

METÁFORA LUNAR
Tres entusiastas peruanos parten desde una base en Puno hacia la Luna en Astronautas, obra teatral de Jorge Castro que explora los alcances de la ciencia ficción local. ESCRIBE: LUIS M. SANTA CRUZ

¿Qué hubiera pasado si fueran peruanos? ¿Qué hubiera sido diferente? La semilla de la curiosidad se clavó en el pecho de teatrero y empezó a darle forma a esa utopía, junto a la pluma de Mateo Chiarella, Héctor Gálvez, Gino Luque y Gerardo Ruiz Miñán. Un experimento que hoy protagonizan Eduardo Camino, Manuel Gold y Óscar Meza.
Este viaje imaginario ha resultado fascinante, en relación con la curiosidad y en términos que para el hombre de teatro pueden llegar a ser poéticos. El espacio se convirtió en un terreno que invitaba al juego de la fantasía y el humor, puertas que se abren con la ciencia ficción que tuerce lo establecido, rompiendo moldes y la lógica.
El director no puede dejar de sonreír. Escribir y montar este relato ha sido como “jugar con muñequitos invitando a los amigos de la quinta”, ha sido una hazaña imposible que ha sobrevivido gracias al antiguo ímpetu infantil de la nave y las estrellas. Y es que llegar a la luna parece improbable para el peruano promedio, de la misma forma en que parece poco propio de nosotros hacer narraciones de ciencia ficción. No todo tiene que ser realista y responder a la razón.
La fantasía de tres peruanos, rebotando en la Luna, podría ser la metáfora de lo lejos que podríamos llegar si trabajamos en conjunto.
Ahí reside el secreto. Castro entiende esta falta de ideas relacionadas con el género porque se espera que se invierta un gran presupuesto en ellas y eso desanima a la mayoría. En su caso, le ha dado soluciones escénicas ingeniosas a momentos espaciales –y especiales– en los que no se podía romper la ilusión de viaje por lo que, antes que renunciar a una idea, ha preferido confiar en los códigos teatrales para hallar nuevos modos de contar los hechos.
Todo eso, teniendo en cuenta que la ciencia ficción no debe reducirse a la pirotecnia y acrobacias para el deleite del ojo. “Estamos ante una herramienta social, con todo y sus vicios o clichés. Un juguete metafórico de otras cosas tan reales como las ganas del peruano de lograr algo que, en teoría, no se puede alcanzar”.
La fantasía de tres peruanos, rebotando en la Luna, luego de convivir con sus demonios, podría ser la metáfora de lo lejos que podríamos llegar si trabajamos todos en conjunto, a pesar de que Castro no se opone a otras lecturas que escucha después de la función. Los murmullos llenan la sala en voz baja porque tienen miedo a no acertar con la interpretación correcta, sabiendo que en el arte nunca hay una respuesta definitiva. Y la ciencia ficción es la división con más interrogantes.
Dicho eso, las posibilidades son infinitas, aunque el guionista quiere concentrarse en lo que viene. En Astronautas ya se imaginó un pasado alternativo, así que ahora considera saltar en el tiempo hacia un futuro indeterminado. No es que sea un proyecto concreto, es más una idea que lo aborda de vez en cuando.
“En general, me resulta difícil imaginar que el mañana será diferente a lo que tenemos ahora. Me encantaría que sea algo mejor, sea lo que sea”, contesta, mientras le pone una pausa a esa extendida sonrisa que lo ha acompañado en toda la travesía conversada que hemos compartido. No sería mentira decir que Jorge Castro vive en la Luna. Pero en su caso, no está perdiendo el tiempo con pensamientos desechables. Él está buscando formas de hacernos llegar allá, usando la gravedad de una butaca.