El Peruano

Año 107 // 3ª etapa // 544 // Viernes 27 de abril de 2018

ROCK Y POESÍA


# #

OYE MI CANCIÓN

Rafo Ráez interpretó en vivo Pez de fango, disco compuesto con el fallecido poeta José Watanabe. “Por lo menos tres canciones te van a gustar”, advierte Ráez en la antesala de su concierto en el Teatro Peruano Japonés por la Semana Nikkéi. Casi una sesión de espiritismo.
ESCRIBE: LUIS F. PALOMINO
# #
Los silencios de Rafo Ráez se hacen largos cuando se le pregunta por José Watanabe. El rockero baja la cabeza calva, sostiene su mentón y compone un gesto enigmático, como si recordase con tristeza el proceso creativo de Pez de fango, disco con once melodías suyas, a las que el vate nikkéi les puso su sello como letrista.

“A nadie le gusta que se le muera un amigo”, dijo Ráez sobre el fallecimiento de Watanabe en el 2007, casi dos años después del lanzamiento del álbum que los involucró artísticamente. En ese momento, la vulnerable salud del poeta impidió que la promoción del material fuera combativa. Tras su deceso, Pez de fango guardó luto.

FESTEJO DE VIDA

Aunque fue compuesto en tiempos de enfermedad, el disco festeja la vida y lo sensual. Para el primer tema, Watanabe escribió: “Esta es la casa de la mariposa. Ay, ella es puro desdén, pero todos conocemos el perfume de su sostén”. En ‘El elefante’, tercer track, se cuenta juguetonamente el romance de un paquidermo con una nube. “¿Quién lo diría? El elefante se sabía todas las mañoserías”, canta Rafo sobre el escenario del Teatro Peruano Japonés.

Esos versos traviesos reflejan el carácter lúdico del poeta. Ráez lo guarda en su memoria así: “Un día llegué a su casa y me mostró muy orgulloso unos dragones que había hecho con pepas de palta. Yo le di un gran abrazo porque le quedaron magníficos. Era muy niño y serio a la vez”.

Que un niño de Laredo leyese uno de sus poemas le daba más satisfacción que ser aplaudido en un evento extranjero

En Pez de fango también hay seriedad. El tema que titula el disco es una maquillada crítica política. La banda de Rafo hace vibrar el auditorio mientras a sus espaldas, en una pantalla gigante, se ve cómo una mujer escapa del aluvión que la había sepultado. Es Evangelina Chamorro, peruana símbolo de los daños causados por El Niño Costero. “Nuestra sociedad se enfanga continuamente. Y es inolvidable la imagen de los desastres de los huaicos en Piura y [haber visto que] cruzando la frontera, en Ecuador, todo estaba bien porque los políticos de allá habían hecho bien su trabajo”, reniega el músico.

‘El hombre del restaurante’ es la octava pieza y habla de alguien que sueña con viajar a Berlín, París o Roma. Rafo Ráez ríe por la paradoja: “A José le gustaba el Perú, siempre sintió que esta era su patria. Que un niño de Laredo leyese uno de sus poemas le daba más satisfacción que ser aplaudido en un evento extranjero. La vida no le permitió mejorar la situación de los peruanos, a quienes él amaba, pero sí ser un poeta laureado internacionalmente, que es algo que nunca le interesó”.

Sobre reconocimientos, la obra poética de Watanabe es tan imponente –uno de sus poemarios fue considerado el mejor de los años 80– que sus otras actividades son vistas solo a pie de página. Por ejemplo, no se habla de su labor como gerente de TNP, hoy TV Perú. “Debe haber sido el mejor gerente que ha tenido la televisión peruana en toda su historia. Hay varios programas que él propuso y dejó instalados: Costumbres, Hecho a mano, Miski Takiy”, remarca Rafo. ¿A las radios de rock les falta un Watanabe? El músico toca un acorde filudo: “Es un problema político”.

MÍRAME HOY

En el décimo tema de Pez de fango se repite el estribillo “Herido por las palabras que escribí para ti, mírame hoy cantándolas aquí”. Parece un epitafio del poeta. “Oye mi canción ahora”, Rafo Ráez reverbera y cautiva al público del Peruano Japonés. El momento tiene algo místico, brujesco. Rafo encarna a Watanabe, y la sonoridad reiterativa del “Oye mi canción ahora” adquiere una atmósfera íntima y trascendente, de después de la muerte, de sesión de espiritismo, pues en las butacas hay amigos y familiares del poeta. La ejecución musical es impecable y el humo gris y fantasmal que flota sobre el escenario pareciera tener nombre y apellido.

José Watanabe le dijo adiós a las cosas del cuerpo el 25 de abril del 2007, pero dejó obra para escucharlo. Es todo un detalle que Pez de fango haya sido de sus últimos trabajos. ¿Una despedida? ¿Un hasta pronto? “El mundo tiene mil veredas, en cualquiera de ellas oye mi canción mientras esperas que tu ángel, tu demonio, baje de las estrellas”, continúa cantando Rafo. Esta noche es destacable su humildad para ser instrumento, carne, consciente de que los poetas viven a través de sus letras. A su lado, dos jóvenes decoran el escenario con burbujas gigantescas.

Los espectadores aplauden de pie al músico. Aplauden al poeta. ¿Habrá sido resuelta la pregunta de una señora que en la entrada de la Asociación Peruano Japonesa preguntaba qué canta ese José Watanabe? La gente pide otra.