REPORTAJE
VUELTA POR CAJAMARCA
Celendín: el cielo azul del edén
A dos horas de Cajamarca se encuentra la provincia de Celendín, conocida como el cielo azul del edén. Es un territorio ideal para hacer turismo por sus múltiples atractivos y por su población, afable y de espíritu festivo, a la que llaman cariñosamente ‘shilicos’. El carnaval es solo un pretexto para visitarla.
TEXTO: HUGO GRÁNDEZ / FOTOS: LILIANA ABANTO
Por estos días, Celendín celebra a lo grande los carnavales, “pero la fiesta más importante de esta provincia cajamarquina, sin lugar a dudas, es la que se ofrece a nuestra santa patrona, la Virgen del Carmen”, sostiene Arnulfo Muñoz, responsable de promoción económica de la Municipalidad de Celendín.
“Son tres semanas de fiesta en toda la provincia”, dice. Se inicia el 15 de julio y se cierra el 8 de agosto. Las celebraciones incluyen novenas, desfiles y actividades que están a cargo de los ‘mayordomos’. Los días centrales son el 28 y 29 de julio, y esa noche, que incluye fiesta en honor a la Virgen, hay bombardas y quema de castillos a las doce de la noche.
Del 30 de julio al 8 de agosto se dan las corridas de toros. Para ello, en la plaza Sevilla, a unas diez calles de la plaza de Armas, se “construye” un coso temporal, donde se encontrarán toreros y toros durante cada faena, con tribunas de hasta cuatro pisos que suelen estar abarrotados por familias completas.
Todas las coordenadas
- Los ómnibus recomendados para viajar de Cajamarca a Celendín son Atahualpa, Díaz y Móvil Tours. Su precio es de 15 soles en promedio.
- También hay autos por 20 soles. Hoteles cómodos y seguros son Hotel Villa Madrid (calle 2 de Mayo cruce con Pardo) o el Hostal Celendín (calle 2 de Mayo cruce con Unión). El costo promedio es de 40 soles.
- Tenga en cuenta consultar el estado del tiempo. Por estas semanas, hay lluvias fuertes en la zona, por lo que es recomendable llevar ropa impermeable, sombreros y varias mudas.
Tablero perfecto
Para el visitante, es obligatorio darse una vuelta por la siempre pintoresca plaza de Armas, fundada en 1802. Pero si quiere ver la perfecta arquitectura del centro de la ciudad, que se asemeja a un bien delineado tablero de ajedrez, debe subir al mirador de la ciudad. Unos 20 minutos de caminata o cinco minutos en mototaxi serán suficientes para alcanzar el mirador y Capilla de San Isidro Labrador. Desde allí contemplará no solo la majestuosidad del Cristo de diez metros de alto, sino también la belleza de esta ventanita al cielo. Cerca de la plaza de Armas también podrá encontrar el parque que le rinde tributo a quien hizo el diseño matriz de Celendín como ciudad.
Se trata del parque La Alameda, ubicado a diez calles del centro. Aquí se alza la estatua de Juan Bacilio Ortegana, ilustre ciudadano de la provincia, coronel del ejército peruano, vencedor en Junín y Ayacucho, prócer de la Independencia del Perú y, más tarde, diputado y gran historiador.
El cañazo cura
Si llegó a Celendín y no probó la emblemática papa picante con cuy, entonces no habrá mucho que aportar a la historia que contaremos luego. Se trata de un plato tradicional, emblemático en las celebraciones y festividades. No hay fiesta importante sin que el dueño de casa no lo sirva de fondo. Se puede encontrar a la carta en los restaurantes o también en el Mercado Modelo, entre las calles José Gálvez y Cáceres. Si llega temprano a este centro de abastos, podrá saborear un caldo bien caliente. Los hay de menudencia, patasca, mote y la recomendada sopa de habas.
El té piteado es otra de las tradiciones de Celendín. Se prepara con higo hervido en agua y mezclado con cañazo. Dependerá de su tolerancia al alcohol para calcular el porcentaje del aguardiente. El cálculo ideal para una jarra de té piteado es usar un cuarto de jarra de cañazo. Don Arnulfo Muñoz agrega que es ideal para el resfrío, casi un remedio.
Si es dulcero, no se pierda los chocolates artesanales hechos a base de puro cacao. Se llaman ‘shilicolates’ o chocolates shilicos, y son un boom en Cajamarca.
Otra de las actividades que se realizan en Celendín es la confección de los famosos sombreros de paja. Desde tiempos antiguos, se convirtió en una de las estrategias de comercio más utilizadas por los artesanos, ya que, por ser una ciudad turística, ofrece excelentes resultados para estos artistas locales.
Las cataratas
Una de las rutas más atractivas que ofrece Celendín es el circuito norte. Este se inicia en Cerro de Jelig y termina en la Catarata de las Trece Caídas de Sarauz.
La aventura comienza a solo 30 minutos del centro de Celendín, donde se encuentra el Cerro de Jelig, el segundo más impresionante mirador del lugar. No solo eso, desde allí se puede apreciar la Serpiente de Oro, como se le conoce al río Marañon. Solo podrá verlo, porque si desea descender hasta él, le tomará una hora de camino aproximadamente. Si decide hacerlo, le sugerimos tomar un tour con gente que conozca la zona. El costo es de 20 soles.
Datos
- Celendín tiene un territorio que se presta para la práctica del turismo vivencial.
- Sus alojamientos dan la posibilidad de compartir las actividades cotidianas de los lugareños, tal es el caso de las labores artesanales; conocer con los maestros curanderos la medicina tradicional; acudir a rituales andinos como las ceremonias de la tierra, entre otras.
Termalismo
Siguiendo por la misma ruta norte, podrá llegar a los Baños Termales de Llanguad. El clima es ideal porque se ubica a unos 1,000 metros de altura. Llegar aquí le costará no más de 6 soles y puede ser trasladado por su administrador, don Misael Alcántara. Él lo espera todas las mañanas en la plaza de Celendín. También lo puede regresar al final de la tarde.
Si continúa el camino y hace una caminata de 15 minutos más, se encontrará con el Papayal, una caverna muy oscura de 300 metros de profundidad.
Esta ruta turística termina justo cuando se encuentra con la catarata de Sarauz, cuyo principal atractivo son las 13 caídas de agua que dan forma a la caída principal. Llegar aquí es otra pequeña aventura, pues luego de trasladarse por unos 30 minutos en movilidad desde el Papayal, debe iniciar una caminata de otros 45 minutos. Pero, señores, esta travesía vale la pena.