El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 562 // Viernes 14 de setiembre de 2018
PROPUESTAS
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CRIATURAS MARGINALES

La adaptación del drama de Frankenstein reubica el antiguo conflicto entre creador y creatura en un punto crítico, aquel donde es imprescindible determinar el origen de las imperfecciones. La culpa y la reconciliación vuelven al teatro. escribe: ESTTEFANIA ARIAS # #
El destejido de los mecanismos de la culpa para revelar, en sus detalles más pequeños, la antigua tentación de responsabilizar a los demás por la desgracia propia. Los tránsitos emocionales de un creador enfrentado a su creatura imperfecta. La fragilidad de las relaciones humanas cuando estas implosionan y le abren paso a la venganza. En todo ello obliga a pensar Fránquenstein: jugando con fuego, la puesta en escena que dirige Fernando Luque, una adaptación del drama escrito por Bárbara Field y que, a su vez, se basa en el esperpéntico sujeto de ficción que construyó Mary Shelley sin un nombre específico.
OBRA ABIERTA
En el elenco de Fránquenstein: jugando con fuego figuran actores con trayectoria y talento: Alaín Salinas, Óscar Yépez, Santiago Suárez, Quini Gómez y Alonzo Aguilar. La temporada va en el auditorio Icpna de Miraflores (Av. Angamos Oeste 120) hasta el 7 de octubre, en funciones de jueves a lunes a las 20:00 horas. Entradas en la boletería del auditorio y en Teleticket.

La historia, a la que se le han retirado las referencias europeas y del Polo Norte –de la obra original– para situarla entre huacas como las que uno se encuentra por todas partes aquí en el Perú, se desarrolla con momentos de tensión cautivadora y el sobresalto de un vínculo padre-hijo cargado de contradicciones.

LECTURAS POSIBLES

Para Luque, la primera reflexión que propone este montaje es el de la responsabilidad sobre nuestros actos: “Por lo general, echamos la culpa a los demás de aquello que nos duele. Y al final es revelador el darnos cuenta de que, en realidad, somos nosotros mismos los culpables de esas situaciones”.

El personaje del doctor Víctor Fránquenstein, por ejemplo, padece en todo momento un infierno personal, aquel donde se siente atrapado tras encontrar al ser que ‘fabricó’ con fragmentos de otros entes. Y si bien la adaptación de Luque explora el viejo debate sobre la vida y su origen, también ancla con potencia en el conflictivo encuentro cara a cara entre creador y creatura.

La criatura nace de un complejo experimento que rompe los esquemas de la ciencia y la realidad. Y ni bien cobra vida, en lugar de ser amado, resulta despreciado por su propio padre. En efecto, hay una relación de padre e hijo que se destruye principalmente por responsabilidad del padre. “Es verdad que el hijo comete una serie de crímenes espeluznantes, pero estos son el resultado de una venganza simbólica, el rencor a un padre que abandona –acota Luque–. Y que no solo abandona, sino que principalmente margina”.

CARA A CARA

Escena por escena, el aspecto exterior y la vivencia interior de la criatura, más las tribulaciones del creador, dinamizan el drama. Por lo pronto, es el único ser (humano) capaz de comunicarse cara a cara con su creador. Es allí donde se proyecta el viejo conflicto no resuelto entre el hombre y la figura de Dios. ¿Y quién creó al ser humano? Más aun, ¿quién creó a quién? “La criatura es un personaje interesante porque es el único ser en posibilidad de tomar contacto físico con su creador. Y eso hace de él alguien capaz de gatillar reflexiones sobre su propia existencia de una forma distinta a la que cualquiera de nosotros tendría; allí radica su riqueza”, explica el director.

El origen de la criatura es, en realidad, puro y divino, pero por la estupidez humana hace que se sienta despreciable, sin valor alguno

La trama lleva al espectador a plantearse cuestiones de fondo respecto a ese ser diferente. El origen de la criatura es, en realidad, puro y divino, pero por la estupidez humana –en este caso, la del doctor Fránquestein– hace que se sienta despreciable, sin valor alguno.

“Es la historia de una reconciliación imposible entre el padre y el hijo y, sobre todo, una reflexión sobre la responsabilidad y la deuda que producen nuestras acciones. Es desde este último punto de vista que nos hemos tomado la licencia de reflexionar no solo sobre las dudas universales que la obra evoca, sino aterrizar esos conceptos abstractos y, de alguna manera, obligarlos a que revelen algo de nuestra propia historia”, sostiene Luque.

El director explica también las modificaciones en la producción escenográfica. “Cambié el contexto de la historia original y lo ubiqué en el Perú, como si todo hubiera ocurrido aquí, en nuestro país. Me pareció pertinente porque hay una serie de analogías en la relación de la creatura y el doctor que llevan a pensar en la relación de las clases dirigentes peruanas y la irresponsabilidad que han tenido frente al pueblo; es una relación dominante-dominado que puede resultar riquísima para el análisis”.