En esta iniciativa, William Urbina tuvo el apoyo no solo de su padre Carlos, sino también de su esposa Jenny Tavera, quien es un gran soporte y lo alienta a seguir adelante; y, de su abuelo, cuyo rostro y nombre engalanan ahora sus productos Don Camilo.
A finales del siglo XIX, don Camilo Urbina y su esposa, Julia Cuya, tenían una hacienda en el Fundo Porras, en Santiago de Surco, y fueron ellos los principales gestores para mantener en el distrito la tradición en la elaboración de piscos y vinos.
Cuando los campos cedieron paso a las urbanizaciones, William decidió comprar terrenos al sur de Lima; así llegó a Pacarán, Cañete, que no es un distrito muy conocido, pero es, en sus palabras, la cuna de uno de los mejores piscos de la región. No solo instaló su bodega, sino también cómodas cabañas en las que recibe la visita de turistas y personas que quieren involucrarse con la cultura pisquera.
La empresa fue ganando prestigio con sus piscos, vinos y macerados, que se consolidan en el mercado interno y ganan aceptación en el extranjero. Ya exportó a Ecuador y España y busca llegar a más mercados, entre ellos Rusia. Jenny, gerente de producción y ventas de la empresa, detalla que exportan pisco quebranta a Ecuador y que sus consumidores mantienen el interés por el macerado de maracuyá.
“Despachamos a España pisco de uvina, variedad preferida por encima del quebranta y el acholado. Si bien mandamos 72 cajas de otros piscos y dos de uvina para que degusten, cuando hicieron una cata en los restaurantes de Madrid, el preferido fue el de uvina”, refirió.
El trabajo de Viña Familia Urbina rinde sus frutos; además de la Bodega Don Camilo, que produce y comercializa piscos y vinos, tienen también las cabañas en Pacarán (lugar campestre) y dos restobar, uno ubicado en Surco antiguo y otro en el Callao (centro comercial Minka) que atrae a un importante segmento de público juvenil.
William refiere que uno de sus proyectos a mediano plazo es expandir ese modelo (de restobar) a provincias y a otros distritos de Lima. Su mirada está puesta en Los Olivos, pues considera que esa zona norte de Lima es muy atractiva.
En Pacarán tiene cinco hectáreas de uva; sin embargo, no son suficientes para abastecer la demanda, por lo que se recurre a otros productores de zonas aledañas para incrementar su volumen.
“Pensamos comprar más uva quebranta a Ica, uva Italia a Cañete y uvina a otros agricultores de Pacarán, Zúñiga y Lunahuaná, especialmente de cultivos que están en la falda de los cerros porque concentran más aroma”, comenta Jenny.