Para el profesor de Economía Asiática de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), Carlos Aquino, no todo quedó allí. China respondió de la misma forma, poniendo aranceles a los productos estadounidenses por un valor de 50,000 millones de dólares, con una clara perspectiva de que esta situación va a continuar. La “guerra comercial” fue declarada.
Según Aquino, las “batallas” se seguirán librando en el campo de los aranceles, pues el mandatario estadounidense, Donald Trump, “amenazó” con fijar nuevos gravámenes por otros 200,000 millones de dólares.
“Si las cosas no se solucionan, esto entrará en funcionamiento en dos o tres semanas. Es de esperar que China también tome medidas muy similares”, aseveró.
No obstante, uno de los problemas que tiene China es que no compra tantos productos de Estados Unidos, por lo que no podría imponer aranceles por 200,000 millones de dólares. No obstante, es posible dar una mirada más profunda.
“Cuando Trump asumió la presidencia, sostuvo que China es un socio comercial que vende mucho a Estados Unidos, pero que le compra poco. Y los cuestionamientos no se centran solo en temas comerciales, pues parte de las críticas refieren que los productos chinos entran a Estados Unidos con subsidios del gobierno asiático; y peor aún, sostienen que China consiguió ser una potencia exportadora e industrial porque obligó a las empresas que van a su territorio a asociarse con firmas chinas y transferir tecnología, se trata, pues, de una condición impuesta por dicho país”, precisó Aquino.
Agregó que Estados Unidos necesita ponerle fin a estas cosas, de manera que inició una guerra comercial para obligar a China a que abra su mercado.
“Cree que debe hacerlo, pues según algunos analistas, aunque Estados Unidos continúa siendo la primera potencia, si no actúa rápido para frenar a China, en solo tres o cuatro años ya no podrá hacerlo”, refirió.
De acuerdo con el catedrático, la guerra comercial es una manifestación de algo más grande. Sin embargo, si se aplican los aranceles anunciados, los productos costarán más para los consumidores estadounidenses, en promedio unos 150 dólares más.
“Trump, por su parte, les dice a los productores que venden en el mercado de Estados Unidos que, si no desean un escenario así, entonces deben llevar toda su producción a su país. Y claro, eso es difícil más aún ahora que la producción de las mercancías se hace en muchos países.”
Además, asegura Aquino, parece que el presidente Trump desconoce cómo funciona el sistema comercial internacional.
“No por fijar aranceles a los productos que se fabrican en China obligará a los productores de esas mercancías a mudarse a los Estados Unidos. Precisamente, la crisis de 2008 desnudó ese tema, ya que muchos decían que la mano de obra en Estados Unidos es cara y debían buscar otros lugares, acelerando un proceso que lleva más de dos décadas”, puntalizó.