente. Se obliga a seguir estudiando y perfeccionar lo que ha aprendido básicamente viendo a otros. Pero algo que aparece sin presión alguna es una sonrisa de satisfacción en el rostro de la artista, gesto que resume el viaje físico e interminable de Mar Luque.

Para conocer más sobre el trabajo de Mar, puede visitar la página pública en Facebook que lleva su nombre y buscar su perfil en Instagram bajo el usuario @margottschalk.