El Peruano

Año 107 // 3ª etapa // 543 // Viernes 20 de abril de 2018
EL ANTIGUO LAZO DEL ARTE Y LA PUBLICIDAD
GALERÍA ABIERTA
Exposición de afiches italianos 1899-1969
Bella Época. Imagen principal del afiche de las hojas de afeitar Bolzano: cartel litográfico de Gino Boccasile (1942). La publicidad actúa como detonante de la reflexión.
En Italia del siglo pasado se exhibían en las calles para estimular el consumo. Décadas más tarde, afiches italianos del período 1899-1969 llegan a Lima en una muestra capaz de propiciar reflexiones sobre arte, publicidad y estilos de vida.
ESCRIBE: CÉSAR CHAMAN
En el Museo de Arte Italiano, ubicado en el Paseo de la República, justo en frente del viejo edificio del Palacio de Justicia, una exposición de afiches de los siglos pasado y antepasado estará abierta hasta los primeros días de junio para recordarnos que hubo una época en que la publicidad plana caminaba de la mano del arte.

El nombre de la muestra es, en sí mismo, una metáfora: La calle como galería. Afiches italianos 1899-1969, una colección de 55 piezas que en su momento sirvieron para ofrecer sugestivamente desde licores hasta zapatos y automóviles, y que hoy –cuando el aviso publicitario tiene mérito solo si impacta en la venta– se les aprecia como objetos de culto.

Estos afiches demuestran un manejo de la imagen y un tratamiento del color y la forma propios de quien ha hecho del arte una inspiración

El curador Maurizio Scudiero ha escrito un texto de presentación que invita a observar y entender los afiches de esta exposición tanto en la complejidad de su contexto histórico –marcado por dos guerras mundiales– como en los matices propios de su creación: técnica, estilo, tendencias, ideología.

MATRICES Y ESTILOS

“Basta aproximarse a los trabajos de Marcello Dudovich en Italia, los de Luwig Hohlwei en Alemania o los de Coles Phillips en los Estados Unidos, para encontrar una matriz estilística común, como el mismo clima alentador de un bienestar que, aparentemente, parecía estar al alcance de todos”, añade el curador, incorporando el componente de la apariencia, tan cercano al discurso de la publicidad, la necesidad artificialmente creada y las aspiraciones.

Sobre la importancia de la muestra, el mismo Scudiero propone pistas concretas al hablar sobre “aquella misma actitud contemplativa de un estatus y de un estilo de vida que era de pocos, al que la masa proletaria o pequeño burguesía era obligada a observar tanto con admiración como con cierta envidia, gracias al sutil mecanismo de identificación inducido por el afiche mismo”.

Los afiches de La calle como galería son, mayoritariamente, piezas de gran formato, trabajados en superficies que combinan imágenes y textos que traslucen el espíritu de sus autores, todos ellos artistas de renombre en Italia de la primera mitad del siglo XX.

MUESTRA ABIERTA
Hasta el domingo 10 de junio, la muestra La calle como galería. Afiches italianos 1899-1969 se expone en el Museo de Arte Italiano (Paseo de la República s/n, Cercado de Lima, junto al hotel Sheraton). “Gracias al apoyo del Ministerio de Cultura, con el cual desde el año pasado estamos trabajando de manera conjunta para revalorar el museo, el ingreso es libre durante el tiempo que dure la exposición”, comenta el director del IIC, Gabriele La Posta.
OBRAS DE ARTE

Al abordar los mecanismos de la comunicación, el psicoanalista francés Paul Laurent Assoun afirma que la recepción es la acción de recibir algo –incluso a alguien–, de acogerlo. “Tomada como ‘acto’, la recepción implica entrar en posesión de aquello mismo que es dado, ofrecido, enviado o transmitido”. Pero se trata de un acto condicionado por la experiencia previa del receptor; de allí que el objeto artístico es plural y –como explica el sociólogo Florent Gaudez– “se constituye en tantas obras de arte como miradas se posan en él”. Si la calle es una galería, las obras de arte devienen en prácticamente infinitas.

Color, forma, composición, textura y mensaje son puestos a disposición del observador mientras se relata la historia de Italia –y de Europa, y del mundo– en lo que Scudiero define como el tránsito de la Bella Época a los años 60. Es el propio curador el que identifica a la aparición de la televisión como una suerte de ‘línea de corte’ en la tradición del afiche italiano con vocación estética, un puente hacia nuevas formas de publicidad más vinculadas con lo utilitario del producto ofertado. A simple vista, podría pensarse que es la evocación nostálgica lo que eleva a estas piezas a la categoría de arte, pero no es lo único.

TRABAJO PARALELO

“Uno de los primeros elementos (que otorgan a estos afiches el carácter de arte) es el hecho de que los autores fueron artistas reconocidos, sobre todo ilustradores, que desarrollaron este trabajo en paralelo a su producción artística –acota Gabriele La Posta, director del Instituto Italiano de Cultura (IIC) en Lima–. En la mayoría de los casos, esto se ve reflejado en los afiches que demuestran un manejo de la imagen y un tratamiento del color y la forma propios de quien ha hecho del arte una inspiración”. En el fondo, estos trabajos ennoblecieron a la publicidad y permitieron que el público pudiera apreciarlos en las calles no solo como vehículos de información comercial, sino también como objetos para el deleite estético.

De hecho, las dimensiones del público/receptor han cambiado. Hoy, el Museo de Arte Italiano recibe alrededor de 1,200 visitantes por mes, cuando a dos cuadras de allí, en el Estadio Nacional, un partido entre los equipos más populares de Lima reúne, en una sola jornada, a 45,000 espectadores. “La intención de exponer los afiches en el Museo de Arte Italiano, joya de la presencia italiana en América Latina, es precisamente que mucha gente pueda verlos en un bello espacio”, comenta el director del IIC.

En resumen –dice La Posta–, creo que en esas décadas la publicidad era más directa y menos subliminal que hoy, más artística y menos trivial. Tal vez la televisión tenga que ver con todos estos cambios, quizá no, pero, en cualquier caso, es un fenómeno social y económico que merece una mirada acuciosa, una reflexión profunda capaz de brotar de la colorida superficie de un afiche.