El Peruano
Año 5. Edición Nº 272. Jueves 20 de setiembre de 2018

ESPECIAL
VISITA A CAJATAMBO

Raju Collota: Blanco desafío

El Perú es un escenario natural e ideal para el trekking que atrae hoy al vacacionista internacional. Entre las rutas que propone la cordillera Huayhuash está el ascenso al nevado Raju Collota, cuya elevación sobre los 4.400 metros lo convierte en un excelente desafío. Texto y fotos: Juan Puelles
Solo unos metros. ¡Qué importa el frío! Ya estoy cerca. Después de tantas horas de dura caminata, la cima está prácticamente a tiro de piedra. Cada respiración es un reto. En estas altitudes, el oxígeno es limitado para todos. Continúo, me doy ánimo y el desafío finalmente da sus frutos. ¡Hemos llegado! La blanca cima del Raju Collota refulge e ilumina más nuestra alegría y el sol ilumina este triunfo.

Me apasionan las cordilleras, pero una tiene un significado especial; me refiero a la cordillera Huayhuash, que desde la pronunciación del nombre es un desafío. Por algo es uno de los mejores circuitos montañeros del mundo.

Este macizo andino se enseñorea en tres regiones del Perú: Lima, Huánuco y Áncash. Estaré unos días en sus dominios, en sus caminos, disfrutando de su naturaleza y, si me lo permite, coronando una de sus cumbres: el nevado Raju Collota (o Diablo Mudo, como le llaman muchos).

Llego a Cajatambo, capital de la provincia del mismo nombre, en la esquina noreste de Lima; una tarde cuando el sol está en poniente. No es la primera vez que visito estas tierras, por eso el abrazo fraterno con Ricardo Espinoza es la cálida bienvenida que me aguarda. Él es uno de los mejores guías y conocedores de los caminos de Huayhuash.

La tarde da paso a una límpida noche y la familia de Ricardo me engríe con el plato cajatambino por excelencia, el tradicional pari o sopa de piedra, que se prepara con papa seca, una variedad de carnes y, como detalle principal, la piedra caliente que va dentro del humeante caldo. Esto es lo que le da el toque especial a esta exquisitez. A la mañana siguiente, Huayhuash.

Entre gigantes

Pancito untado con un delicioso manjarblanco, queso, huevos revueltos y una generosa taza con café, terminan por despertarme. Ricardo ya tiene todo previsto. Se une Miguel Martínez, amigo de la agencia Don Bosco 6000; que proporciona el equipo para alta montaña. Allá vamos.

Una camioneta nos sube hasta Cruzpunta. Allí aguardan Aniceto, el porteador, con Antúnez, nuestro cocinero, y las acémilas que cargarán nuestro equipaje. Aquí también saluda desafiante el nevado Huacshash, ubicado un poco más al sur de esta cadena. Un preludio de lo que veremos. Este primer día es suave. Una leve pendiente lleva hasta la laguna Viconga, lugar de la primera acampada. El silencio, cómplice con la soledad de las montañas, acurruca nuestro sueño, es indescriptible.

¡ LLegamos. A las 9:15 de la mañana pisamos la cumbre del Raju Collota, el nevado Diablo Mudo!

La mañana amanece neblinosa. Debería estar despejada. Cosas del clima. Caminamos y subimos. Casi cuatro horas y seguimos subiendo. La altitud y el frío atolondran. Y así, medio atolondrados, llegamos a punta Cuyoc, uno de los pasos más altos, a 5000 metros. Con nubarrones y todo, la vista sobrecoge. Aniceto y Antúnez se adelantan. En Guanacpatay nos reciben con una reparadora cena, sellando la segunda jornada.

Dormí a saltos, quizá fue el frío, pero el desayuno resulta reparador. Es momento de seguir el camino. Lo bueno cuesta. Este tercer día, treparemos al mirador San Antonio. La verticalidad para llegar a él es muy acusada. Por eso, jadeando y después de horas de camino, el grupo toca los 5,000 y más metros de este balcón natural. Estoy en San Antonio, rodeado de gigantes nevados. El Yerupajá, rey de Huayhuash, alza sus 6,634 metros hacia el azul celestial. Miguel anima a apurar el paso. La tarde está sobre nosotros y el campamento está lejos. Hora de bajar. Al llegar, un generoso guiso de pollo nos recibe. Lo acompañamos de una tertulia bajo las estrellas y a dormir.

Cuarto día. Retomamos la ruta y pasamos cerca de Huayllapa, uno de los poblados que cuelgan en Huayhuash. Poco a poco, subimos a punta Tapush. Al fondo, en la zona de Huatia, refulge nuestra meta andinista, el Raju Collota. Antes de irse a descansar, el sol ilumina la nieve de nuestro objetivo, que ahora encendido en rojo, se refleja en las apacibles aguas de la laguna Susucocha, cerca de la cual armamos el campamento base. En la madrugada, iniciamos la odisea.

Conquistar el cielo

Dos de la mañana. Hace mucho frío. La puna es así, despiadada. Un energético y madrugador desayuno nos ayuda. Son las tres de la mañana y emprendemos el duro ascenso. Las horas pasan y aparecen las primeras luces del alba y nuevamente el Yerupajá nos acompaña. No es fácil caminar. “Vamos Juan”, anima Ricardo.

Después de no sé cuántas horas, llegamos al glaciar. A partir de aquí, la escalada se torna más lenta.

Paraíso montano
  • El nevado Yerupajá, con sus 6,634 metros, es la segunda montaña en altitud del Perú, después del Huascarán. Además, es la cumbre más elevada de toda la cuenca del río Amazonas.
  • Desde Cajatambo, se pueden hacer circuitos a la cordillera Huayhuash, desde tres días hasta los más extensos, de más de diez.
  • En julio, la ciudad de Cajatambo vive su fiesta patronal en honor a Santa María Magdalena. Desfilan las pallas, el inca y se da un sincretismo muy interesante.
  • Desde Lima a Cajatambo hay ocho horas de viaje por carretera. Si desea mayor información de los circuitos, visite la página web: www.donboscoexpedition.com
Tramo final

El sol ya despertó, evidenciando los profundos precipicios. Una atemorizante pared de hielo es la antesala a la cima. ¿Temor? Bueno, es parte de esto. La cumbre está ahí. Vamos por ella. Respirar es difícil, pero hay fuerzas para seguir. El hielo y la nieve crujen. Este desafío está por cumplirse.

El viento helado que golpea nos revela que ya no hay más subida. ¡A las 9:15 de la mañana pisamos la cumbre del nevado Raju Collota, el famoso Diablo Mudo! Junto con Ricardo y Miguel, nos abrazamos para gritar nuestra hazaña. El panorama es majestuoso. Nadie ose interrumpir esta sensación, ni siquiera el cortante y helado viento que golpea.

Quisiéramos perpetuar esta proeza, quedarnos en la cima, pero el retorno es inevitable. Nos espera una larga bajada hasta el campo base. Son más de 1,000 metros de desnivel y dejo que la pendiente haga su parte. Rozando el anochecer recalamos en el campamento, donde Antúnez nos espera con un manjar. Otro abrazo más y otro plato preceden al descanso de ley.

Alistamos el regreso a Cajatambo. Entre tanto, reflexiono en la necesidad de proteger esta cordillera tan especial. Reviso cada foto, las imágenes de Huayhuash, tan bella, tan enorme, pero a la vez, tan frágil. En 2002 se le dio a la cordillera la pálida definición de Zona Reservada, pero su declaratoria definitiva aún espera.