En ocasiones, a la sombra del progreso de las grandes urbes, estas ciudades de entre 100,000 y un millón de habitantes han pasado relativamente desapercibidas en los planes de desarrollo de los países de la región.
No obstante, en los últimos años son muchos los estudios que arrojan conclusiones contundentes acerca de su trascendencia: por una parte, serán determinantes para aumentar la productividad y competitividad nacional y regional; y por otra, están llamadas a contribuir significativamente a cerrar las brechas entre zonas rurales y urbanas.
“Las ciudades intermedias regionales presentan cierto rezago en comparación con otras regiones más avanzadas”, explica la experta en desarrollo urbano de CAF, Soraya Azan.
ES IMPRESCINDIBLE IMPULSAR LA EQUIDAD E INTERACCIÓN CON EL CAMPO, PLANIFICAR EL CRECIMIENTO ORDENADO DE LOS TERRITORIOS Y ANTICIPAR LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO.
Agrega que para recortar las brechas, es imprescindible impulsar la equidad e interacción con el campo, planificar el crecimiento ordenado de los territorios, anticipar los efectos del cambio climático y lograr una mayor participación ciudadana en las decisiones políticas y sociales.
Precisamente, la CAF está apoyando iniciativas en al menos 30 ciudades intermedias de América Latina en áreas tan importantes como desarrollo urbano, educación, transporte, ambiente y cambio climático.
Los esfuerzos se concentran en potenciar las capacidades crecientes, planificar y desarrollar el territorio e implementar proyectos que impacten positivamente en la calidad de vida de sus habitantes.
Según Azan, es necesario impulsar el emprendimiento e innovación, el fortalecimiento de su gobernanza e institucionalidad y el apoyo a los proyectos detonantes que propicien el desarrollo de intervenciones integrales.