El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 557 // Viernes 10 de agosto de 2018
PERSONAJES
# #

La luz de la merced

El sacerdote mercedario Francisco del Castillo es uno de esos personajes a los que la historia no ha dedicado todavía atención suficiente, pese a lo interesante de su legado social y literario. escribe: renzo chávez lescano # #
Decimista, poeta, músico y cantante, fray Francisco del Castillo Andraca y Tamayo tenía una característica que lo hacía distinto en la Ciudad Jardín del siglo XVIII: era ciego. A diferencia de lo que ocurre hoy, cuando se estimula la integración de las personas con discapacidad, en la capital del virreinato del Perú de hace tres siglos era muy poco probable que un invidente consiguiera destacar en el mundo del arte y la literatura. Pero Del Castillo lo hizo.

A fray Francisco, Ricardo Palma le dedica una de sus tradiciones, con el título de “El ciego de La Merced”. Con la chispa de su prosa aguda, Palma describe al mercedario como “un loco más en el manicomio de las letras peruanas”.

APRENDIZAJES

Hasta el momento, la bibliografía en torno a este personaje, fascinante y enigmático para algunos estudiosos de las letras peruanas, estaba dispersa y era escasa. Sin embargo, una investigación del historiador Jorge Yzaga permite perfilar con mayor precisión el personaje que fue llamado también “El poeta de La Merced”.

De familia española, Francisco del Castillo fue un criollo nacido en Lima el 2 de abril de 1716, dato confirmado en su partida de bautismo. Su padre, el también poeta Luis del Castillo, ejercía de corregidor en Piura.

La ceguera que acompañaría a Francisco prácticamente toda su vida la adquirió en los primeros meses tras su nacimiento, motivo por el que su familia, aprovechando su acomodada condición social, contrata a preceptores que le enseñarían el buen uso del lenguaje.

Con una técnica que consistía en usar letras grabadas en relieve, Francisco distingue las primeras formas y los volúmenes de la escritura. El método que emplearon sus maestros es, para muchos, un ascendiente lejano del sistema braille.

LIBRO EN CAMINO
La obra de Francisco del Castillo, que refleja la lucidez de su genio, pudo difundirse en Lima debido a que vivió antes de que la corona española iniciara los rigurosos mecanismos de supervisión y censura en la última etapa del virreinato. El historiador Jorge Yzaga ha concluido la investigación sobre “El poeta de La Merced” y la publicará en los próximos meses.

Gracias al apoyo familiar, principalmente el de su madre, Del Castillo comienza a ser conocido en los círculos sociales por sus intervenciones en los actos a los que era invitado. Como hijo de un poeta, solía tener conversaciones que cautivaban a la concurrencia.

Un año después del fallecimiento de su padre, ingresa en la orden mercedaria, el 28 de abril de 1738, tras pasar dificultades por su ceguera. Como ya había superado una etapa de educación especial, basada en la sensibilidad de los sentidos, como seminarista pudo recibir la educación sistematizada.

CREACIÓN LITERARIA

Años más tarde, convertido en fraile, inicia de manera formal su producción literaria, puesto que antes de ingresar en la vida religiosa ya era un personaje reconocido en la sociedad limeña y solicitado para las tertulias de la época.

Los relatos de sus contemporáneos describen a Francisco del Castillo como un personaje que asistía a las reuniones armado con su guitarra en una mano y su lazarillo en la otra, para compartir con el público ávido de sátira y comedia, las décimas, los poemas y las canciones que él componía y dedicaba a diversas temáticas.

Con la chispa de su prosa aguda, Palma describe al mercedario como “un loco más en el manicomio de las letras peruanas”.

En opinión de Yzaga, lo más resaltante de fray Del Castillo es encontrar que un ciego se integra con normalidad en la sociedad limeña de su tiempo. “En varios de sus escritos, él se describe como el centro de las reuniones”, comenta.

Entre sus obras figura una variada selección de textos dedicados a la política, la religión y a situaciones familiares, los que capturaban la atención de los limeños.

No obstante su ceguera, Francisco desarrolla una amplia descripción de la ciudad y la decadencia de sus habitantes. Las narraciones del “ciego de La Merced” proyectan una visión crítica tan profunda que parecen hechas para nuestros tiempos.

Por medio de figuras literarias y metáforas, el fraile se mofa de los personajes notables y las autoridades limeñas, como también invita a una reflexión profunda sobre la importancia de la libertad de los esclavos y la igualdad entre las clases sociales, reflejo de que algunos vientos de la Ilustración habían soplado en el Perú.

Cualquier persona que comience a estudiar a Francisco del Castillo Andraca sin conocer de su ceguera podría asumir que fue un personaje más de su tiempo, un hombre sin limitaciones. Porque incluso recorría Lima, siempre de la mano de su lazarillo.

“Francisco del Castillo no es cualquier personaje que pasó por la historia del Perú –opina Yzaga–, nunca lo fue; es un hito dentro del movimiento ilustrado que luego generará las corrientes libertadoras”.