El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 554 // Viernes 13 de julio de 2018
ESCENARIOS
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ÍNTIMOS HALLAZGOS

El estreno de la cinta nacional El abuelo nos permite conversar con uno de sus protagonistas sobre cómo el arte puede comenzar y derivar en la familia. escribe: luis m. santa cruz # #
Sebastián Rubio es la representación de un legado artístico que ha trascendido la memoria y la temporalidad de un montaje teatral. Sus padres fueron fundadores de Yuyachkani y, por lo tanto, creció alimentándose de la cotidianidad que ofrece la vida dedicada a los escenarios.

Fue parte de constantes viajes al interior del país y al extranjero acompañando al grupo, abriendo los ojos hacia nuevos mundos. Pero también recuerda el lado oscuro que nació en las largas temporadas que llegó a pasar sin ellos por ensayos y compromisos, forjando una extraña relación de amor-odio con el teatro.

Eso lo volvió alguien muy crítico con la disciplina a la que dedica su vida, algo que no es muy bien recibido en la industria, confiesa sin mayor problema. “Todos son muy complacientes por temor a no caer bien o no conseguir trabajo”.

TRAMA VITAL
El Abuelo, película dirigida por Gustavo Saavedra Calle, cuenta la historia de Crisóstomo Madrid (Carlos J. Vega), un anciano que decide viajar a su tierra natal, Huamachuco, después de más de 70 años de su partida.
SIN PRESIONES

Rubio sostiene esta posición, aprendida de unos padres que nunca lo obligaron a transitar por la senda de la actuación y aun así terminó encontrando el camino. Sin presión porque ellos sabían lo difícil que le iba a resultar crecer en un país en donde la cultura es la última prioridad para los que mueven los hilos.

Finalmente, el destino hizo lo suyo y, casi a la par que cumplía 18 años, Sebastián se volvió actor y director de un estilo de teatro independiente e íntimo. Progresivamente dio el salto a la televisión y, entonces, teniendo en cuenta el momento tan positivo que se vive en el cine en la actualidad, parecía un salto obligatorio e inevitable llegar a la gran pantalla.

La verdad es que su participación en El abuelo, largometraje que llegará a las salas el 19 de julio, se viene cocinando desde hace años. Desde el 2011, cuando recibió una versión inicial del guion por primera vez, sintió una conexión personal desde el momento en que leyó el título de la película.

La relación de Sebastián con su abuela es especial, cercana. Habla de ella con emotividad y la primera palabra que usa para definirla es “sabia”. Sin embargo, el trato con los abuelos estuvo cargado de trabas, ya que el abuelo paterno era demasiado mayor; y el materno, demasiado distante.

VÍNCULO AUSENTE

Actuar en este filme le permitió, desde las características de su personaje, situarse en un encuentro familiar que nunca tuvo del todo, ubicarse en un “tal vez” que no se le presentó en la vida real. Porque en el arte no había impedimentos, había oportunidades.

“Actuar en este filme le permitió situarse en un encuentro familiar que nunca tuvo del todo”.

Este vínculo faltante lo complementó concentrándose en el actor Carlos J. Vega, que encarna al personaje principal de la cinta. Se acercó a él fuera del rodaje, en busca de la química que le permitiera leerlo y sentirlo como a un verdadero familiar. Volviendo lo ajeno en algo que se perciba real dentro de una sala de cine.

No fue tan difícil porque Carlos evoca esta imagen universal del abuelo y el patriarca. Ese rostro que Latinoamérica y el Perú valoran tanto –e incluso más, me atrevería a decir– como al mismísimo padre.

Además de hallar el lazo perdido con sus abuelos, Sebastián se lleva varias cosas de la preparación de esta película. El autodescubrimiento de su lenguaje teatral y su aplicación en otros territorios, el reconocimiento de los vacíos personales que todavía pueden llenarse, el encuentro con los paisajes nacionales que solamente pudo conocer al participar en una road movie como esta. Todo es relativamente nuevo a pesar de que siempre estuvo en algún lugar de su mente.

El principal regalo de El abuelo son estas ganas locas de tomar la mano de su hija e irse de viaje. Una pequeña que no siempre puede ver todos los proyectos de su padre, una inspiración a la que Sebastián no puede ver tanto como quisiera. Quiere llevarla a la selva, específicamente a Madre de Dios. Sin teléfonos, sin el tráfico, sin los vicios de la ciudad. Para fortalecer su relación más importante que tiene y no verse obligado a buscarla luego en un papel para la pantalla.