Sobre el papel no hay alternativa aparente que no sea la del relax y la desconexión del bullicio, pero una vez en el sitio encontramos que se puede disfrutar de la ciudad, el campo y de ese temperamento que anima hoy a la gente amazónica.
Después de recorrer varios kilómetros hicimos una parada para rehidratarnos con agua de coco.
La ciudad no miente. Revela su situación y sus contrastes. En estos días, Pucallpa hace gala de una grata modernidad. A sus cuidadas calles, al orden de sus motocares (principal medio de transporte urbano), se suman sus llamativos centros comerciales o shopping mall, que le han dado un giro sustancial a la forma de consumo del poblador promedio.
Del aeropuerto Capitán FAP David Abensur a nuestro punto de descanso, el repaso de las actividades que cumpliríamos, apenas se quedó a media lectura. Llegamos pronto. Piso cinco del hotel. La emoción al tope. Al día siguiente haríamos la ruta a la provincia del Padre Abad, hasta casi rozar la denominada cordillera Azul, donde se halla el conjunto de cataratas y 15 microclimas en sus casi 1,900 metros de altitud.
Salimos muy temprano para aprovechar el día. La avenida Centenario, que parte de la ciudad de Pucallpa y luego toma el nombre de carretera Federico Basadre, es la principal y más transitada. La presencia de empresas e instituciones de todo tipo que se ubican en esta arteria da un indicio de lo que nuestro guía, Arturo Reátegui de Amazon World, señala cuando se refiere al desarrollo que se gesta desde hace 6 u 8 años en la ciudad de Pucallpa y en Ucayali, en general.
Conforme dejamos la urbe para dirigirnos hacia el boquerón del Padre Abad, el espacio rural se transforma hasta convertirse en un paisaje de distintas tonalidades de verde. Son árboles nativos y plantaciones diversas que ocupan grandes extensiones del terreno.
Cruzamos la zona de Campo Verde y Neshuya. Los distritos de la provincia de coronel Portillo y del Padre Abad nos preparan para un gran espectaculo de la naturaleza.
La ruta que seguimos de 180 kilómetros nos ocupa cerca de tres horas de viaje. Previamente ingresaremos a Aguaytía, la capital de la provincia de Padre Abad, en el kilómetro 160 tras cruzar el puente colgante de Aguaytía, el más largo de la Amazonía, de 570 metros de longitud que se construyó al costado del antiguo puente, hoy en desuso, pero que es motivo de una parada obligada, pues el paisaje que se aprecia desde el malecón con el río Aguaytía, como protagonista, sirve para crear la historia del viaje.
Ingresamos al boquerón del Padre Abad, la denominada zona de Cataratas. Una pequeña pero llamativa caída, conocida como el Velo de las Ninfas, da la bienvenida al sitio. Luego avanzamos hasta llegar a la Ducha del Diablo.
El nombre se debe a la imagen que la erosión ha formado en la roca y que es posible identificar a simple vista. La catarata el Velo de la Novia, que se encuentra más adelante, es sin embargo la más visitada. El recorrido del agua, desde que aflora en la fuente de la cima hasta la poza, suma 90 metros. De esta piscina natural, rodeada de formas rocosas y vegetación, es la que más disfruta el visitante. Se ha constituido en un producto turístico importante en Ucayali.
Impresionante desde donde se le observe, la laguna de Yarinacocha sorprende por su extensión: 1,340 hectáreas. Formada por el río Ucayali, esta se puede visitar en cualquier época del año. En diciembre y abril, que es temporada de lluvia, la laguna aumenta sus terrenos navegables. Cuando esto no ocurre, la formación de pequeños “balnearios” facilita nadar, pescar, remar y disfrutar de esta joya líquida.
Para llegar de la ciudad al embarcadero de Puerto Callao, desde donde iniciamos nuestra aventura, tardamos 30 minutos. Una vez en la embarcación, repasamos las pequeñas quebradas (caños) donde se asientan hasta 50 especies de aves, delfines y hasta 200 especies de peces.
En la zona del puerto donde se construye el futuro malecón ubicamos varios restaurantes que ofrecen la apreciada gastronomía local y la cerveza San Juan, además de muchas otras que se producen y envasan en la planta instalada en Pucallpa.
Si desde tierra se intuye la inmensidad de la Amazonía, la comprobación desde el cielo es una experiencia única. No puedes retornar a Lima si no se sobrevuela el Parque Nacional Sierra del Divisor. La adrenalina fluye desde que se pisa el aeropuerto. Después del pesaje de rigor, abordamos la aeronave para 11 pasajeros. El producto de Amazon World “El vuelo de las águilas”, que se desplaza por el cielo selvático hasta cerca de la frontera con Brasil, demora una hora.
La vista conmueve. Una interminable alfombra verde nos permite diferenciar a los bosques secundarios (intervenidos) de los bosques primarios. Y en medio de esa tupidez, el imponente río Ucayali se delinea como una gran anaconda, alimentada por indescifrables tributarios. Es una clase de hidrografía desde el aire.
Hasta que el propósito del viaje, el cerro Cono, aparece. Su forma difiere del resto de la geografía. Su imagen es tan peculiar, por lo que se empleó como logotipo oficial de la octava edición de Expoamazónica, celebrada en Ucayali. Y si hay suerte, podrá ver la laguna Encantada una sola vez, pues luego desaparece por arte de magia. Por eso su nombre. ●