Como todo hombre de negocios, Jianlin tiene claro que la competencia con un monstruo como Hollywood, con más de 100 años de experiencia, o con su vecino Bollywood, en la India, es aún una quimera, porque China enfrenta la desventaja de la inexperiencia en filmar películas que capten la atención del mundo. Por ello, el objetivo principal del complejo cinematográfico, ubicado en la ciudad costera de Qingdao, es albergar megaproducciones como La Gran Muralla y la secuela de Pacific Rim. De hecho, para la segunda mitad de este año, sus estudios están casi todos reservados.
Pero, además, desea darle un plus: quiere convertir a Wanda Studios en un atractivo turístico con hoteles de lujo, un hospital, un colegio internacional, villas de viviendas, un centro comercial, un teatro, un puerto deportivo y tres parques temáticos (de atracciones, acuático y otro dedicado al cine), un complejo de salas de cine (cómo no), incluso una colina con un letrero de su nombre, al más puro estilo de Hollywood.
El objetivo principal del complejo cinematográfico es albergar megaproducciones como La Gran Muralla.
China ya se ha acostumbrado a superar todos los récords gracias a su crecimiento económico, pero esa expansión no solo se queda en la autocomplacencia de construir todo más grande. Informes técnicos, como uno elaborado por la consultora británica PricewaterhouseCoopers, revelan que su potencial en la industria del cine le permitirá sobrepasar al de Estados Unidos y, así, convertirse en el más lucrativo del mundo, gracias a su población de 1,400 millones de personas.
De acuerdo con las proyecciones de PwC, la taquilla china llegará a recaudar hasta 15,000 millones de dólares anuales en el 2020, frente a los 11,000 millones previstos en la nación norteamericana. Y las malas noticias para Estados Unidos no acaban allí, porque la cuota de mercado de sus grandes estudios en el gigante asiático ha caído recientemente, al extremo que entre 30 y 35 películas de Hollywood se exhiben allí cada año debido a la reglamentación nacional que restringe una participación mayor.
A ello, sumemos que China ya ha sobrepasado a Estados Unidos como el mayor mercado de películas en 3D; para el 2020, el precio de las entradas en tierras chinas tendrá un costo aproximado de 6.04 dólares, frente a los 9.02 dólares en cines estadounidenses, y la industria cinematográfica del país norteamericano continuará sufriendo el impacto de los servicios de streaming como Netflix.
El poder chino en el mercado cinematográfico ya ha sido demostrado en ocasiones y fácilmente puede convertirse en una tabla en medio del mar cuando las superproducciones de Estados Unidos fracasan.
El caso de Warcraft es un ejemplo. La película costó 160 millones de dólares y solo había conseguido 47.2 millones en Estados Unidos cuando se dejó de proyectar. Sin embargo, con solo cinco días de proyección en China recaudó 156 millones. ¿La razón? La mitad de los jugadores mundiales del popular videojuego Warcraft está en el país asiático, lo cual aseguraba el éxito de la película.
China tampoco es novata en el cine. Por ejemplo, el realizador Ang Lee ha ganado dos premios Óscar, y el filme Black coal, thin ice obtuvo el Oso de Oro en la Berlinale. Ni hablar de la estela de popularidad de Jackie Chan en Occidente, y de preciadas joyas que ya se han convertido en clásicos, como Adiós, mi concubina de Chen Kaige.
Muchos observadores ya alertaron que Wanda Studios puede fracasar si no logra captar la suficiente atención de las productoras mundiales en el uso de sus instalaciones; o si intenta, de alguna manera u otra, influenciar el cine con ideología comunista. Eso solo el tiempo lo dirá. Por lo pronto, el ambicioso complejo también tiene previsto celebrar un festival al mismo estilo de Cannes, Venecia y San Sebastián, y así consolidar su poderío.