Año 5. Edición Nº 271. Jueves 13 de setiembre de 2018
TRADICIONES
FERVOR HUANCAVELICANO
Tantará: Perla festiva
El zapateo, el trago, la comida, el fervor religioso y el entrañable reencuentro de los tantarinos que habitan el resto del planeta acompañan cada año a la Fiesta de la Virgen María en Tantará, distrito huancavelicano conocido también como La Perla Escondida de los Andes.
Texto y fotos: Claudia Ugarte
Avanza setiembre ahuyentando el aire gélido de la cordillera. En la provincia de Castrovirreyna, en Huancavelica, a solo 3 horas de la costa, las montañas ambarinas de Tantará se preparan para recuperar su verdor con las próximas lluvias y para el regreso fugaz de tantarinos/as repartidos/as en el mundo, cuya nostalgia por las vibraciones del huaino los hace volver cada año a su tierra para celebrar a la Virgen María.
Llegamos el segundo día de fiesta. La banda ha hecho su ingreso tarde y la gente trata de apaciguar su fastidio con enérgicos zapateos de folclor huancavelicano.
Comienza la festividad. A los pocos minutos ya nadie se acuerda de la tardanza musical y tras algunos vasos de cerveza solo se oyen sonrisas y conversaciones sobre la vida fuera del terruño.
Una mujer longeva de trenzas avanza con su bastón, para ver a la Virgen. Eso le da fuerzas.
La noche se va diluyendo. Algunos grupos de amigos y familiares ni siquiera han notado que la música se apagó hace horas y que el cielo comienza a despintar su negrura. Los pobladores que han madrugado para continuar la jornada festiva y los que no han dormido persiguen a la banda que aparece –esta vez de manera puntual– para saludar, una a una, las casas de los mayordomos.
Tercer día
El baile comienza muy temprano. Después de la diana o misa en honor a la Natividad de la Virgen María, el desayuno no se hace esperar. Cualquiera que decida perseguir el son matutino de la banda podría desayunar hasta cuatro o cinco platos de deliciosos caldos de res o de cordero gracias a la generosidad de los mayordomos.
Las teteras hirvientes de “chamiscol” o “calientito” (mate de hierbas con aguardiente) cruzan continuamente los patios de las casas. Aparecen llenas y vuelven rápidamente vacías a la cocina donde se preparan. Las cervezas también pasan de mano en mano, mientras las bandas de músicos tratan de dejar espacios para el baile.
Entre una y otra casa, el desplazamiento de músicos y asistentes es acompañada por una lluvia de “calientitos” que una señora, suelta de risa, se encarga de ir regando sobre la multitud. El sol es testigo de la algarabía. Algunos cohetes que no se ven, pero que retumban, como verdaderos truenos, comienzan a ser lanzados desde la plaza para llamar a los pobladores más alejados.
En la plaza resalta la catedral de piedra labrada, que hace no mucho fue restaurada. Se dice que su campana tiene uno de los mejores tañidos en todo el territorio peruano. Esta iglesia colonial es el eje alrededor del cual gira no solo esta fiesta, sino también la del patrono Espíritu Santo, que se celebra en mayo con la puesta en escena de los mejores danzantes de tijeras de la región.
La serenata
Cae la tarde y este pueblo de apenas 1,000 habitantes se prepara para festejar la víspera o serenata de su día central. Los carrizos con los que manos expertas construirán más tarde los castillos de fuegos artificiales ya se pueden ver apilados en la plaza.
Nunca dejará de maravillarme cómo esa sencilla pero milenaria mezcla de palos secos y pólvora puede crear esos mágicos juegos de luces capaces de brillar a kilómetros en medio de la oscuridad de los Andes.
El castillo se prende esta tercera noche de fiesta. De vísperas. La banda de músicos se alterna con la orquesta. El baile es comunitario y hay enormes círculos humanos que rodean a algunas parejas de baile. La noche festiva se adormece –una vez más– recién al amanecer.
Más turismo
Tantará es uno de los 13 distritos de Castrovirreyna, en Huancavelica. Para llegar puede viajar a Chincha y tomar autos colectivos (3 horas).
Dos son las fiestas principales: la de la Natividad de la Virgen María (8 /09) y la fiesta patronal del Espíritu Santo, que en mayo pone a zapatear al pueblo con sus danzas de tijeras.
Tantará ofrece opciones para caminar sobre campos verdes al lado del río y viendo la ganadería.
Durante la fiesta de la Virgen María se presentó por primera vez la banda de la Policía Nacional y la academia de danzantes de tijeras Yawar Llacta.
Cuestión de fe
Después de la catarsis de los días previos, la fecha central de la fiesta es la oportunidad que tienen los tantarinos y tantarinas de demostrar que la celebración es una cuestión de fe. Este día estará consagrado a la adoración de la Virgen con una diana o misa matinal y una procesión.
Acompaño la marcha pausada de los fieles y noto que los más fervorosos son los ancianos. Una mujer longeva de finas trenzas avanza con ayuda de un bastón y se adelanta a la Virgen para ver su rostro de yeso. Lo hace numerosas veces y pareciera que ese trance le diera más fuerzas para seguir.
Riesgo en el campo
Uno de los problemas que enfrenta Tantará es la irrupción de la grama que sufren sus campos agrícolas.
Si bien esta maleza pinta de verde extensas áreas, sus raíces penetran la tierra hasta medio metro, por lo que vuelven estériles los campos.
En otros lugares este problema se combate con químicos o el trabajo constante de los pobladores, pero en Tantará la mano de obra en el campo casi ha desaparecido.
El problema es que mucha gente se conforma con recibir dinero de los programas sociales o trabaja en las obras de infraestructura, lo que preocupa frente a futura crisis de alimentos.
Otra se sostiene del brazo de un familiar para no perder el equilibrio y apaciguar el cansancio de caminar durante dos horas por las calles del pueblo. “Qué linda está la Virgen con el niño Jesús”, le escucho decir con dulzura maternal.
El sol se siente en el rostro y la espalda como una penitencia que llevará indudablemente a la purificación. El dios andino se convierte así en el agua bendita que se llevará las penas y los pecados de las personas que han asistido a la procesión.
La marcha sigue su camino. Al mediodía espera el almuerzo principal en la casa de uno de los mayordomos. Anuncian una tarde taurina y un campeonato deportivo que mantendrán expectantes a los tantarinos y tantarinas que se quedarán dos días más danzando, disfrutando la comida local y hablando de la vida fuera del pueblo.
A mí me toca marchar y alejarme de la calidez huancavelicana. Es hora de retornar a una vida menos festiva y casi gris irónicamente en La Ciudad de los Reyes.