El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 555 // Viernes 20 de julio de 2018
TRAYECTORIAS
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TALENTO EN LIBERTAD

En los catálogos de artes plásticas, Víctor Pimentel aparece en el rubro de pintores independientes. ¿La razón? A sus 90 años, plasma sus obras sin ceñirse a escuelas ni corrientes específicas, guiado solo por una pasión que lo acompaña toda la vida. escribe: RENZO CHÁVEZ L.
En una ciudad de muchos rostros, un teatro se ubica en el tiempo. El movimiento ruidoso de los autos es condición del Centro Histórico de Lima; lo define. Algunas tiendas, las iglesias y antiguas casonas republicanas dan paso al Teatro Municipal, un recinto de estilo renacentista en el jirón Ica, un islote barroco que proyecta elegancia en medio de la caótica urbe.
“Yo pinto por deleite personal, pinto lo que me da la gana, no sigo ninguna escuela, ninguna intención”.

El talento del artista es un don que aparece en algunas vidas como un destello, un rayo que las ilumina para cambiar y renovar el entorno. En esencia, el talento no distingue ninguna condición en particular y, de esa forma, el artista nace en cualquier contexto y proyecta sus habilidades para el deleite de los otros y la contemplación. Esta situación suele llegar sin aviso, como en el caso de Víctor Pimentel, un hombre que, a sus 90 años, es más que un arquitecto de reconocida trayectoria.

Víctor Pimentel –Victorio para sus amigos cercanos– es arquitecto, restaurador de monumentos, urbanista y pintor por decisión propia. En su largo recorrido vital, ha renovado visiones arquitectónicas y ha generado aportes notables para su especialidad en el momento que surgieron.

Su vocación por la arquitectura va de la mano con su inclinación artística. Desde la infancia –en un Perú muy diferente al que nos toca ahora–, tuvo la inquietud de expresarse mediante la pintura y desarrolló, en paralelo, el gusto por la música.

Fue un estudiante destacado en la Escuela Nacional de Ingenieros, hoy Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), donde tuvo a Fernando Belaunde como un maestro cercano. Concluyó sus estudios en 1953 y en 1955 ganó una beca de Italia para estudiar un posgrado en la Universidad de Roma, donde se enamoró de la conservación y restauración de monumentos.

MUESTRA ABIERTA
En su prolífica trayectoria, el arquitecto Pimentel nunca dejó de pintar. Por ello, el Colegio de Arquitectos del Perú (CAP), con motivo de su 46º aniversario, presenta una exposición individual con sus obras más recientes. “Trazos y matices en el mundo de Víctor Pimentel” está abierta al público en el local institucional del CAP: Av. San Felipe 999, Jesús María. De lunes a viernes, de 9:00 a 18:00 horas, hasta el 27 de julio. Ingreso libre.
RETORNO Y ACCIÓN

Cuando regresa al Perú, Fernando Belaunde le comunica que la cátedra que le fue asignada antes de su viaje le había sido reservada. Y es así que, en 1987, creó la primera maestría en restauración de monumentos en el Perú.

Gracias a la influencia académica de la UNI, es nombrado director técnico de restauración de monumentos, con el respaldo del entonces Consejo Nacional de Restauración de Monumentos Históricos y Artísticos. Esta responsabilidad lo llevó a incursionar en una suerte de gira nacional para defender las estructuras originales de lugares históricos vinculados a hechos y personajes importantes.

Convencido de la importancia del patrimonio para construir un país funcional, impide la destrucción de la casa donde nació el Inca Garcilaso de la Vega, en el Cusco, con un anteproyecto para restaurarla sin necesidad de demolerla ni volverla a construir, como era la práctica consentida en esos tiempos.

Con este mérito, Pimentel gana el renombre que lo llevaría a ser todo un personaje en el campo de la restauración de monumentos. Su carrera llega hasta la Unesco, que lo nombra consultor, propiciando así el establecimiento de los estudios en conservación y restauración en Brasil, Argentina, México, Guatemala, entre otros países.

PASIÓN EN REPOSO

En medio de esta prolífica trayectoria arquitectónica, tuvo una acompañante silenciosa: su pasión por la pintura, que nunca se detuvo, sino que, por el contrario, alcanzó un pico de éxtasis cuando asistió a una conferencia dictada por un pintor francés afamado en su momento. En ese encuentro, Victorio siente el despertar definitivo de ese espíritu artístico que lo inquieta sin descanso. “Cuando lo vi, pensé que su propuesta artística era similar a la mía; luego me enteraría de que le llamaban abstracto”, expresa con entusiasmo.

Según explica él, su arte nunca tuvo influencia alguna, a pesar de que sus amigos y críticos comentaban posibles similitudes con ciertas corrientes y manifestaciones culturales. “Yo pinto por deleite personal, pinto lo que me da la gana, no sigo ninguna escuela, ninguna intención. Yo no obedezco al mandato de ninguna ideología. Como dice la expresión popular: ¡Yo mismo soy!”, manifiesta.

Esta rebeldía contra el encasillamiento en corrientes, escuelas y pensamiento artístico ha causado que Pimentel quede catalogado, en las revistas de arte como “pintor independiente”, algo que para él es un título honorífico. “Es el reflejo de mi personalidad, pues”.

Su carrera como artista ha sido fructífera, al igual que su labor de arquitecto, porque, según cuenta, en algunas ocasiones ha recibido elevadas sumas de dinero dentro y fuera del país por sus obras.

A pesar de que para el arquitecto Víctor Pimentel la labor de pintor es casi un anexo, su habilidad ha inscrito su nombre junto a destacados artistas, confirmando así lo que pareciera un misterioso designio: el artista nace con su talento.

Solo queda esperar por nuevas sorpresas. A Victorio no le pesan sus 90 años.