El Peruano
Año 5. Edición Nº 288. Jueves 21 de febrero de 2019

ESPECIAL
MUCHO POR EXPLORAR

Perú, rutas y retos

No se limite a un solo destino o a pasear por la plaza y bañarse en el mar. Los escenarios del Perú invitan a la aventura permanente, a vivir intensamente cada experiencia y lugar. Texto y fotos: Rolly Valdivia
No es jactancia ni un deseo desmedido de concederme una trascendencia que no tengo ni merezco –ya ven que soy modesto–. Tampoco es que quiera ufanarme de mis relaciones, juntas, contactos o ‘amiguis’ como dicen hoy. Descarto de plano que la revelación que estoy a punto de hacer no pretende inocular una pequeñísima dosis de esa envidia que será mi progreso, según reza la filosofía camionera.
Abrimos el abanico turístico para demostrar que el Perú puede ofrecer destinos especializados.

Mi accionar no se sustenta en esas perversas nimiedades ni en esos protervos propósitos, aunque pueda parecerlo. Por eso empecé marcando la cancha, aclarando la situación, haciendo un disclaimer –si me permiten la huachafada– en especial a los rudos pensadores de la carretera, a los que en este momento me animo a decirles y haciendo contra con mis manos, que Dios les dé el doble de lo que me deseen.

Razones para cambiar
  • Paraíso. El Perú ocupa el segundo lugar en diversidad de aves. En el país se han registrado más de 1,835 especies.
  • Gigante. El Huascarán con sus 6,768 metros de altitud no solo es la montaña más alta del Perú sino, también, la mayor cumbre tropical del planeta.
  • Razones. La gastronomía es después de Machu Picchu y la geografía del Perú, el principal motivador de viajes entre los turistas extranjeros que llegan al país, según un estudio de Promperú.
  • El canotaje o rafting en el río Apurímac es uno de los más recomendados del planeta. En lo que respecta al trekking sucede lo mismo con el Camino Inca a Machu Picchu y el recorrido por la cordillera de Huayhuas. ¿Vamos?

Y es que, siendo sincero, hago esta revelación solo porque es funcional e indispensable para demostrar el punto central de esta crónica. De no ser así, seguiría guardando un hecho formidable de que en más de una ocasión he compartido itinerarios, destinos y travesías en avión, en buses, en canoa y hasta en caballos, con Messi y Ronaldo, Cristiano no, el Fenómeno, si me permiten la precisión.

Así como lo leen. Me he codeado con ellos en el bosque biodiverso de Tambopata y en la maravillosa mixtura arqueológica y natural de Machu Picchu. También en las orillas del Pacífico norteño, en los páramos sedientos y en la selva quebradiza y sinuosa de Amazonas y San Martín. Hemos compartido juanes y patarashcas, pisco sours y chilcanos. Lo que nunca hicimos fue jugarnos una pichanguita. Alguien debió contarles sobre mi zurda prodigiosa. Y es que resulta que el Messi y el Ronaldo que conocí no eran futbolistas, a pesar de que pasaban mucho tiempo en el verde. Ellos, en realidad, eran observadores de aves, los mejores birdwatcher del mundo, el Messi y el Ronaldo entre los ornitólogos.

Fue así como Manuel Bryce, el ideólogo del Birding Rally Challenge, algo así como el campeonato mundial de la observación de aves que se realizó por primera vez en el Perú en 2012, presentaba a los capitanes de los seis equipos que recorrerían la selva de Tambopata (Madre de Dios) y las alturas del Cusco, incluyendo Machu Picchu, con el objetivo de avistar el mayor número de especies aladas en los árboles, en las orillas de los ríos, entre las piedras incas.

Hoy, varios años después, recuerdo a los Messis y Ronaldos del avistamiento y la ornitología que arribaron al Perú desde Estados Unidos, Brasil, Inglaterra, España y Sudáfrica. Su presencia en ese rally y en el que se realizó al año siguiente en la costa y selva norte, sirvió para refrendar el potencial que tiene el país para el desarrollo de una actividad científica y turística que genera gran interés en todo el planeta.

Pero seguramente se preguntarán qué de novedoso tiene un suceso pasado. Paciencia, recuerden lo que se lee en las tolvas de los camiones respecto a los apurados. Como todavía no queremos llegar a ese destino, voy a explicarles que mi revelación es perfecta para abrir el abanico turístico y demostrar que el Perú es capaz de crear y ofrecer rutas y destinos especializados que atraigan a los astros mundiales de cada actividad.

Es más. Propongo utilizar ese abanico para sacudirnos de los viajes convencionales. Ir más allá. Buscar alternativas que acicateen la curiosidad científica, despierten intereses específicos o se conviertan en un reto para el cuerpo y el alma. Aquí se puede hacer todo, pero a veces no nos damos cuenta, desperdiciamos posibilidades de exploración y aventura, de vivencias formidables, de experiencias singulares que podrían hacernos sentir como un Messi o un Ronaldo.

Viajar para contarlo

Quizás sea tiempo de viajar por el Perú con otras motivaciones. Y si vamos en búsqueda de mariposas o insectos al Manu o Pacaya Samiria. Si aprendemos de orquídeas y nos animamos a una ruta cafetera en la Selva Central; y si vamos a un circuito sobre las variedades de papa en Ayacucho.

Podríamos también empezar a identificar aves en los Pantanos de Villa, aquí nomás. Tal vez, así, respetaríamos a esa zona de vida atacada y violentada por el crecimiento urbano. Un peligro que igualmente se cierne sobre la red de caminos incas. Vías ancestrales que se convierten en carreteras porque ya nadie camina, argumentan.

Aventuras cada día

¿Y si fuéramos un país de andariegos en el que cada año nos impusiéramos un itinerario pedestre? Subir a Marcahuasi, recorrer la costa y el desierto de Paracas, enrumbar a la laguna 69 en Áncash, exigirse al máximo en las subidas hacia Choquequirao y Machu Picchu, en las faldas de los apus Ausangate y Salkantay, en las profundidades del Colca y Cotahuasi.

Ser el número 1 con los remos en el río Apurímac, el as del ciclismo de montaña en Huasahuasi (Junín), el andinista decidido a coronar todas las cumbres del Parque Nacional Huascarán, el aficionado a la arqueología que encuentra todos los vestigios wari o moche, el hincha de nuestra bebida de bandera que brinda las Rutas del Pisco de Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna, o el sibarita que se impone la misión de saborear el mejor ceviche costeño o la mejor pachamanca de la Sierra Central.

Tantas formas y maneras de gozar de nuestra tierra. Demasiadas como para conformarnos con la visita veraniega a la misma playa. Otros lugares, nuevas actividades. Ampliemos el abanico vacacional y vayamos más allá en nuestras escapadas de fin de semana para convertirnos en los Messis y Ronaldos de los viajes. Así no tendría la más mínima posibilidad de jactarme ni de generar esa envidia que ayudaría a mi progreso.