Año 5. Edición Nº 273. Jueves 27 de setiembre de 2018
AVENTURA
LUNAHUANÁ, CAÑETE
Descarga de adrenalina
El valle de Lunahuaná, ubicado en la provincia de Cañete, es el ícono del turismo de aventura, especialmente el canotaje que se practica en el río Cañete, el trekking y la bicicleta de montaña que recorre sus campos, propicios además para hacer turismo arqueológico.
Escribe: Silvia Céspedes
Su clima seco y soleado, presente durante todo el año, resulta el aliado perfecto para delinear un destino hecho para la aventura. Distante de Lima unas tres horas si lo hacemos en nuestra movilidad, también podemos hacerlo en ómnibus interprovinciales que tardan cuatro horas, en promedio, pues casi siempre hacen paradas en Cañete e Imperial.
Mientras llegamos, repasamos un poco de información del lugar y descubrimos que, en 1994, Lunahuaná fue declarada “Capital turística y cultural de la provincia de Cañete. Las razones saltan a la vista: un valle con sol radiante y un río de aguas cristalinas en el que abundan camarones, base de su celebrada gastronomía y una de las razones por las que muchos limeños prefieren este destino.
Decíamos que el deporte de aventura es un distintivo del lugar. Pues bien, el canotaje es la actividad más popular del valle por contar con las aguas del río Cañete, cuya variedad de rápidos garantiza la práctica de este deporte a niños (a partir de 10 años), adultos y personas de mayor edad, sin problemas, aunque siempre es mejor hacerlo con un guía profesional calificado para esta actividad.
Hoja de ruta
Alquiler de equipos para canotaje y canopy, con guía, tiene un costo de 60 soles. Mínimo cuatro personas.
Las cuatrimotos y equipos para rapel 30 soles cada uno y las caminatas, dependiendo del lugar el guía cobra entre 50 y 80 soles por grupo.
Contacto: Wally Valderrama tiene 33 años promocionando el valle de Lunahuaná. 998 944 978.
Una forma de liberar adrenalina en Lunahuaná es con la práctica del canopy. Aquí está el más largo de Sudamérica: 2.5 kilómetros. Asimismo, es posible hacer paseos en cuatrimotos, escalada en palestra (pared artificial), rapel (descenso de un cerro) y caminatas (trekking) por todo el valle, constituye una de las rutas más atractivas la del mirador de San Jerónimo.
También se practica el “birdwatching”, pudiéndose observar el pájaro carpintero de cabeza roja y garzas negras y blancas que sobrevuelan el río Cañete.
Arqueología
Deportes de aventura, naturaleza, buena cocina, excelentes piscos de uvina, la propuesta turística de la zona parece completarse con la posibilidad de hacer turismo de arqueología.
Sabores sin límite
En Lunahuaná, la Sopa chola (de gallina, pavo o camarones) es emblemática y al parecer nace de la fusión de algunas salsas y pastas que trajeron inmigrantes italianos durante el auge del guano y que las cocineras locales fusionaron con ingredientes del valle. Hoy, empero, es posible comer pizza con sabor a pachamanca o una de camarones, y también una brocheta o milanesa de cuy. Los camarones, además de la forma tradicional, se consumen con una infusión de uva, níspero, guanábana, maridados con pisco.
Efectivamente, hoy se puede admirar el sitio arqueológico Incahuasi, que fue residencia del inca durante la conquista de los pueblos que se resistían a formar parte del Tahuantinsuyo. Este se ubica en el kilómetro 30 de la carretera Cañete-Yauyos.
Otro sitio arqueológico son Las kolcas, a 500 metros de la plaza de Armas, por donde pasa el camino inca o Qhapaq Ñan hacia la zona de Yauyos. Las kolcas fueron depósitos de alimentos ubicados estratégicamente en el valle donde los incas guardaban también semillas de alta calidad.
Hay más. Otro vestigio, esta vez del periodo virreinal es el templo de Santiago Apóstol, que se luce en la plaza de Armas de Lunahuaná. Su belleza radica en su retablo, construido en mármol y recubierto en pan de oro. Data del siglo XVII.