–Considero que sí es necesario pensar en aplicar mejoras a lo que ya existe y un escenario óptimo es una mixtura, es decir, que una proporción del ahorro se destine a asegurar una pensión mínima y que, por encima de esto, las personas puedan invertir libremente en el mercado que sea más competitivo.
El problema es que la estrechez del mercado hace muy difícil la reducción de los costos de inversión y de las comisiones que se cobran, lo cual es un problema algo complejo de resolver.
Recordemos que el propósito principal del sistema previsional es asegurar que las personas mayores dispongande una renta con la que puedan vivir tranquilamente y, además de esa renta, tengan la pensión de salud que necesitan.
–El punto de partida debe ser el bienestar del adulto, lo que va más allá de la seguridad financiera. También se requiere de una seguridad en salud. Hay aspectos que se deben tomar en cuenta.
Si únicamente estamos hablando de las pensiones, entonces nos referimos al ahorro; pero cuando esa pensión se convierte en una inversión privada, se presentan algunos problemas.
–Las AFP cobran por un servicio que proporcionan y no se sienten responsables por la evolución de las inversiones que realizan.
Son instituciones privadas de lucro que pertenecen a grupos económicos que brindan un servicio por el que deben cobrar. No son agencias de asistencia social. Obviamente, el sistema no está funcionando de igual forma para ambos (afiliados y AFP).
–Quien maneja un portafolio de inversiones cobra por hacerlo. Las inversiones de rendimiento fijo son las que menos cuestan y entrañan menor riesgo, pero las de alto riesgo (renta variable), demandan comisiones más altas.
Además, la Superintendencia de Banca Seguros y AFP (SBS) establece límites de inversión y cómo las AFP deben componer su portafolio; esto implica un riesgo y un cobro de comisión. Recordemos que el 50% de las inversiones se realizan fuera del país, lo que también implica un costo para las AFP.
–Con lo ocurrido el año pasado, deberíamos hacer una proyección a 10 años. Veríamos que el fondo en lugar de crecer estaría bajando permanentemente, pero los rendimientos suben y bajan.
Los fondos 0 y 1 tuvieron un rendimiento positivo. Los resultados negativos ocurrieron en los fondos 2 y 3, que son los que incluyen renta variable.
Ahora bien, se puede obtener una renta a plazo de 3.5% sin hacer muchas inversiones, lo cual es mejor que nada. Por ejemplo, una persona podría invertir 100,000 dólares y buscar que alguien le pague 3.5%. Hay bancos que pueden pagar esa tasa. Si hay tanta volatilidad, habría que tener un manejo más conservador.
–Debemos ser muy cautos con esa idea. Se requiere de un peso específico y no se podría dejar en manos de cajas y cooperativas estos pasivos de largo plazo. Después de todo, las AFP están representadas por grupos muy solventes, aunque solo hay cuatro de ellas en el mercado.
En ese sentido, abrir la cancha para los bancos u otras entidades entraña riesgos. Por ejemplo, habría que supervisar y regular a las cooperativas antes de que participen en este mercado, además de conocer la opinión de la SBS al respecto.
–Los recursos de las AFP representan más de la mitad del ahorro financiero en moneda nacional del sistema peruano. En el país, la mayoría de personas cobra cada quincena y el 10% de ello se va a las AFP, dinero que debe colocarse. Esos recursos son parte de la liquidez del sistema financiero. No es fácil cambiar un sistema de 30 años.
–Así es. Una alternativa suele ser la propia familia. Hay cerca de ocho millones de trabajadores que no están cotizando a la seguridad social. ¿Cómo pueden ingresar a la planilla electrónica?, ¿cómo se les registra? Lo más importante es saber cómo podemos hacer para que cada trabajador tenga una cédula para poder trabajar y poder contribuir de alguna manera.