Reunir en un único y poco transitado tramo del Perú cultura viva, productos y costumbres de dos regiones, es asistir a una clase magistral que todo viajero puede disfrutar. Con la luna siempre como protagonista si lo hace en esta época, la ruta que va de Áncash a la selva alta de Huánuco lo conquistará.
Texto y fotos: Rolly Valdivia
De la costa llegaron. En eso coinciden ambas versiones. La histórica –que mencionará a Casma (Áncash) como el punto de partida– y la mítica que, contradiciendo a la realidad y aferrándose a la frase de la ‘tierra del eterno sol’, describirá un cielo despejado, sin brumas y muy brillante que, como es lógico, es mucho más adecuado para iniciar el relato de una epopeya motorizada en caminos que, en muchos casos, no parecían caminos.
Solo barro y piedras. Cráteres. Abismos. Precipicios. Niebla cerrada. Y se ve tan poco. Casi nada. Y la ruta es angosta, apenas si alcanza y los árboles parecen espectros y esa curva es demasiado cerrada. Un mal movimiento y ...tensión y adrenalina en kilómetros finales. Frenar. Maniobrar con precisión de cirujano. Solo fue un susto. Y se hace de noche. Y la luna es roja. Y la luna se asemeja al sol del atardecer.
Llega la noche. La luna es roja y se asemeja al sol del atardecer y se convierte en compañera de aventura.
La admiro y escribo: compañera de aventura, haz vuelto. Recuerdas que te vi brillando en el último tramo del primer día de la III Travesía Chaski Interoceánica. Salíamos de Cátac –bienvenida con ponche y pancito– hacia Chavín –la estela, el lanzón, las galerías subterráneas– y tú iluminabas el horizonte y la cumbre de un nevado en la agonía del atardecer.
Hoy te veo como un faro. Sí, nos acompañarás y guiarás con bien a la ‘culebra todo terreno’ que, después de un recorrido de más de 500 kilómetros, ingresará al valle del Monzón (Huamalíes), cerrando así una aventura inédita en la que más de 20 camionetas demostraron que es posible unir la costa de Áncash con la selva alta de Huánuco, encendiendo la ilusión de crear un corredor económico entre estas regiones.
Pilotos y pioneros
Pioneros, en eso se convirtieron los pilotos y los acompañantes que acudieron al llamado aventurero de Doble Tracción Perú y de los gestores de la Mancomunidad Municipal Zona Konchucos. La luna, que no quería perderse nada, pretendía ser testigo de un hecho que será verdaderamente histórico y hasta legendario: tres días a todo motor entre valles, quebradas, pampas y refugios de verdor genera conciencia en las autoridades y en la población sobre la necesidad de unir, integrar y abrir nuevos mercados a los productos de la sierra ancashina y la selva huanuqueña.
Frenar la pobreza. Encender el motor, acelerar y aunque falte el asfalto y la vía aún esté llena de baches, se debe maniobrar para mantenerse en la ruta. Eso lo saben los pilotos de Doble Tracción que seguirán haciendo patria con sus salidas a distintos lugares del país; lo entienden, ahora, las autoridades de Independencia, Huaraz, Cátac, San Marcos, Huari (Áncash), Huacaypampa, Cochabamba, Jircán y Monzón (Huánuco) que ven como una salida hacia el progreso el mejoramiento de una vía que de tanto subir y viajar se convierte en una lección de geografía peruana.
Vivencias en la ruta
Solo vivencias y destinos. De Casma a Huaraz. Parada en Sechín –con sus guerreros grabados en la piedra que pasean victoriosos sobre los despojos de los vencidos– y en la comunidad campesina 24 de Junio (distrito de Independencia, Huaraz). Encuentro, intercambio, donaciones. Hombres con banderas. Discursos. Sueños de altura: un parque industrial para procesar los productos de la selva. Visiones magníficas de la cordillera Blanca. Otra vez al camino. Otra vez en la camioneta de Gustavo que ya tiene sus añitos, pero luce mejor que una nueva. La compró antes de jubilarse para darse el gusto de viajar por el Perú con su esposa; pero a ella no la convencen demasiado esas travesías polvorientas. Se queda en casa. Qué importa. Solito nomás se va a la ruta. Y por eso hay espacio y por eso ahora soy su copiloto.
Él conduce; yo hago fotos a la luna tempranera a la salida de Catac, las sombras arqueológicas de Chavín, las sonrisas de las pallas de San Marcos, las calles solitarias de Huántar, las señoras que preparan ceviche de trucha en la laguna de Purhuay, a los zambos de víspera que guerrean bailando en la plaza de Huacaybamba (Huánuco).
Cuatro razones al paso
Anhelo: convertir la ruta Casma-Monzón en una vía de intercambio y salida de los productos de las zonas altas de Áncash y de los valles de ceja de selva de Huánuco.
Turismo: la travesía de tres días reveló el potencial turístico de las zonas visitadas. Naturaleza, arqueología y cultura viva son una atractiva combinación.
Proyección: esta es la primera versión de la Travesía Chaski Interocéanica que termina en Monzón. La idea es integrar a la región Ucayali a esta propuesta turística, mediante la vía Monzón-Tingo María-Pucallpa.
Seguridad: una camioneta de apertura y una de cierre atenderían cualquier dificultad de los vehículos durante la travesía.
La tercera jornada. La misma camioneta. La misma filosofía: volver sanos y salvos. Nuevos parajes y estampas. Nevados en el horizonte al salir de Huacaybamba. Callancas y colcas incas en Manchac. Chicha, panes de mashua y danza de turcos en Cochabamba. Y se revienta una llanta. La culebra se detiene, se reagrupa, se solidariza. “Salimos juntos, llegamos juntos”, había escuchado en una travesía anterior.
LLegada del convoy
El precepto no se olvida. La selva se anuncia en el cauce encañonado del río Marañón. La serpiente de oro de Ciro Alegría antecede a la llegada a Jircán. Bienvenida con café y chocolate, frutos de la sustitución de cultivos emprendida por Devida en el Valle del Monzón, el destino final que parecía inalcanzable en el último tramo.
Siempre es complicado ser un precursor... y dicen que la luna se puso roja del susto por los conductores de ese primer convoy que superó los obstáculos de ese garabato con pretensiones y vocación de carretera interoceánica.Y eso no es una leyenda ni la exageración de un cronista. Es una historia que se escribió en las Fiestas Patrias, por eso las banderas flameaban en los tejados y techos de calamina, aunque no falte por ahí un alucinado que jure que solitas se amarraron a sus astas. Así de contentas estaban por la llegada de las camionetas. ●