Año 4. Edición Nº 245. Miércoles 7 de marzo de 2018
PROVINCIAS
Ruta a Huayhuash

Surcar los andes

La cordillera Huayhuash, ubicada al sur de Áncash, es considerada uno de los lugares más prístinos y hermosos del mundo que se caracteriza por su extrema inaccesibilidad: recorrerla implica caminar 180 kilómetros a alturas superiores a los 4,300 m.s.n.m, pero bien vale la pena el esfuerzo.

Belleza. La ruta por las alturas de Áncash es muy exigente, pero a la vez gratifican sus impresionantes paisajes y recursos.

Escribe Walter H. Wust (*)

Un burro entra por la puerta de nuestra habitación. Restrego mis ojos pensando que aún duermo, pero no. Manuel Huaranga, nuestro arriero, llega con sus animales para cargar el equipaje. Vinimos a caminar y eso es lo que nos espera en los próximos 12 días.
Dejamos el pueblo de Chiquián entre una turba de niños alegres. “Buen viaje”, nos dicen varias señoras camino del mercado. Desde allí y en adelante, será muy poca la gente que encontraremos en nuestro recorrido. Partimos rumbo a una de las cordilleras menos conocidas e inaccesibles del país, pero también a una de las más hermosas y espectaculares.
En cada paso, entre las chacras de tarwi y oca, pienso que por fin un viejo anhelo se hace realidad. Hacía años que quería visitar este lugar, pero había sido difícil concertar el tiempo, los acompañantes y el apoyo de los arrieros y el guía. A lo lejos, las cumbres de los nevados anuncian la majestuosidad del paisaje que nos acogerá durante dos semanas. Por fin estamos en camino.



Visitando el lugar

  • La cordillera Huayhuash se ubica en el vértice que forman Áncash, Lima y Huánuco. Tiene una longitud de 70 km.
  • El circuito que recorre la cordillera es uno de las cinco mejores rutas de trekking del mundo.
  • El acceso empieza en el poblado de Chiquián, “Espejito del cielo” como lo llaman, y está a 3,200 m.s.n.m en el extremo sur de la cordillera Blanca.
  • Se accede tomando una ruta afirmada que parte de la laguna de Conococha, en la ruta a Huaraz.
  • Huayhuash es un paraíso natural, por lo que debemos cuidarlo. LLeve bolsas para los desperdicios.

Aventura a full
Llueve a cántaros y tengo una gotera justo encima. Son las cuatro y treinta de la mañana y el viento hace que el agua entre por arriba y por los costados de la carpa. El frío es espantoso, no obstante Álex, mi asistente, duerme tranquilo y lo envidio.
Al rato, la lluvia cesa, pero solo para dar paso a una granizada persistente. En cierta medida, el granizo es mejor a la lluvia, ya que no moja. Salgo a gatas de la carpa y el viento helado me da una cachetada. El paisaje impresiona. La noche anterior cayó una helada y todo está cubierto por una capa de escarcha. Levantamos el campamento y partimos cuesta arriba hacia un abra.



Mágico amanecer
Caminamos varias horas, pero el cielo permanece cubierto. Una ligera llovizna mantiene todo el día nuestra ropa bien mojada, mientras algunas nubes oscuras empiezan a hacernos dudar sobre la sensatez de esta aventura.
Cinco y quince de la mañana. En unos minutos la primera luz del amanecer iluminará las cumbres de los nevados. El frío es intenso, pero el viento que azotó nuestra carpa gran parte de la noche ha cesado.
Me apresuro a sacar mi equipo fotográfico. Nos apostamos en una loma y esperamos el amanecer. Álex tiembla, me mira como diciendo ‘¿qué diablos hacemos aquí?’, pero algo me dice que vale la pena.
Las nubes empiezan a teñirse de amarillo pálido. Los primeros haces de luces aparecen en el horizonte y, luego de rebanar el cielo helado, se estrellan sobre la nieve de los glaciares cercanos: el Rondoy, el Jirishanca, el Yerupajá.
Es cuando los ponchos nevados de las montañas se visten de anaranjado, de rojo, de dorado. Es como si la nieve dejara de lado la personalidad seria y solemne que casi exigen la austeridad y crudeza de estas alturas, para experimentar la alegría y calidez de los colores de las flores, de los pájaros.
Es un momento mágico en las serranías, pero al cabo de unos instantes la magia se desvanece. El contraste entre las nubes color salmón y el cielo casi negro da paso a la uniformidad del celeste. La nieve recupera su blanco y las planicies de ichu retoman su habitual coloración amarillenta. Una suave brisa helada empieza a soplar y nos recuerda que todavía faltan dos horas para que el sol asome y nos caliente con sus rayos. (*) www.walterwust.com