Eran días en que los medios de comunicación afincados en Lima daban cuenta de la versión oficial de lo que estaba pasando, pero esta distaba mucho de lo que realmente sucedía. Era momento de trasladar la cabina de la emisora hasta el centro de la ciudad. Los comunicadores de radio Yaraví cogieron sus micrófonos y se instalaron en la plaza de Armas de Arequipa. Y la transmisión empezaba a hacerse desde el epicentro de la noticia.
Allí estaban. En medio de la revuelta, entrevistando a dirigentes, ciudadanos y universitarios. También a autoridades locales, policiales y representantes del mismo Gobierno central. Todos eran convocados, todos eran escuchados. Esa era la idea.
Fueron diez días de transmisiones prácticamente ininterrumpidas. Diez días informando, comentando y tomando posición en medio del conflicto. Hasta que llegó el miércoles 19 de junio, cuando la noticia a difundir era que el Gobierno suspendía la privatización de las empresas eléctricas arequipeñas Egasa y Egesur. La tarea había sido cumplida. Los periodistas de Yaraví, junto a unos 20,000 arequipeños, festejaban en la plaza de Armas de la Ciudad Blanca.
Allí estaban. En medio de la revuelta, entrevistando a dirigentes, ciudadanos y universitarios. También a autoridades locales
Se trataba de una historia más en la vida de la radio. Para Yaraví no era nuevo ser protagonista en la historia de su pueblo. De hecho, su historia comenzó en Miraflores, uno de los barrios más pobres de la ciudad en aquel entonces. Nacieron haciendo radio a través de bocinas instaladas en parroquias, locales comunales y puestos de salud; aparecieron para tocar los problemas cotidianos de los vecinos; crecieron para convertirse en la voz de los que no tenían voz en los medios de comunicación.
Su historia la fue construyendo un grupo de comunicadores liderados por Eloy Arribas, un cura español que llegó a Arequipa cuando aún tenía 17 años. Mientras se formaba para el sacerdocio, el padre Eloy conoció de cerca la pobreza de sus vecinos y encontró en la comunicación una manera de ayudarlos a salir de ella.
Fundaron primero el centro de comunicación Amakella. Luego, vinieron las seis horas de programación que alquilaban en radio Onda Sideral, para luego terminar comprándola en 1993. Así, empezaron transmitiendo 18 horas diarias de información, pero a través del nuevo proyecto: radio Yaraví.
Era una emisora diferente. Educativa y popular. Una radio abierta a todos, pero principalmente a aquellos que no tenían muchas oportunidades para hacerse escuchar. Por sus cabinas transitaban a diario dirigentes vecinales, estudiantes, líderes sindicales, vecinos de a pie, gente que buscaba expresarse y debatir. Por eso, cuando llegó el ‘arequipazo’ del 2002 no dudaron en abrir sus micrófonos, sin miedo, en busca de los necesarios consensos.
Felicitas Calla, Yolanda Ahumada, María Teresa Cutimbo, Hugo Ramírez, Hugo Condori, Juan Cervantes, Leonor Luna, Eloy Arribas y Andrés Javier (su actual director) empezaron esta historia radial en octubre de 1992.
Ahora, todos ellos ven con satisfacción las nuevas promociones de radialistas de Yaraví que persiguen la misma vocación de hace 25 años: servir al pueblo con profesionalismo, compromiso y sensibilidad social.
Y aunque han transitado de la radio educativa a la radio comercial, ello no implicó variar el espíritu de la emisora, pues siguen atentos al fortalecimiento de la democracia, la defensa del medioambiente, el respeto a los derechos humanos (especialmente de las mujeres y niños) y, en los últimos años, la seguridad ciudadana.
Así que cuando Radio Yaraví celebre sus 25 años, el próximo 27 de octubre, también estarán celebrando los logros, satisfacciones y triunfos de miles de arequipeños que crecieron escuchando y aprendiendo a ser, cada día, mejores personas y mejores ciudadanos.