El Peruano
Año 5. Edición Nº 276. Jueves 18 de octubre de 2018

ESPECIAL
PARACAS POR MAR Y TIERRA

De todo para la aventura

Paseo en lancha, visita a lugares históricos, una nutrida fauna marina que por momentos parece competir con las caprichosas formas rocosas, playas de ensueño, aventura sobre buggies y mucho más, es lo que podemos vivir en el sur chico, en un gran día de aventura. Todo está en animarse. Texto: HUGO GRÁNDEZ /Fotos: LILIANA ABANTO
Se imagina navegar por las costas del mar de Paracas y contemplar a docenas de piqueros peruanos volar y, de pronto, lanzarse en picada al mar para hundir sus picos en busca de alimento?

O tal vez, sorprenderse con leones marinos que emergen de las aguas y juguetean entre ellos para volverse a zambullir rápidamente, apenas dándole tiempo a usted para coger su cámara, acomodarse y disparar, y así quedarse con este bonito recuerdo.

Y como si eso no fuera suficiente, minutos después encontrarse con los emblemáticos pingüinos de Humboldt, docenas de medianas aves de porte elegante, ataviadas con sus trajes de plumas negras y blancas, como si se prepararan para participar de esta fiesta de la naturaleza.

Efectivamente, se trata de todo un espectáculo lleno de fauna marina, formas rocosas curiosas, historia, sol y mar que se extiende a lo largo de las tres pequeñas islas que dan lugar a las Islas Ballestas, la segunda área natural protegida del país más visitada por los turistas nacionales y extranjeros, después del Parque Nacional Huascarán.

Llegar a esta maravilla natural es muy fácil. Primero se debe arribar a Paracas, uno de los ocho distritos de la provincia de Pisco, ubicado a 261 kilómetros al sur de Lima. Desde Lima, son cuatro horas de viaje en bus aproximadamente, y tres si se viaja en auto. Al llegar a Pisco, solo hay que seguir la información de la carretera para virar a la derecha, recorrer unos veinte minutos más y listo.

Ballestas la integran tres pequeñas islas: Ballestas Norte, Centro y Sur, y para aventurarse a recorrerlas se debe tener en cuenta la hora. Las lanchas salen a partir de las 8 de la mañana y solo es posible hacerlo hasta las 12 debido a los vientos de Paracas, que se hacen más fuertes en la tarde y pueden poner en riesgo la travesía.

El tour por Islas Ballestas dura aproximadamente tres horas, pero a solo minutos de zarpar, ya se puede observar su primera gran atracción: El Candelabro de Paracas, el más grande y famoso geoglifo de esta zona de 180 metros de largo y cuyo significado aún sigue siendo un misterio.

A lo largo del camino, no dejará de ver interminables formas rocosas, las mismas que albergan al pingüino de Humboldt, excelente nadador; al pelícano peruano, que cuando vuela en grupo lo hace en una formación perfecta; el guanay, el mismo que producía el guano que el Perú exportaba en el siglo XIX; y la gaviota peruana, la segunda en tamaño en la reserva.

Pero, seguramente, la mayor atracción de chicos y grandes son los lobos marinos. Se les puede ver en el agua, haciendo de las suyas, pero es más común verlos reposando en las peñas o en las orillas de las islas. No son asustadizos, por lo que hay más de una oportunidad de tomarse los inevitables selfies muy cerca de ellos, desde la embarcación.

La reserva

Después de este impresionante encuentro con las Islas Ballestas, es hora de disfrutar de la gastronomía que el balneario ofrece. El arte culinario es otra de las actividades que más movimiento genera. Lo primero será probar un ceviche o sudado de pescado; tal vez una chita al limón o un arroz con mariscos. Pero, claro, estando en el sur chico, no puede dejar de probar una sopa seca con su carapulcra. Lo encontrará en todos los restaurantes.

La culinaria del balneario es una de las actividades que más movimiento genera por su gran calidad.
En los alrededores
  • No puede dejar de visitar el Museo Julio C. Tello, reconocido como ‘Mejor Nuevo Museo de Latinoamérica’ por los Leading Culture Destinations Awards. El costo de ingreso es de 7 soles para adultos y un sol para escolares.
  • Si va en bus, este lo dejará en el terminal de Pisco. De allí puede tomar un taxi hasta Paracas. Su costo es de 25 soles. Otra opción es tomar un colectivo hasta la Plaza de Pisco (3 soles) y de allí otro hasta Paracas (3 soles más).
  • No hay otra forma de recorrer las Islas Ballestas si no es mediante un tour. Su costo es 40 soles y puede contratarlo en el mismo puerto. Hay docenas de empresas que brindan el servicio y lo colocarán en una embarcación. Incluye guía.

También podrá pasear en cuatrimotos, cuyo costo es de 50 soles por dos horas; pedalear en bicicleta por el balneario, o aprovechar en comprar algunos recuerdos en la nutrida feria artesanal, a solo una calle del embarcadero. Hay de todo.

La aventura continuará a unos diez minutos del puerto. Esta vez se trata de la Reserva Nacional de Paracas y en este recorrido nos acompaña Miguel Rodríguez, un carismático guía venezolano nacido en Isla de Margarita, que conoce la reserva al derecho y al revés.

Con Miguel llegamos a la primera parada: La Catedral, la escultura natural más emblemática de la Reserva, declarada Patrimonio de la Humanidad y cuya cúpula y arco se derrumbaron durante el terremoto del 2007.

Diez minutos más allá, dos playas son parte de la ruta dentro de la reserva. La primera es Supay o playa del demonio, cuyo nombre se debe a lo movido de sus aguas; y la segunda es Yumaque o lugar donde se saca con la mano, porque de sus orillas se extrae una gran cantidad de moluscos.

Tome nota
  • Una buena opción para el recorrido en la Reserva Nacional de Paracas es subirse a un boggie, un carro arenero, cuyo servicio cuesta cien soles por dos personas.
  • En Paracas hay muchos operadores turísticos recomendables. El de “Almora” es de total garantía (939109906). A Miguel Rodríguez, lo ubican en el 918337148.
  • La mayoría de los servicios incluyen el recojo del hotel para mejorar su experiencia en las dunas donde hará el recorrido.

Otros atractivos dentro de la reserva se pueden observar desde El Mirador. Allí, Miguel nos muestra la espectacular imagen de las Islas Ballestas y el Puerto de Paracas; también Playa Roja, que le debe su nombre, dice, a las pequeñas piedras coloradas; Playa Lagunillas, cuyas aguas son tan calmas como las de una piscina; El Raspón, playa que le debe su nombre a su difícil acceso; y La Mina, llamada así por una antigua mina de carbón que funcionaba allí.

Así llegan las seis de la tarde, el sol empieza a caer y el viento se hace más fuerte. Miguel Rodríguez indica que es hora de salir de la Reserva. Y tras las huellas que dejan las ruedas de su cuatrimoto, también se quedan estampados los mejores recuerdos de esta inolvidable aventura vivida en Paracas. ●