El Peruano
Año 5. Edición Nº 277. Jueves 25 de octubre de 2018
AVENTURA
ALTURAS DE MARCAHUASI

Piedra y misterio

Marcahuasi es uno de esos lugares que nunca se presenta igual. Aunque se ubica a solo unas horas de la capital peruana, subir a esa meseta de 4,000 metros de altura implica deconstruir lo citadino para enredarse en el mundo surreal que se construye sobre ella. Texto y fotos: Claudia Ugarte
San Pedro de Casta es uno de aquellos pueblos anclados en los andes limeños que aprendió a vivir del turismo sin perder su esencia local. Es aquí donde comienza un empinado camino de herradura que conduce a Marcahuasi, uno de los escenarios más misteriosos de las alturas andinas. Son más de las 2 de la tarde y el objetivo es llegar a la meseta antes de que oscurezca. La caminata se hace en 3 o 4 horas, pero yo que antes estuve aquí, sé que los imprevistos son el juego favorito de la montaña.

Caminata de altura

“Lo duro de subir a Marcahuasi es tener que hacerlo a más de 3,000 msnm”, nos dice el guía, pero no hace falta. Nuestros rostros están enrojecidos de cansancio y recién nos vamos acostumbrando a la escasez de oxígeno, sin embargo, sabemos que cada paso nos acerca más a esa enigmática cima que promete regalarnos una noche despejada.

Las formas oscuras de las piedras durante la noche se vuelven inofensivas con la luz de la mañana

Dos son los lugares preferidos para acampar en Marcahuasi: el Anfiteatro, que es una explanada rodeada de montañas rocosas adonde llegaremos esta noche, y La Cabaña, que es un punto más elevado y solitario donde mucha gente asegura haber visto ovnis o vivido experiencias abrumadoras.

Ya dos veces acampé al lado de esta cabaña construida por el estudioso de este bosque de piedras, Daniel Ruzo. No vi cuerpos de luz, pero sí me llené de anécdotas para contar. Los extravíos son frecuentes cuando se quiere llegar a este lugar, por eso no es común que este pedacito de montaña se llene de carpas.

En todo caso el camino más fácil de seguir –el llamado camino largo– conduce al anfiteatro, mientras que el camino a La Cabaña es un desvío que acorta el trayecto, pero es más empinado y se cruza con otros caminos que han ido haciendo los pobladores en sus faenas diarias, por lo que no es difícil extraviarse…

Una portada de piedra nos indica que hemos llegado al Anfiteatro, justo cuando los últimos rayos solares empiezan a despedirse de la cima de la meseta. Hoy toca una noche de historias escalofriantes al lado de la fogata y bajo una marea de estrellas que muchos comentan.

Laberinto pétreo

Amanece y todas las formas oscuras que tomaron las piedras gigantes durante la noche se vuelven inofensivas con la luz de la mañana. Una pobladora de San Pedro de Casta ha subido temprano para vender desayunos. Un mate de coca nos prepara para la nueva jornada.

Caminamos rumbo a la Fortaleza, el punto más alto de la meseta y el destino que reta a la mayor parte de visitantes de Marcahuasi. En cada paso el guía nos va develando las formaciones antojadizas que tienen las rocas de este camino.

Son siluetas que con el trazo del sol van seduciendo nuestra imaginación. Es difícil no perder la mirada en esas luces y sombras, en esas figuras que parecen milenarias, o en esos rostros amorfos que parecen haberlo visto todo, incluso el pasar del tiempo.

Al ver el perfil dormido de un gigante de piedra solo atino a andar sigilosamente por temor a despertarlo.

El infiernillo

No solo las formas humanas se manifiestan en estas piedras dantescas: un conjunto de focas surfeando el mar, un ave peinando sus plumas, un delfín, un sapo gigante, búhos siameses y cientos de figuras reconocibles salen a nuestro encuentro poco antes de llegar a El infiernillo, esa grieta de 8 metros de profundidad que reta a muchos a cruzarla de un salto.

Se especula que ese tajo profundo –tapiado hace unos años por los pobladores– era un portal a canales y civilizaciones subterráneas.

¿Pero fueron solo la erosión del viento y la lluvia las artistas que han tallado esta fauna surrealista de piedra? ¿Es tan caprichosa nuestra mente que necesita darles nombres o formas recono cibles al extravagante mundo que se presenta sin forma y con tanta libertad ante nuestros ojos?

Entre las pocas certezas, el guía nos dice que muchas de las rocas son de granito y cuarzo, lo cual explica el constante flujo de energía que muchos viajeros y viajeras comentan.

Para tomar en cuenta
  • Desde Lima puede tomar los buses que van al Parque Echenique, en Chosica. Allí está el paradero de buses a San Pedro de Casta (3 h). Salidas: 7:00 y 12:00 horas.
  • Es necesario llevar zapatillas de trekking y los implementos para caminata de altura. La ropa ligera para el día y ropa de abrigo para la noche.
  • Se puede contratar guías locales, mulas de carga, carpas y bolsas de dormir en San Pedro de Casta, donde los servicios turísticos los administra la comunidad. Debe registrarse en la oficina de turismo.
  • En octubre, el pueblo celebra la Fiesta el Agua que empieza con la limpieza de los canales de riego.
La Fortaleza

Estoy muy cerca de extraviarme en una maraña de divagaciones, cuando aparece en mi retina La Fortaleza. Mi regreso a esta zona estaba pendiente desde hace más de una década. Promesa cumplida, me digo mientras me intriga saber cómo lograré subir esas faldas resbaladizas.

De alguna forma todo el grupo lo logra, apoyado en la tentación constante de llegar a los picos más altos y arriesgados.

El regreso a San Pedro de Casta nos permite apreciar lo que el cansancio nos impidió ver en la subida: la flora y fauna diversas que habitan la meseta llenando el terreno de flores diminutas y aves multicolores, sobre todo alrededor de la laguna Huacracocha.

Una apacheta en forma de llama nos despide de las alturas y solo nos queda el descenso por el camino corto.

El rostro de la Humanidad –una inmensa efigie de granito esculpida por el misterio– reclama nuestra atención en ese camino, así como las chulpas prehispánicas que se conservan cerca de La Cabaña. El estofado de cordero en el pueblo, antes de partir a Lima, fue el premio mayor. ●