El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 558 // Viernes 17 de agosto de 2018
LETRAS
# #

CELEBRACIÓN DE LA VIDA

Un caso excepcional en las letras peruanas es el de la poeta huancaína Raquel Prialé: a los 91 años publicó su segundo libro y lo presentó en la reciente Feria Internacional del Libro de Lima. Un ejemplo perdurable y vital. escribe: ELOY JÁUREGUI # #
Raquel Prialé Jaime tiene 91 años y sigue escribiendo poesía. Ahora que se mantiene completamente lúcida y recordando que era una mujer con una vida interior intensa. Que en el silencio de su poesía había un estruendo de su extremada intimidad. Que quería que la amen, pero que nadie la entendía. Y hace unos días, en la Feria Internacional del Libro de Lima, presentó su segundo poemario, Muña con olor a viento. Y sorprendió a todos esta venerable dama que vive en poesía y que recién a los 85 años publicó su primer libro.

Como muchas mujeres en el Perú, escribía poesía en silencio, desgarrándose en ese tejido de palabras cómplices.
ESCAPE CREATIVO

Raquel Prialé Jaime nació en Huancayo, un 8 de marzo de 1927. Es hija del recordado político aprista Ramiro Prialé y Luzmila Jaime Torres. Su madre falleció cuando Raquel tenía solo 14 años. Y con su padre en prisión, por sus ideas políticas, encontró en la poesía un escape creativo que le permitió forjar una vocación. No hace poco, decidió que fueran sus hijos los primeros en conocer los textos que ella escribió a los 15 años, pero jamás mostró porque le parecían íntimos y hasta borrascosos.

A pesar de una infancia difícil, Raquel pudo dedicarse a la pedagogía. Luego de estudiar Educación en la ya legendaria Escuela Normal de Palián –llamada entonces Escuela Normal Urbana de Junín– viajó a Lima. De esos años, fue fundamental el apoyo que tuvo de su abuelo, quien reemplazó a sus padres, cobijándola junto con sus demás hermanos. A los 18 años ya estaba enseñando en el colegio peruano-japonés José Gálvez, del Callao, y tras un pasaje de dos años, trabajó en el colegio italiano Américo Vespuccio, en Lima. Luego retornaría a Huancayo, donde fue profesora y directora de un memorable jardín de infancia.

De aquel tiempo vehemente están escritos sus poemas intensos en el sumario del amor. Su primer novio que la persiguió a la capital. Su atolondramiento frente a él y su pérdida. Luego su matrimonio en Huancayo. Y la familia, el cuidado por sus hijos. Y la perpetua escritura. Raquel Prialé, como muchas mujeres en el Perú, escribía poesía en silencio, desgarrándose en ese tejido de palabras cómplices. Reivindicándose solo con sus imágenes y versos, cosiéndose a una gramática pasional de la más sublime de las entregas.

DIÁLOGO MÍSTICO

El poeta Tulio Mora, autor del prólogo de Muña con olor a viento, señala que Raquel Prialé fue ejemplar en su propósito: “Lo más conmovedor es que las poetas de ese tiempo pudieran resistir con inteligencia al escarmiento de género. Sabemos hoy que una de las estrategias más eficaces que encontraron las escritoras (pero también filósofas, matemáticas, pintoras y músicas) en la cultura occidental precapitalista fue incorporarse a la vida conventual para encontrar en el diálogo místico la mejor oportunidad de desarrollarse literariamente. Así ocurrió con la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz o la española Teresa de Jesús, que invirtieron el destino marginal asignado a su género y eludieron las acechanzas de la inquisición construyendo una coartada casi indiscutible, al otorgar a la poesía el papel de la interlocución con Dios”.

Pero Raquel Prialé supo que su credo fue la familia y el secreto de su escritura estuvo en esa religión del leer. Gran lectora de poetas que en su época eran referenciales, como Gabriela Mistral, Rubén Darío, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, y entre los peruanos, por supuesto, de César Vallejo y Magda Portal, prefirió la discreción siguiendo el mismo destino que fue habitual a muchas escritoras.

Y de ese mundo de ensoñación, de pronto otra vez la violencia y la tristeza. Como cuando recuerda a su madre, que murió víctima de la tuberculosis: “Ella estaba postrada en una cama del rincón y yo la veía desde una ventana. Me mandaba besos de lejos, no me tocaba porque estaba con la enfermedad. Y un día regresé y ya no la encontré”. Y, luego, como la joven asilada en casa de sus parientes porque su padre había sido deportado. Y después el esposo, de quien –con los años– se alejaría. Y en esos días, lo asesinaron los terroristas porque él colaboró con los militares para enfrentar al terrorismo. Y Sendero Luminoso lo amenazó y luego lo mató.

GRITO POÉTICO

La intensidad de su vida es conmovedora. Entender su mundo desde la orilla pasional significa que vivir es un exceso, de tristeza, de amor, de placer y de contemplación. Pero su poesía es la desnudez de los sentidos, un grito. Y, como está en sus versos: “garabatos hechos en la pared de mi orfandad, furia con amor salvaje”. La vida te celebra, Raquel Prialé.