Flor nació entre montañas y, desde niña, vivió fascinada con ellas. Fue en el mágico Callejón de Huaylas donde se formó como guía oficial de turismo, en el Instituto Superior Tecnológico Eleazar Guzmán Barrón, de Huaraz. Su experiencia suma 20 años y en su devenir montañero ha guiado a caminantes en varias expediciones andinas y ha llegado a muchas de las cimas más altas del mundo. Ella se define a sí misma como Hirkawarmi, mujer de montaña.
En el 2006 se trasladó a Europa y se quedó por esos rincones, donde el montañismo se vive de manera constante. Si bien estaba totalmente seducida por los Andes, en Europa los Alpes también la cautivaron. Como era de esperar, no resistió la tentación de subirlos, coronando muchas de las cimas de esta cordillera.
De todas las cadenas cordilleranas repartidas entre los cinco continentes, el sumun son los Himalaya, en Asia. Todos los montañistas sueñan con llegar a coronar esas blancas moles que se elevan desafiantes, 14 de las cuales sobrepasan los 8,000 metros. Flor no sería la excepción y se embarcó en el difícil proyecto de llegar a esta lejana y legendaria cordillera.
“Esas cumbres gigantescas cautivan a todo montañista y, de hecho, ese imán me jaló. Decidí subirlas, eso sí, con total respeto”, comenta la andinista. Habla con total locuacidad, como lo hizo durante la exposición Hirkawarmi, de los Andes al Himalaya, donde reveló detalles de su hazaña en octubre del 2017, cuando coronó la cima del emblemático Manaslu, de 8,163 metros.
Antes, en el 2016, Flor tocó la cumbre del mítico Cho Oyu, la sexta montaña más alta del planeta (8,201 metros).
Si bien es destacable el logro de esta destacada ancashina en estos dos colosos del Himalaya, lo es más saber que el ascenso lo hizo sin ayuda adicional de oxígeno, como suelen utilizar otros deportistas, debido a la gran altura a la que se debe llegar. En el caso de Flor, debido a su potencial pulmonar por haber nacido en los Andes y por el entrenamiento, no necesitó de esa ayuda. Ella es la primera peruana en haber logrado dos ocho miles en esas circunstancias.
Otro detalle admirable, que dice mucho de su ímpetu, es que la andinista prácticamente se costeó sola su proyecto. “Toqué puertas y pensé que al haber llegado a la cima del Cho Oyu algunas empresas podrían apoyar, pero nada; no me amilané y acá me tienen, en el 2017 coroné el Manaslu y este año estoy en planes de llegar a dos cumbres más de los Himalaya”. ●