El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 570 // Viernes 23 de noviembre de 2018
CONFESIONES
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LOS FANTASMAS DE CÉSAR

Una obra infantil sobre la familia, la atención que los padres dan a sus hijos y los fantasmas, sirve como introducción para conocer los temores de un actor y director como César Ritter. Escribe: luis M. Santa Cruz # #
El salón entero de un colegio de Chanchamayo llega a Lima y su primer destino es un teatro. Específicamente, el teatro donde se presenta Renata y los Fantasmabuuu, pieza teatral protagonizada, escrita y codirigida por César Ritter. Aunque César no lo sabe hasta que la función ya ha terminado.
EN CARTELERA
Aunque para César la muerte es un pensamiento constante, no es una idea que lo paralice. No lo ha detenido antes y menos lo hará ahora. Eso sí, esa sensación ha terminado afectando su vida teatral de una forma curiosa: cada vez que llega a un teatro, siempre busca las puertas de emergencia y las salidas más cercanas. La obra Renata y los Fantasmabuuu se presentará hasta el 9 de diciembre en el teatro La Plaza. Cuenta la historia de una niña que no tiene la atención de sus padres y termina conociendo a un par de fantasmas con problemas para asustar.

Se lo cuento. Se lleva las manos a la cabeza mientras respira agitado, por la emoción y por el desgaste físico de todos los saltos que da en escena. Una vez que todo en su cuerpo se ha puesto en orden, me dice que “esos son los grandes regalos que ofrece cada cierto tiempo el teatro”. Obsequios que hacen más llevadero el hacerse viejo ante los reflectores.

Los achaques de la edad se hacen presentes de diferentes formas. Los que más le complican la vida son los que provienen de la interacción con aquellos actores ‘jóvenes promesas’ que le recuerdan, sin mala intención, que cuando eran niños lo veían actuar en la televisión. El tiempo le toca la puerta y le recuerda que sigue pasando. En una marcha que rara vez hace pausas.

Pero envejecer también representa haber asumido el reto de la paternidad y esa nueva empatía se cuela en el arte. Sin ir muy lejos, antes él tenía prejuicios sobre el teatro infantil, los cuales se fueron desvaneciendo mientras más avanzaba en la profesión, un teatro que le parecía menos relevante y que hoy solo puede ser definido como fuerte y honesto.

LENGUAJE DIGITAL

Y hay mucho potencial creativo que viene desde esa honestidad descubierta. Por ejemplo, una mayor facilidad para trabajar alrededor de los miedos y los fantasmas, entendiendo lo último como todo lo que cargamos encima emocionalmente, como la relación con nuestros padres y su efecto en el vínculo que terminaremos creando con nuestros hijos.

Siente que el idioma que hablaba él con sus padres es distinto al que le toca aprender junto a su hija: una lengua digital

Ritter profundiza. Siente que el idioma que hablaba él con sus padres es uno completamente diferente al que le toca aprender junto a su hija: una lengua digital, tecnológica y que puede resultar compleja para las generaciones que no crecieron con la arroba y el punto com.

El descubrimiento más reciente que no puede entender es la cultura de los youtubers. Cuando le propone a su hija ver un clásico moderno de la animación como Up, una aventura de altura, ella prefiere sentarse en la computadora para ver a una niñita de España que juega con sus juguetes. Una de esas celebridades que el internet ha improvisado sin mucho análisis de por medio.

A estas alturas, el actor no sabe si logrará entender algún día todos los misterios que proponen nuevas plataformas, como Netflix y los influencers, pero hoy se limita a escuchar y proteger. Sabe que tiene que criar a una mujer con sus propios gustos y empoderada, sin abandonar la jerarquía familiar de la supervisión. Siempre con amor, subraya.

ESPECTRO MORTAL

Algunos fantasmas de César son, literalmente, fantasmas. De niño le temía a la posibilidad de que seres de otro plano lo atormentaran por las noches, lo que ha evolucionado a un temor a la muerte como resultado inevitable de lo que conocemos como la vida. Y si antes tenía miedo a que se mueran sus padres, en este momento le asusta más su muerte.

Lo piensa seguido, por masoquismo y por placer, porque no deja de ser un tema interesante. Cree en otra vida, en el más allá, pero no por eso quiere perderse la graduación universitaria de su pequeña o la eventual posibilidad de cargar a sus nietos.

De por sí, Ritter siente estrés en los espacios cerrados, una fobia pasajera que se vuelve una tormenta cuando piensa en la muerte. Un temor complejo si tenemos en cuenta que los teatros no suelen ser espacios abiertos, al aire libre.

Y es que la mayoría de los miedos no obedece a la lógica. Y si a eso le sumamos el realismo mágico del arte escénico, el entendimiento se vuelve un lugar difuso. César prefiere no pensar en la coherencia, se limita a ponerse sobre la tarima para ensayar un “buuu” que puede asustar al resto y al mismo tiempo asustarlo a él mismo. Esa es la idea.