El Peruano
Año 4. Edición Nº 260. Jueves 21 de junio de 2018
AVENTURA
REGIÓN ÁNCASH

Chacas: el arte de la fe

En esta localidad andina de acentuada arquitectura colonial en sus plazas, balcones y templo, es también posible descubrir una ruralidad que impacta por su apabullante belleza y que invitamos a recorrer por caminos esculpidos por el tiempo. Texto y fotos: Rolly Valdivia
La escultura está en una de las esquinas de la plaza. No es enorme y nadie se atrevería a calificarla de monumental, pero, a pesar de sus moderadas dimensiones, jamás pasa inadvertida. Todos la ven, muchos se acercan, varios le toman fotografías para el recuerdo, y, también, para despertar la envidia… perdón, compartir el momento con sus amigos y seguidores en las redes.

Más allá de los selfis y las transmisiones en directo, los observadores más acuciosos –generalmente primerizos en estas tierras de montañas, en este pueblo de balcones y tejas– tratan de averiguar la identidad y la historia de ese desconocido, extraño y escultural personaje. Sin duda, es alguien importante porque ocupa un lugar preferencial, quitándole el sitio a uno de los tantos héroes y mártires de la patria.

A los chacasinos se les conoce como cargaollas, un apelativo que aún es motivo de orgullo.

Y es que está frente al municipio y muy cerca del santuario de Nuestra Señora de la Asunción. Ubicación estratégica que contribuye a agrandar el interés por ese bloque de piedra que un artista transformó en la figura de un hombre de ojota, poncho y sombrero. Ligeramente encorvado, sus manos aprietan una soga que cruza y sostiene el cántaro u olla que lleva esforzadamente en su espalda.

Tome nota
  • La llamada zona Conchucos está integrada por las provincias de Huari, Asunción, Antonio Raymondi, Mariscal Luzuriaga, Pomabamba, Sihuas, Carlos Fermín Fitzcarrald y Corongo, en la región Áncash.
  • A la zona Conchucos también se puede acceder por la carretera Huaraz-Yungay-abra Portachuelo (4,767 metros de altitud). Si bien este camino no se encuentra asfaltado, permite observar en su totalidad la quebrada de Llanganuco.

Así, como en esa piedra convertida en escultura, los alfareros de Chacas –capital de la provincia de Asunción, Áncash– transportaban sus productos a Huaraz y a otros pueblos del callejón de Huaylas y la zona Conchucos. Caminando iban y venían por las faldas cordilleranas, resistiendo los embates del viento, soportando las bajas temperaturas, burlándose con su andar infatigable de las amenazas del soroche.

De tanto peregrinar, los chacasinos empezarían a ser llamados y conocidos como ‘manca carga’ (cargaollas), un apelativo que aún hoy se mantiene y es motivo de orgullo, un símbolo de identidad convertido en obra de arte que atrae las miradas de los recién llegados, siendo muy útil, además, para cosechar likes y generar envidia sana.

Y es que la imagen del Manca carga no es la única que comparten los viajeros. Ellos muestran también los balcones tallados que miran a la plaza (en reconstrucción) y que, cuentan, se convierten en palcos, cuando los devotos de la Mama Ashu observan desde allí las festivas tardes de toros que se organizan en honor a su patrona.

Corrida sin coso. En la calle nomás. En la misma esquina donde se yergue esa escultura; entonces, se colocan tablones para delimitar rústicamente la arena y evitar la fuga de los astados o, quizá, la de los voluntariosos toreros. Vaya uno a saber, porque todavía no es la segunda quincena de agosto y la Virgen de la Asunción está tranquilita en su santuario.

Fe que reconstruye

De oídas el foráneo se entera de algo que ocurre en Chacas y no solo en los días de celebración. Suceden durante todo el año y desde hace varias décadas. Volver en el tiempo. Noviembre de 1976. Un sacerdote italiano aparece en la tierra de los cargadores de ollas. Su nombre: Ugo de Censi.

Su misión: resembrar la fe, fomentar la educación y el arte.

Cuando llegó, la iglesia colonial estaba en ruinas. Sus centenarias torres de adobe se vinieron abajo con el terremoto del 70, mientras su retablo principal, una obra magnífica de 1700, lucía maltrecho por el sismo y la desidia. Era un cuadro capaz de conmover a un hombre de obra y acción que ama a Dios y al arte.

Recuperar el templo. Reconstruir muros y torres. Cambiar el adobe por ladrillo. Restaurar el altar. Tarea difícil; no imposible. Lo demostró el padre Ugo con orden y dedicación y en esa cruzada contó con el apoyo de los maestros y alumnos de Don Bosco, la escuela de arte y de vida que él promovió y fundó, mediante la Operación Mato Grosso.

Detalles del camino
  • El viaje: Parte de Huaraz por una vía asfaltada. Distancia: 118 kilómetros. Tiempo del recorrido: 4 horas. Altitud: Chacas está a 3,359 m.s.n.m.
  • Qué hacer: en Chacas visite el Museo de Arqueología de Chacas, el Museo Artesanos Don Bosco, y los miradores Pirushtu y Parabólica.También se pueden visitar las lagunas de Patarcocha y de Perlilla.
  • Plaza Mayor: en sus cuatro esquinas hay esculturas que representan las actividades tradicionales de los chacasinos.
  • El gustito: El auténtico sabor italiano lo encuentra en la pizzería San Francisco, que maneja la Operación Mato Grosso.

Durante más de 20 años, voluntarios italianos atraídos a Conchucos por la persistencia de su compatriota, dirigieron, compartieron, trabajaron de la mano con los jóvenes chacasinos que se formaban y aprendían en las aulas y talleres de la operación.

El pueblo
Chacas es un pueblo limpio, ordenado, rodeado de verdor. Está protegido por por el nevado Camchas.

Muchos cambios en Chacas. Un pueblo ordenado, limpio, rodeado de verdor, protegido por el nevado Camchas. Paz y sosiego en un destino que se empieza a disfrutar desde mucho antes de llegar. El camino es el primer atractivo. Salir de Huaraz. Visiones nevadas. Carhuaz tras la ventana. Un desvío. Ascensos. Serpentines de asfalto. El imponente Huascarán. La asorochada Punta Olímpica.

Un abra, dos lagunas, un túnel a 4,736 m.s.n.m. El punto más alto de la ruta. El paso hacia los valles, las provincias y pueblos localizados al oriente de la cordillera Blanca. Callejón de Conchucos, suelen llamarlo; Zona Conchucos, corrigen en Chacas, en Pomabamba y en Piscobamba (Mariscal Luzuriaga), en Sihuas y en San Luis, en Huari y Chavín de Huántar, con sus cabezas clavas, su lanzón monolítico y sus galerías subterráneas.

Destinos por descubrir. Promesas de aventura en los caminos incas que todavía existen. Encuentros de fe en las fiestas de San Juan en Pomabamba (24 de junio), y de San Pedro y San Pablo en Piscobamba (29 de junio). Danzas tradicionales, misas y procesiones, música y baile, mayordomos o cargos dispendiosos que reciben y comparten comida y trago con los visitantes.

Por qué no continuar la ruta. Ir más allá. Explorar el territorio cordillerano, como lo hacían los manca cargas. Aunque no para vender ollas, solo para postear fotografías o videos y quizá esos contactos anclados en lo cotidiano se animen a sacudirse de la rutina.