No es la primera vez que coinciden en la organización, así que entre ellos ha cristalizado cierta química laboral que se nota al momento de encontrarlos en las oficinas del centro cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú. En medio de pósteres de películas y obras, entre los detalles finales que van tomando forma y que son más notorios cuando el reloj parece ir en contra.
Muhletaler, gestor cultural que viene del mundo teatral, tiene este año la enorme responsabilidad de tomar las riendas de un evento consolidado y que debe siempre encontrar nuevas rutas. Subraya que existe la adrenalina de tener que estar a la altura de 22 años de tradición cinéfila. Méndez, director de piezas clave en la cinematografía nacional, como Días de Santiago, es un poco más concreto: “O sea, no podemos fregarla”.
Méndez conoce mejor que nadie el mundo de los directores de cine en el Perú y eso ha sido importante para darle forma a un festival que ha sido una vitrina histórica de lo hecho en nuestras fronteras. No tiene dudas al afirmar que lo peruano y lo latinoamericano son las raíces y columnas de un evento que se ha vuelto una Navidad en agosto para los que buscan más que blockbusters que no dicen nada sobre nuestra identidad social.
El cineasta ha conversado con prácticamente todos sus colegas y encuentra el factor común de la vehemencia y perseverancia contra obstáculos que obligan a los artistas a demostrar que están hechos de una madera más fuerte de lo que creen. Un instinto de supervivencia que parece típico del peruano, pero que, en el caso de los directores de cine, se intensifica al llevar la cámara como si fuera el fusil en medio de la guerra.
Este cargo como director lo ha llevado a ver los tonos grises, a identificar que todos los juicios van más allá de lo negro y lo blanco. Sabe que el valor de cada filme nacional reside no necesariamente en el talento o la creatividad, sino en saber que “todos los autores se fajaron para hacer sus películas”. Y eso tienes que respetarlo.
Lo que no hay que respetar –según Méndez– es que el hombre de cine no suele ver más allá, convirtiéndose en una masa que se queda en lo formal y en lo superficial. Una tara que no les permite, como comunidad, ser más profundos y empáticos. Algo que no se da en el teatro y por lo que agradece este tiempo de aprendizaje junto a Marco.
Muhletaler siempre se ha preguntado cómo hacerle la vida más fácil al espectador que se acerca tímido al Festival de Cine de Lima. El desafío siempre es hacer que todo se sienta más cercano, más claro. Más allá de los cinéfilos de siempre y de los incondicionales que esperan esta quincena de agosto para ir al cine.
“Democratizar el cine” es la respuesta. Romper la elitista fantasía que asegura que el festival es para especialistas.
“Democratizar el cine” es la respuesta. Romper la elitista fantasía que asegura que el festival es para especialistas, para una audiencia que se ha autodenominado como “la más exigente”. Eso no es así y para demostrarlo han ampliado las categorías y secciones en esta edición del evento, agregando desde cine de autor más independiente y experimental hasta clásicos que cumplen 50 años como 2001: Odisea en el espacio, El planeta de los simios y El bebé de Rosemary.
“Parece que ha funcionado porque nuestro equipo de millennials que maneja las redes del festival aseguran que hay bastantes expectativas al respecto y eso me alegra. Que venga el nuevo público”, asegura. Y ese nuevo público hoy se divide entre eventos de todo tipo, como la Feria del Libro, la Comic Con Lima y el mismo evento que Marco dirige. Aunque eso no es un problema.
Y es que Muhletaler sabe que, al momento de hablar de cultura, nunca hay competencia, no existe el “demasiado”. El gestor cultural argumenta que no es como comprar una marca de detergentes que exige fidelidad, ya que puedes ir a todos los eventos y armar una agenda que te nutra de la mejor manera. En la que siempre habrá algo para ti si estás dispuesto a buscar.
Y Josué Méndez decide complementar esta idea y cerrar esta conversación: “Hay que decirle al público que sí o sí encontrarán a su media naranja en el festival. Y no hablamos necesariamente de una persona”.