El Peruano
Año 4. Edición Nº 255. Miércoles 16 de mayo de 2018
PROVINCIAS
LORETO AL NATURAL

Salvaje Pacaya-Samiria

En este Buenos Aires no se baila tango, ni se comen asados ni se viste a la moda europea. Aquí se desayuna pescado con inguiri, se camina en el bosque sin zapatos y se matan los zancudos que uno tiene en la frente casi por inercia. Texto y fotos: Walter Wust www.conservamos.org
En este rincón de la descomunal maraña de ríos, lagos y pantanos que se extiende a ambos lados de la desembocadura del Marañón y el Ucayali, en el Amazonas, se vive según el río mande: en creciente o vaciante. Aquí si no se tiene una canoa, no se es nadie. Ni los billetes valen, salvo para encender algún mapacho cuyo humo espeso ni la lluvia logra disipar.

Este es, qué duda cabe, un mundo acuático. Y como no somos peces ni tenemos branquias, hay que adaptarse a sus ritmos y sus reglas… a veces despiadadas, otras mágicamente sublimes.

Ubicación y superficie
  • La Reserva de Pacaya-Samiria se ubica en la confluencia de los ríos Marañón y Ucayali, en el departamento de Loreto.
  • Recibe su nombre de los ríos Pacaya, que desemboca en el Ucayali, al sur; y el Samiria, afluente del Marañón, al norte.
  • Fue creada en 1982 y cubre una superficie de 2’080,000 hectáreas, lo que la convierte en el área natural protegida más extensa del Perú.

Un relámpago ilumina nuestra chalupa como un flashazo, descubriendo a una larga fila de hormigas cambiando de lugar su hormiguero inundado y cargando con sus larvas a cuestas. El chubasco arrecia y convierte el campo de fútbol de la comunidad de Puerto Miguel en una poza que refleja el cielo poblado por nubes grises. Está lloviendo en Pacaya-Samiria, la mayor de nuestras reservas nacionales y, para muchos, la más preciosa de las joyas naturales de la baja Amazonía.

Tome nota
  • En la reserva se registraron 102 especies de mamíferos, 527 de aves, 69 de reptiles, 67 de anfibios y 269 de peces.
  • Los ríos de Pacaya-Samiria son, como dice el naturalista brasileño Tales Alvarenga, “una plaza de pueblo en día de feria”.
  • El paiche, arahuana, gamitana, tucunaré, sábalos y pirañas habitan las aguas negras de sus ríos.

Acá todo sorprende, incluso aquello que poco tiene que ver con la naturaleza. Por ejemplo: una reunión de las comunidades ubicadas en la zona de amortiguamiento del área protegida podría compararse a una de las Naciones Unidas, Oceanía, Kuwait, Florida, Lisboa, Atenas, California, Veracruz y, claro, Buenos Aires. Aquí es posible vivir entre Miami y Nueva York sin dejar la orilla del río Puinahua. Y es que en creatividad los charapas no se quedan.

De la misma forma salvaje como llegó, la lluvia cesa. Un arco iris despunta y el sol cae a plomo sobre el bosque, envuelto en nubes de vapor con olor a selva. Pacaya-Samiria nos da la posibilidad de volver a ese contacto primigenio con la Tierra. Pies en el barro, lluvia en la cara, olores nuevos que hinchan los pulmones de esencia natural.