Edición No 243. Miércoles 21 de febrero de 2018
NATURALEZA
PERÚ ENCANTADOR

Destino de aves

Cada año, millones de viajeros alados cruzan el mundo. Siguen rutas invisibles, surfeando entre corrientes de aire y puntos en el horizonte. Viajan llevados por la memoria de sus ancestros grabada en los genes.


ESCRIBE: WALTER H. WUST

Desde tiempos inmemoriales, las aves migratorias han convertido al Perú en un paradero importante en sus travesías. Llegan a la Amazonía, buscando las playas de río que se forman durante el estío (de junio a setiembre) con el fin de anidar y criar a sus polluelos; llegan también a los altos Andes en busca de los humedales y los grandes lagos salados, donde abunda el alimento; pero, sobre todo, llegan al desértico litoral escapando del crudo frío de latitudes templadas que asola sus territorios de origen con temperaturas que hacen la vida casi imposible.

Avistamiento
  • Lugares como la Reserva Nacional de Paracas, la Zona Reservada Pantanos de Villa o el Santuario Nacional Manglares de Tumbes han sido reconocidos por la Convención de Humedales (RAMSAR) como sitios de importancia internacional.
  • La inclusión de cada uno de estos territorios representa el compromiso del Estado de adoptar las medidas necesarias para garantizar que se mantengan sus procesos ecológicos.
  • Gracias a la presencia del muymuy en algunos lugares de nuestra costa, estos se convierten en sitios claves para la conservación de las especies y en verdaderos paraísos para los observadores de aves.
  • Vida en movimiento. Distintos géneros de aves emprenden cada año un largo vuelo hacia el Perú en busca del hábitat ideal.


Migración
La llegada de los migrantes del sur suele producirse en la costa durante el invierno. Es el caso de las gaviotas grises que han anidado en el corazón hirviente del desierto de Atacama, o de halcones peregrinos que rasgan el cielo con sus vuelos en picada mientras cazan a los miembros distraídos o a los débiles de las bandadas.
El espectáculo, sin embargo, se produce a inicios del verano, cuando cientos de miles de viajeros emplumados arriban desde casi cada rincón de Norteamérica –algunos desde el Círculo Polar Ártico– para poblar playas, esteros, roqueríos, pantanos y hasta los cables telefónicos de las ciudades.
Gaviotas de Franklin y gaviotines de varias especies, decenas de chorlos y playeros, vuelvepiedras y zarapitos, becasinas y rayadores, cigüeñuelas y águilas pescadoras… todos en busca del destino final, ansiosos de reponer energías para, después de unas semanas, emprender el regreso a sus campos de anidamiento. Al llegar, se unen a las poblaciones de especies residentes, donde comparten las playas con ostreros, zarcillos, gaviotas peruanas y marisqueros. No obstante la abundancia de aves, no se produce el caos que se podría suponer. La explicación se encuentra oculta bajo la arena y se llama muymuy, un pequeño crustáceo que se alimenta de plancton y vive enterrado a poca profundidad en las playas de arena, por lo que se convierte en presa fácil para esta legión de huéspedes hambrientos.
La naturaleza es sabia, así que no sorprende que la llegada de las aves migratorias parezca estar sincronizada con la abundancia estacional de alimento.
Así que, cada vez que vea un pajarillo en busca de alimento piense en la formidable proeza que realizan estos viajeros y permítales alimentarse en paz mientras el tiempo para regresar a casa sigue corriendo en su reloj interior. (www.walterwust.com)



“Aves arriban para poblar playas, esteros roqueríos y hasta cables telefónicos de las ciudades.