Año 4. Edición Nº 245. Miércoles 7 de marzo de 2018
EXPERIENCIAS
playa y ensueño

Marcona: fauna rocosa

El viento y el tiempo han hecho su mejor trabajo en el litoral sur de la región Ica. Allí, Marcona extiende los brazos para recibir a veraneantes que buscan no solo aguas acogedoras, sino también paisajes de ensueño y una mítica fauna tallada en piedra.

Ícono. La costa marconeña ofrece un cúmulo de figuras ideales para la fotografía profesional.

Texto y fotos: Claudia Ugarte

Un elefante de piedra, perfectamente tallado, se sumerge en el océano y observa a una tortuga gigante que pesca al atardecer. Estamos en Marcona, un lugar cuyas playas nos hacen pensar que la naturaleza se ha especializado en el esculpido de roca marina. Unos metros más allá, un lobo marino surfea una cresta, mientras un delfín enorme deja ver su nariz en la superficie. Un kilómetro antes de encontrarnos con esta mítica fauna pétrea, ya habíamos visto a un oso danzar con un delfín al compás de los tumbos.
Eso es lo que hace especial a San Juan de Marcona, pequeño distrito minero de Nasca , en la región Ica, que ha crecido de espaldas al potencial turístico que emerge de su geografía. La ciudad se habría asfixiado en el centro de la concesión minera de hierro de no ser por el salto urbano que penetró alrededor, debajo de sus fuertes vientos de arena, sin que casi nadie lo notara.

Paisaje para veraneantes
Marcona envuelve al visitante con la magia de su paisaje. Y, como en una obra de teatro al aire libre, todos tienen un papel que cumplir: una pareja levanta su carpa para continuar viaje; otros veraneantes juegan a cambiar de escenografía y se mudan a pie a playas aledañas, como Los Pingüinos, Acapulco y La Cochita. Otros se preparan para disfrutar del atardecer desde el nuevo mirador instalado en la cima de una montaña próxima al litoral. No lo olvide: las mototaxis están listas para cualquier traslado.

En equilbrio
Esta tarde, las gaviotas, los pelícanos y algunos bañistas de carne y hueso descansan en la arena o conversan con las frescas olas de playa Los Leones, una de las más visitadas ahora que el crecimiento de la ciudad ha acortado distancias y ha facilitado la instalación de algunos servicios, como restaurantes y bares. Podría decirse que la playa ha dejado su encanto virginal para buscar el equilibrio de una relación de largo plazo con la promoción turística del distrito.
Sin notarlo, la curiosidad fotográfica me lleva hacia la figura más representativa de Marcona: el elefante. Camino por la orilla del mar y descubro escenarios y texturas que se hacen fascinantes con la luz de la tarde.
Despierto de mi deslumbramiento cuando una gran roca me impide el paso. Miro atrás y no quiero que mi recorrido haya sido en vano, así que decido subir al mirador. No debe estar lejos, pienso. Y sigo las huellas de quienes, como yo, creyeron que podían llegar al gran animal por la orilla. Subo la cresta más cercana y… ¡vaya maravilla! Tengo una vista completa del litoral marconeño.
El mirador no está lejos, pero el paisaje es soberbio desde todos lados. La vista completa mi sensación de estar en la superficie lunar o en medio de una fábula.

Cómo llegar

  • Desde Lima por bus: 8 horas. Se sugiere viajar de noche para ahorrar en hospedaje. Los precios oscilan entre 40 y 100 soles.
  • Desde el centro de Marcona, tomar una moto o un taxi; cobran alrededor de 6 soles hasta la playa Los Leones. El trayecto tarda 10 minutos.
  • Si se queda en Marcona, recuerde que el hospedaje cuesta de 35 soles a más.

Mito y realidad
Regreso y prefiero mirar el fin del atardecer mientras camino al pueblo. Un naranja perfecto cubre la selva rocosa. Más figuras se dibujan en la orilla, pero es hora de dejar este escenario mítico para regresar a la realidad de un puerto que, pese a las décadas de canon minero, todavía no tiene agua potable permanente.
Ya habrá ocasión para volver a otras playas de Marcona como Las Loberas, más alejada, pero con la ventaja de los avistamientos de lobos marinos, o de visitar las reservas cercanas, como Punta San Juan –que ya conocimos– y San Fernando. Tiempo hay: la relación entre la naturaleza de Marcona y el turismo promete ser de largo plazo.