El Peruano
Año 4. Edición Nº 265. Jueves 26 de julio de 2018

ESPECIAL
BANDURRIA

Entre el mar y el paraíso

Hay salidas cercanas a la capital que ofrecen mucho desde que uno pisa la carretera. En el caso del camino que nos lleva hasta el Sitio Arqueológico de Bandurria, el desierto, la laguna y el mar son el marco de un retrato que describe historia y explica nuestros orígenes. Texto y Fotos: Juan Puelles
El impetuoso viento mezclado con la brisa marina levanta la arena formando tímidos remolinos. El desierto se pierde en lontananza y paralelo al mar, un espejo de agua lame el árido territorio, transformando este rincón de la costa central limeña en un paraíso de vida. Los antiguos lo sabían y su legado está ahí. Sobre un acantilado, los restos de esta ciudadela, que desafía las arenas del implacable desierto, dan señales de ser origen de la civilización peruana. Nadie sabe su nombre original. Simplemente, la conocen como Bandurria.

Seguramente muchos han visitado la ciudad de Huacho, capital de la provincia de Huaura, ubicada a unas dos horas y media al norte de Lima, y la han pasado genial, pues los huachanos son gente muy hospitalaria. Y podría apostar también que la mayoría solo ha explorado sus playas, discotecas y sus templos sibaritas, donde, por cierto, se come como los dioses y de solo pensar en sus opíparos desayunos, se hace agua la boca.

Pero, Huacho es más. Naturaleza, historia, cultura y tradición se desenvuelven en una tierra habitada desde hace milenios. No pretendo ser una especie de Indiana Jones, pero tampoco me conformo con recorrer solo lo clásico. Y precisamente este viaje fue una indagación, un descubrir, un verdadero viaje a los orígenes huachanos.

“Los primeros promontorios que sobresalen en el desierto nos revelan las formas piramidales de Bandurria”.

Jorge Velásquez trabaja en la gerencia de Recursos Naturales de la región Lima y es un entusiasta cuando de promocionar Huacho y alrededores se trata. Acompañados por él nos vamos al sur de la ciudad, hasta un desvío en el kilómetro 141 de la carretera Panamericana Norte. Visitaremos una obra de ingeniería que nuestros ancestros dejaron para la posteridad.

Tesoros costeros
  • Hacia el norte de Huacho, en Végueta, se ubica Vichama, otro sorprendente sitio arqueológico. Este surgió cuando se apagaba la civilización de Caral.
  • En Huaura se ubica el balcón desde donde el General don José de San Martín proclamara por primera vez nuestra independencia, en 1820.
  • Visite la isla Don Martín, un atractivo natural que se encuentra en el distrito de Végueta, en la provincia de Huaura, en el departamento de Lima. Anímese.
  • La población de Bandurria, asentada entre el mar y el humedal, se alimentó con productos marinos, en especial sardinas, anchovetas, machas y choros. En el lugar se descubrió la red más antigua y otros utensilios de pesca.
La génesis andina

Una vía afirmada, de poco más de un kilómetro, nos va acercando. Poco a poco, unos promontorios que sobresalen en el desierto revelan una indiscutible forma piramidal. Llegamos. Ante nosotros, Bandurria despliega milenios de historia. “Este lugar, parte del origen de la civilización andina, se mostrará ante ustedes”, nos dice con cierta solemnidad Miguel Ángel Romero, guía permanente del complejo, quien nos da la bienvenida. El Sol baña todo con esa luz diagonal tan rica.

Bandurria. Así le llaman a un ibis sudamericano que suele vivir cerca de ríos y lagunas. Creo haberlos visto en alguna de mis correrías viajeras, pero ¿qué tiene que hacer ese nombre por acá? Pues, en esta zona, cuando los humanos no proliferaban, no molestaban y no las cazaban, las bandurrias abundaban. Pero llegaron los humanos, le pusieron al lugar Pampa de las bandurrias, las molestaron, las cazaron y las bandurrias se fueron. Cuando se descubrió el legado arqueológico, no hubo mejor nombre para denominarlo.

En 1973, el desborde de un canal de la irrigación Santa Rosa se llevó más de once hectáreas de la zona doméstica, arrastrando hasta entierros y poniendo en evidencia lo que las arenas habían ocultado. El ingeniero Domingo Torero, junto con otros pobladores, inició las tareas de rescate. En años venideros, las investigaciones y la denodada labor de los arqueólogos Rosa Fung y Alejandro Chu, y el apoyo de la Municipalidad Provincial de Huaura y el Gobierno Regional de Lima, permitieron salvar lo que aún se mantiene en pie.

Centro ceremonial

Caminamos unos minutos y frente a nosotros se levanta lo que fuera el centro ceremonial, una pirámide escalonada, carcomida por el clima y el tiempo, pero que todavía muestra magnificencia en los cantos rodados de sus muros y escaleras que la elevan varios metros al cielo y en su plaza circular, tendida a sus faldas.

Dicen que este lugar se remonta a unos cinco mil años, cuando los egipcios no tenían ni en proyecto sus famosas pirámides.

En las lomas
  • En el km 105.5 de la Panamericana se encuentra la Reserva Nacional de Lachay. Sus lomas son refugio de fauna costera y se les puede visitar entre julio y noviembre.
  • Hay tres circuitos: el circuito del zorro, para una caminata de 45 minutos; el circuito de la tara, que se hace en 2 horas; y el circuito de la perdiz, entre 2 y 3 horas.

Por eso, son reiterativas las expresiones de sorpresa de quienes llegan a este paraje del norte chico y el silencio que provoca en nosotros su monumentalidad. “Antiguamente, el ser humano se adaptaba a la naturaleza, vivía en armonía con ella y no al contrario, como sucede hoy. Cuánto debemos aprender”, irrumpe Miguel Ángel haciendo cierta gimnasia verbal, pero con la mirada fija en la cima del complejo. Si bien la mayoría de los centros urbanos se desarrollaron al lado de un río, Bandurria está al lado del mar, junto a la larga albufera, que ahora conocemos como Paraíso y que surge espectacular. Los humanos de aquel tiempo, sosteniblemente, se beneficiaron de los grandes recursos que el océano y la laguna les brindaban.

Respiramos la brisa marina. El viento hace jugarretas con la arena. Llega el atardecer y el cielo se llena de tonos que hipnotizan y ponen el broche dorado a la visita. Qué bien se siente regresar con la satisfacción de haber aprendido que la civilización andina dio sus primeros pasos entre el mar, el desierto y este paraíso costero que cautivó a los antiguos, como también lo hizo con nosotros. ●