El Peruano
Año 4. Edición Nº 255. Miércoles 16 de mayo de 2018
AVENTURA
HISTÓRICA CASMA

En busca del Indio Bravo

Distintos escenarios del Perú son ideales para la práctica del turismo arqueológico. Casma, empero, resguarda monumentos como Sechín, Las Aldas y Chankillo, cuya visita resulta una completa lección de historia. Hasta allá llegamos. Texto y fotos: Luis Yupanqui
La ruta, por momentos, nos interna en el valle, y luego entre las dunas del desierto, hasta llegar a Chankillo.
En una calle de Casma, Julio C. Tello encontró una piedra tirada en el suelo en la que se distinguía un rostro grabado; inmediatamente, la vinculó con Chavín. Guiado por el casmeño Víctor Dueñas, y después de cruzar innumerables chacras, se encontró frente a lo que la población llamaba la huaca del Indio Bravo, era el mediodía del 1° de julio de 1937.

Nuestra anfitriona recibe con los brazos abiertos a cada uno de los visitantes que llega a su alojamiento. Ella tiene la sonrisa dibujada en el rostro y nos abraza como si nos conociera de toda la vida.

“Siéntense, vamos a desayunar, van a probar el delicioso tamal casmeño”. Esa era una propuesta que no se podía despreciar: jugo, tamal, salsa criolla, “pan de piso” y café recién pasado. Era un buen augurio de lo bien que lo pasaríamos aquel día.

No hacía frío, pero el cielo estaba cubierto, pronto vendría la cúster a recogernos y me preocupaba la poca iluminación porque no nos permitiría hacer buenas fotos. Giuliana, la guía, percibe mi inquietud y con tono casi maternal me dice: “No te preocupes, Casma es la ciudad del eterno sol”.

Será por eso que los primeros habitantes de Casma se ubicaron frente al mar. Las mayores evidencias están en Aldas, pero luego con los cambios en los modos de producción (agricultura) se movieron hacia los valles de la Costa; Punkurí y Pañamarca son muestras de ello. Sechín está en el valle que forma el río del mismo nombre, a solo 5 kilómetros de Casma. Es uno de los monumentos más antiguos del norte del Perú (3,700 años) y es el único sitio arqueológico de la Costa para cuya construcción se utilizó piedra.

Tome nota
  • Cómo llegar. De Huaraz a Casma hay 160 kilómetros de distancia. De Lima, los separan 375 kilómetros. Se llega tomando la Panamericana Norte.
  • Qué visitar. El Museo Regional Max Uhle atiende de lunes a domingo de 9:00 a 17:00 horas. Si tienen suerte, el doctor Lorenzo Samaniego, arqueólogo, les explicará el significado de la iconografía místico religiosa de los muros de Sechín.
  • El museo ofrece información sobre las principales culturas prehispánicas que se asentaron en la región: Moche, Wari, Chimú, Casma e Inca.
Grabados en piedra

La movilidad se detiene en el hogar de don Víctor López, orgulloso casmeño de muchas generaciones que se une a nosotros para contarnos sobre la roca tallada que Tello encontró, con tres cuartas partes enterradas, y que la población llamaba el Indio Bravo. Este hallazgo provocó que el arqueólogo ordenara la inmediata excavación. Así descubrió una edificación de 51 metros por lado, cuyas paredes median 4 metros de alto y cuya superficie ocupaba aproximadamente 3,000 metros cuadrados. Lo más sorprendente fue el muro de piedra exterior con 98 piedras grabadas, en el cual se aprecian más de 300 figuras de guerreros y prisioneros degollados, en un edificio que estuvo cubierto de tierra durante siglos.

Muy cerca del complejo arqueológico está el museo Max Uhle, donde nos recibe el arqueólogo Lorenzo Samaniego, quien nos explica detalles de las tres etapas constructivas de Sechín, del barro usado en las edificaciones internas, de las piedras labradas en el muro exterior y de los adobes cónicos hechos a mano como parte del sistema constructivo. También nos muestra la maqueta de Las Aldas, las fotos de los petroglifos de Yaután y de las líneas de Pampa Colorada.

Rumbo a Chankillo

El doctor Samaniego es un hombre mayor, pero cuando conversa transmite la pasión de un joven arqueólogo. Sube a la camioneta y nos promete mostrarnos algo que no hemos visto antes en el Perú: un observatorio solar preincaico en medio del desierto. Luego, viajamos treinta minutos hacia el sur de Casma para internamos, por momentos, en el rico valle y otros lugares; así, entre dunas y desierto, llegamos a Chankillo.

Visita obligada
  • El Huaro es un istmo donde el mar mira hacia ambos lados. Por un lado es manso, y por el otro, un poco más movido. Cuando sube la marea, las dos masas de agua se unen y lo rodean, convirtiéndolo en isla.
  • Se ingresa con camionetas 4 x 4, ideales para un tranquilo fin de semana acampando. Desde el puerto de Casma hasta El Huaro es una hora con las paradas respectivas para ver las playas. La caleta de Tortugas es un balneario casmeño cuyo nombre se origina por la presencia de quelonios, que abundaban años atrás. Unos dicen que proviene de la forma de tortuga que tiene la isla ubicada frente a la ensenada, y otros, por la forma del cerro del mismo nombre, mirándolo desde el norte.
  • Es ideal para descansar. También se puede pescar y en sus dunas se practica el sandbord.

Este centro ceremonial se ubica en medio del desierto. En él destacan unas estructuras dentadas de más de 2,300 años de antigüedad. Estas, que a la distancia parecen una enorme serpiente sobre los cerros, son trece torres que entre sus separaciones marcan las posiciones del sol durante el año, señalando con precisión los solsticios y equinoccios. Probablemente fue un calendario solar que les servía para indicar el tiempo de la siembra y la cosecha, y nos demuestra el avanzado conocimiento de la astronomía de los antiguos peruanos.

Nos guía a un lugar particular; las Trece Torres se pueden apreciar desde muchos puntos de la plaza. Sin embargo, hay un pequeño edificio, mal conservado, desde el cual la porción del horizonte visible ocupada por las Trece Torres forma un horizonte artificial. Este sería, nos dice, un punto de observación.

Y mientras imagino, asombrado, una sociedad de astrónomos y guerreros, Giuliana, nuestra risueña guía, me dice al oído: “Falta que conozcan las playas Tortugas, El Huaro, la campiña, la causa de liza, el cebiche de pato, el cebiche de chanque, el ponche de erizos...” Ella ríe despacio, como para no interrumpir al doctor; me río con ella y parafraseando una cita bíblica le digo: “No solo de arqueología vive el hombre”.